jueves, 29 de enero de 2009

REVOLUTIONARY ROAD (2008), de Sam Mendes


Huir hacia adelante puede acabar en un fracaso que te marque para el resto de tu existencia. Con mimbres de la destrucción de un estilo americano de vida que no es nada envidiable, una pareja inicia su camino hacia la nada apoyándose en el abismo abrumador de la incomprensión, de la terrible distancia que son incapaces de salvar por un movimiento vital desacompasado, del irremediable vacío que sitia su existencia de casita, familia y trabajo.
Y es que él es un estúpido, un tipo sin ninguna sensibilidad por una mujer que se bate a muerte por intentar salvar lo poco que tiene. Él es incapaz de respetar los silencios, los dolores, las frustraciones. Tal vez porque se ha acostumbrado a vivir entre silencios, dolores y frustraciones. No puede salir del grisáceo tono que invade sus expectativas, es uno más entre tantos, un mediocre que prefiere agarrase a lo seguro antes que al verdadero sentido de una vida que ella clama a gritos por vivir, y vivir junto a él. La falta de motivación de él constituye la absoluta carencia de una pareja que se deja acechar por lo socialmente establecido y regirse por unas convenciones que ella sabe ver en su auténtica dimensión de falsedad. Tanta mentira erosiona el modo de vivir la vida. Tan poca vida arrebata el diminuto amor que aún queda.
Quizás, de vez en cuando, hay una persona que entra en tu vida y, sin saber nada de ti, es capaz de radiografiar tus sentidos y decirte la auténtica verdad a la cara. Eso te sacará de tus casillas porque te habrá amputado tus verdaderos motivos para no arriesgar porque crees que no arriesgar es sinónimo de no fracasar y ahí es donde está el error. No arriesgar es lo mismo que fracasar porque te quedas inmóvil, atado a una vida que te rodeará y no te dejará escapar, no habrá salida, y lo peor de todo…ni siquiera te darás cuenta.
La amargura domina toda la historia sin apenas dejar un respiro bajo una dirección extremadamente sobria de Sam Mendes, un hombre que ya ha dejado entrever en anteriores trabajos que presta más importancia al impacto de la imagen que a una planificación enrevesada. Él no golpea con planos. Lo hace con lo que aparece en el plano. Su composición es casi perfecta y cuenta con una enorme actriz que hace que el talento parezca fácil cuando hay todo un mecanismo interior girando para dar rienda suelta a emociones y decepciones. El trabajo de Kate Winslet, varios peldaños por encima de Leonardo di Caprio, es lo mejor de la película. Ella arrebata, gime, llora, grita, se enfurece, se retira, se aborrece, se entrega, busca, pierde…sobre todo, pierde y nos deja con el retrato de una mujer que lo dio todo para llegar a la derrota, a ceder bajo el peso de una línea de vida que no deja salir del gris y te encierra para siempre en la mediocridad y en el fracaso disfrazado de éxito y felicidad.
Y, al final, nos daremos cuenta de que ellos son sólo una historia que es dejada de lado porque, en las perfectas vidas construidas a base de convencionalismos perfectos, hay demasiadas cosas tristes que recordar, demasiado cinismo que olvidar, demasiada hiel que asimilar porque ni siquiera quien pudo echar una mano ha tenido arrestos para poner en fuga a la horrible locura que es la cotidianeidad. Y lo mejor es dejar de oír, bajar el volumen de la cruel tontería del elogio gratuito y repetido hasta la saciedad.
Fantástico también es el trabajo de Michael Shannon, loca voz de la conciencia de la pareja que juega a destruirse mutuamente, en un trabajo tremendamente complicado pero que se antoja fascinante en su construcción y en su inesperada lucidez. Cuántas veces alguien a quien no hemos conocido antes ha conseguido leer nuestro interior con la claridad de una fórmula matemática cuyo resultado es siempre un número inferior a dos…
La película es de una tristeza magistral, que hace por adentrarse en el interior del espectador con el filo cortante de la amargura, hiriéndote en las entrañas sanguinariamente porque no es fácil asistir al daño que se hace una pareja que dejó el amor en algún recodo que nunca supieron recuperar. Es algo a lo que todos tenemos miedo sin darnos cuenta de que es lo que pasa cuando nos olvidamos de contar las estrellas.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, bueno, vaya película que nos ha despachado el tío Sam (Mendes). No he leído la novela de Richard Yates, que intuyo con mucha fuerza y poderío, una nominación al Oscar al guión adaptado quizá no hubiese estado de mal. Uno que se creía que iba a ver una diatriba más contra el sueño americano y se encuentra con un drama existencialista en toda regla muy en la línea de Sartre y cia (bueno tampoco creo que lo de París esté ahí de casualidad).
Difícil dilema el que plantea el film, el de aferrarse a los sueños o a la realidad. La infelicidad es una fase que suele preceder a la infelicidad. Personalmente, creo que el personaje que interpreta Winslet es una insatisfecha total. No sería feliz ni en París, ni en Tombuctú, ni en ningún otro sitio. Siempre querría más ¿ Y eso es bueno o es malo? Ahh, amigo, vaya preguntita. Tal vez, lejos de la vía antirrevolucionaria del conformismo, la clave en esta vida esté en ser moderadamente ambiciosos y en saber encontrar nuestro lugar en el mundo como nos decía Aristarain (qué maravilla de peli por cierto)
PD: Kate y Leo nunca hubiesen sido felices en París. Ya sabes lo mal que llevan eso de los viajes transatlánticos.

