miércoles, 10 de septiembre de 2008

EL OTRO (1972), de Robert Mulligan

Una vez más, la mirada infantil cobra especial importancia en el cine de Robert Mulligan, pero en un radical cambio de registro, en esta ocasión, esa mirada está impregnada de horror y con una realización admirable, con un pulso milimétrico de tensión y que hace que esta película sea una de esas pocas películas del género del pánico que rozan la obra maestra.
Basada en la novela de un antiguo actor, Tom Tryon, protagonista de El cardenal, de Otto Preminger y que decidió abandonar el cine porque el director alemán le hizo la vida poco menos que imposible, El otro trata de una descripción minuciosa de los dos lados de un espejo. Dos gemelos que se convierten en representaciones del bien y del mal que convierten un verano en una guerra psicológica y que, en manos de Mulligan, se convierte en un paradigma extraordinario de cómo se puede realizar un film realmente inquietante sin necesidad de sangre a borbotones, ni basura visceral…y eso se convierte en un elemento potenciador del miedo. No hay que confundirse. El horror no es sobrenatural, es puramente psicológico y eso hace que un escalofrío recorra nuestra espalda por la sencilla razón de que, en algún lugar de nuestro interior, tengamos la certeza de que dentro del ser humano existe toda esa maldad…incluidos nosotros mismos.
La inquietante profesora de arte dramático Uta Hagen, una leyenda entre la profesión, realiza un memorable papel de abuela de los dos gemelos en cuestión y, aunque el resto del reparto no es familiar para los no versados Chris y Martin Udvanorky realizan uno de los retratos más memorables del mundo infantil que se han visto nunca con matices extraordinarios que delatan la gran dirección de Mulligan y el mimo con el que se empleó con actores noveles.
Es una película que merece verse por muchas razones. Entre otras cosas porque es uno de esos clásicos perdidos que rara vez aparecen mencionados en ninguna parte y que sin embargo, merece estar en un lugar de honor en nuestra filmoteca particular. Tiene escenas absolutamente inolvidables que se graban no en nuestra memoria, sino en nuestras sensaciones lo cual confiere aún más inquietud a nuestra alma de espectadores. Tal vez porque, un poco atónitos, asistimos a una precisa mezcolanza de varias dosis de horror con unas gotas de inocencia. Si deciden ver esta película, tengan mucho cuidado. Sin darse cuenta, te va envolviendo, te va haciendo parte de ella, te hace mirar en tu espejo de horror y crueldad. Y lo que ves te hiela la mirada…



4 comentarios:

Anónimo dijo...

No me gusta demasiado el cine de terror, pero después de leer tu post me apetece ver esta peli. Será porque dices que no aparecen escenas de vísceras, será porque hablas de sensaciones, o porque hablas del alma... O sencillamente por tu especial manera de hablar de ella. Espero no encontrar demasiada maldad dentro de mi espejo.
Un beso.
Gema

César Bardés dijo...

La maldad es sólo un estado de ánimo. La gente no es totalmente buena, ni totalmente mala. A veces somos una cosa, a veces, otra. Espero que, si la ves, disfrutes con esta pequeña joya que recorre con respeto y con una mirada muy especial toda la fantasía que nace de un niño...y es mejor no despegar los pies del suelo porque las fantasías pueden llevar al mismo infierno.
Un beso y disfrútala

skatatch dijo...

hay continuacion de esta pelicula?

César Bardés dijo...

Hola, Skatatch, bienvenida por esto lares. No, no hay continuación en esta película aunque te pueda parecer que el final es ligeramente abierto aunque yo creo que no lo es tanto. Me alegro de que te guste tanto como para desear que haya una segunda parte.
Un saludo y gracias.