César Bardés dijo...

Sin duda, Dex, estoy totalmente de acuerdo contigo en la línea existencialista del argumento de la película (yo tampoco he leído la novela) pero también creo que la película apuesta por no dejar que los sueños se acaben. De acuerdo, el personaje de la Winslet será la eterna insatisfecha pero creo que en París sí será algo más feliz, más que nada porque tendrá la impresión de que está haciendo algo que merece la pena como es trabajar para que su marido tenga la cabeza fría y sepa bien qué es lo que quiere. Yo creo que los sueños nunca deben de darse de lado, siempre tiene que haber algo por lo que soñar. Yo sé que estaría acabado si no soñase con algo porque tal vez nuestro lugar en el mundo sea allí donde tienen lugar nuestros sueños. Y sí, fenomenal aquella película de Aristarain, "Un lugar en el mundo", aunque sea allí...donde ya no hay más mundo.
Gracias por introducir tantos temas en un comentario tan interesante

Anónimo dijo...

Mientras veía esta película iba recordando otra que vi hace muchísimo tiempo y que me impactó mucho. Función de noche creo que se llamaba. Con Lola Herrea y Daniel Dicenta, maravillosos, interpretándose así mismos. En muchas escenas me la recordaba. Reproches, insultos, desaires. Estoy de acuerdo con Dex en el sentido de que ella es una insatisfecha. No me creo que quiera salvar su matrimonio por amor, puesto que le confiesa a él que no le quiere. Así que su sueño parisino es una mentira. Ella busca encontrar un sentido a su vida. Una vida fabricada en la esperanza puesta en una promesa incumplida. Es a partir de esa promesa incumplida cuando ella saca todo el veneno que lleva acumulado durante toda una vida ficticia. Creo que esta película es una crítica despiada hacia la rutina del matrimonio. Ese hombre desconectando su audífono mientras su mujer le habla lo dice todo. No creo que la Winslet esté varios peldaños por encima de Di Caprio. Yo creo que están los dos enormes. Tienes razón en lo que comentas sobre el impacto de las imágenes. Mendes consigue ese impacto sin necesidad de palabras, sólo con la imagen. Una vez más confieso que eso y otras cosas de la peli he sabido apreciarlas porque antes de verla tuve la suerte de leer tu crítica sobre ella aunque en algunas cosas no coincidamos.
Gema

César Bardés dijo...

"Función de noche" ya fue, en su día, una obra de teatro excepcional y una especie de crónica de la propia destrucción entre Herrera y Dicenta. Está bien traída. Si bien estoy de acuerdo en que ella es una insatisfecha, yo creo también que a él no le quiere pero, sin embargo, su sueño parisino representa un asidero para ella como la última oportunidad para enamorarse de él, más que nada porque confía en lograr que salga del gris en la que se ha convertido su vida y empiece a ser él mismo y no el que otros quieren que sea. El hombre que desconecta su audífono creo que es más bien "el mismo rollo de siempre que ya he oído antes" y un insignificante atisbo de rebeldía hacia una mujer que toda ella es mentira. Di Caprio lo hace muy bien, cierto, pero creo que la Winslet está superior y no me costó absolutamente nada esta misma película realizada hace 25 años con Meryl Streep y Robert de Niro de protagonistas. Me alegro de que no coincidamos en cosas, eso es lo bonito del cine y lo que ayuda a mirar.

Anónimo dijo...

Yo es que parto de la base de que cuando te desenamoras de alguien no hay marcha atrás. De ahí que no me crea que su sueño parisino sea para salvar su matrimonio. Lo del señor que desconecta su audífono no me parece en absoluto un dato insignificante, todo lo contrario. Y no comprendo a qué te refieres con lo de la peli de la Streep y De Niro de hace 25 años. No sé si tu frase no está bien construida o soy yo que no la entiendo.
Gema

César Bardés dijo...

Sólo digo que es un gesto insignificante de rebeldía, un no estar de acuerdo con esa señora cuya vehemencia en defenderles no ha sido más que pura fachada. Yo sí creo que si te desenamoras de alguien puedes volver a enamorarte aunque bien es verdad que en ningún momento de la película se da a entender que ella haya estado enamorada en alguna ocasión. Lo de la frase de Streep y de Niro está mal construida. Lo que quería decir es que no me costaba imaginarme esta misma película protagonizada por Streep y de Niro 25 años atrás

Anónimo dijo...

Ah, gracias por la aclaración Wolf, al leerte pensé que había un paralelismo entre "Revolutionary Road" y "Enamorarse" y me costaba encontrarlo tras lo que leía, tal vez más cerca de "Se acabo el pastel" por lo de el amor que se ha roto.
No he visto la peli, obviamente como casi siempre, pero apetece tras lo que escribís (incluído Dexter en el foro).
Sobre la experiencia vital quisiera decir algo., que probablemente no venga al caso, creo que hay una cierta hipocresia social que etiqueta a la gente que es feliz con su vida como conformistas que no ariiesgan y renuncian a los sueños. En la mayoria de los casos, los que asi critican suelen ser insatisfechos con su propia vida que reflejan en el projimo sus miserias.
Yo no creo que haya que estar siempre buscando algo más, algo nuevo, algo distinto...es más pienso que en general quien así obra es por que no es capaz de ver todo lo bueno que tiene en su vida o ha conseguido.
Ahora bien, tal y como digo eso, también creo que hay que romper con aquello que nos produce infelicidad, que nos genera problemas o nos causa pesar.
Probablemente si hubiera visto la película tendría elementos de juicio para saber si mi comentario es una chorrada y me abstengo de comentar lo que hace la Winslet a tenor de lo leído porque probablemente meteria el cuezo.
Esperaré a ver la película para retomar el debate, ya no cinefilo, sino vital.
Besos y abrazos, Carpet.

César Bardés dijo...

Es lo que tiene hacer las cosas deprisa y corriendo, que a veces te expresas como un cerdo a cuadros. Bueno,atinas bastante con la propia película con lo que dices en tu comentario, Carpet y en una postura exclusivamente vital, también estoy bastante de acuerdo contigo aunque también reconozco mi rincón de cobardía, de miedo a los cambios. Espero, de todas formas, tu comentario acerca del trabajo de la Winslet.
Gracias por la introducción

Anónimo dijo...

Mi lectura de lo del audífono es distinta a la tuya. Más que un insignificante hecho de rebeldía, veo en ese detalle todo un mensaje del propio director. De hecho veo como una moraleja final sobre lo que quiere llegar a decirnos con esta película. Lo mismo que el detalle del matrimonio de amigos que el marido le dice a su mujer que no quiere que vuelvan a hablar sobre ellos. Con todo esto el director lo que hace es un crítica amarga sobre las mentiras, frustraciones, insatisfacciones.. etc, sobre las que estan construidos muchos matrimonios que de cara a la galería parecen perfectos. Ya digo que es mi lectura, puede que para otro sea distinta.
Gema

César Bardés dijo...

Lo bonito de una lectura como la tuya es que cabe perfectamente en la historia y que no es nada descabellada. Lo cual deja abiertas muchas puertas. Puede ser que la razón sea tuya y puede que mía pero en ambos casos se halla dentro de los cauces de lo posible, cosa que no siempre es así en otros casos y en otras esferas. Muy bien, Gema

Anónimo dijo...

Creo que es la crítica tuya que más veces he leído. Tienes esa manera tan tuya de ver más allá que me da rabia no coincidir en algunas cosas contigo. En cualquier caso lo que está claro es que es una gran película que no deja indiferente, que te hace pensar, que te toca la fibra sensible. Ese final que has escrito ya no sé si es tuyo o es algo que se ve en la película y tampoco he sido capaz de verlo. Me refiero a lo de contar las estrellas, es precioso.
Gema

César Bardés dijo...

Me gusta mucho que haya cosas que tu veas y que yo, tal vez, haya pasado por alto, o viceversa. El final se me ocurrió simplemente por una canción que suena en la película y que es reflejo de lo que pasa a tantas y tantas parejas que se autodestruyen. Si olvidamos de contar las estrellas, no nos importa ver el cielo estrellado al lado de la mujer (o el hombre) que deberías amar porque ya hemos dejado de hacerlo. Sólo eso.
Muy certera, Gema, mucho.