martes, 17 de febrero de 2009

EL BESO MORTAL (1955), de Robert Aldrich


Guillermo Cabrera Infante, cinéfilo de pro y escritor de hecho, decía de El beso mortal que “es la obra maestra absoluta de las películas de serie B porque está hecha del material del que se forjan los sueños, es decir, de muchas pesadillas”. Lo cierto es que Robert Aldrich tiene tres obras maestras forjadas en los inicios de su carrera: una es El beso mortal, donde se nos hace una feroz reflexión sobre la guerra fría y sus consecuencias atómicas bajo el ropaje del mejor cine negro, algo que no sólo atañe a grandes potencias y a la alta política, sino también a cualquier ciudadano. Otra es Ataque, donde se adentra en los porqués del heroísmo escondido y en las respuestas de la cobardía emboscada. Y la última es El gran cuchillo, donde, basándose en un texto de Clifford Odets, se nos muestra descarnadamente la angustia terrible del éxito.
En esta ocasión, un detective privado se ve envuelto casi sin querer en un asesinato y en el enigma de una mujer que recoge semi-desnuda en plena noche y en medio de una carretera que parece que sólo penetra en la oscuridad. El detective, Mike Hammer, (y, por favor, no se preocupen, nada que ver con aquella serie protagonizada por Stacy Keach que era casi una parodia del detective privado clásico del cine negro) interpretado por un escalofriante Ralph Meeker, es frío, calculador, violento, no cree en nada ni en nadie, es pasto de una vida que parece que yace bajo el asfalto de la gran ciudad, es duro, es impasible, es un hombre sin ninguna piedad y sin ningún agarradero en su vida privada salvo el de su fiel y muy atractiva secretaria. Es uno de esos desechos de la sociedad que lleva un arma en la sobaquera y que no duda en utilizarla llegado el caso…y le trae sin cuidado quién sea el destinatario de su disparo. Él buscará lo imposible, aquello que quema en las manos porque puede que un verso de Christina Rosetti sea fuego y la pista termina allí mismo, en el infierno.
Por eso hay besos que son mortales, hay roces de labios que te pueden llevar a una perdición sin escalas porque dentro de una mujer siempre hay un misterio que revelar. La intriga es esa pistola con el cargador lleno y, según avanza el metraje, podemos intuir cómo se van disparando las balas y cómo van saliendo los casquillos de la recámara. La ciudad es el lugar donde el ánimo se enciende y donde los sueños no tienen cabida y quizá en algún callejón perdido hay un hombre sin escrúpulos capaz de desentrañar el jeroglífico de un robo que no tiene precio, una caja de Pandora que no vacilará en cegar a todo aquel que se atreva a mirar dentro de ella.
Es tiempo de dejar que toda la trama nos envuelva. Es la hora de no querer mirar lo que hay debajo de la gabardina de una mujer perdida que parece haber extraviado la razón en alguna raya discontinua del camino. Hay que saber mirar muy bien para no acabar quemado por culpa de un beso que provoca la muerte. Hay que poder aguantar para que no nos transporten hacia la verdad que se compra y se vende como en un mercado de física nuclear y de química sexual. Tengan cuidado. Mucho cuidado. Si deciden verla, incluso puede haber una bomba en los bajos del televisor…

6 comentarios:

Anónimo dijo...

No conocía yo esta película de Aldrich, pero no tiene mala pinta.
Al reves de lo que hablabamos de Lumet, la filmografia de Aldrich tiene un listón medio muy alto.
Apache y Veracruz para empezar no están nada mal, y luego ha dado algún gran título como "¿ Que fue de Baby Jane?" o ese prodigio de tensión y estudio de las relaciones humanas que es "El vuelo del fenix" ( obviamente la primera, la de James Stewart ).
Era un tipo que sabía dar ritmo a sus películas y por eso sus western son buenos pero también sus pelis bélicas, porque si uno tiene un gran recuerdo de "Doce del patíbulo", no podrá olvidar jamás el zig zag final de "Comando en el mar de China".

Gracias por descubrirnos esta.Carpet.

César Bardés dijo...

Totalmente de acuerdo con esa selección de títulos de Aldrich aunque hay dos más que me gustaría destacar: Una es "El emperador del Norte", maravilloso duelo en un tren, partida de ajedrez sobre travesaños y raíles entre el malísimo Ernest Borgnine y el tipo que está de vuelta de todo y es un ejemplo para todos los vagabundos encarnado por Lee Marvin.
La otra es "La venganza de Ulzana", crepuscular seguimiento de huellas contra un indio rebelde que se escapa de la reserva para matar y que Burt Lancaster persigue casi ya en la ancianidad para abrir los ojos al joven Bruce Davison.
Creo que "Comando en el mar de China" se merece un artículo. Mientras tanto, Carpet, "tu haz zig, que yo haré zag".

Anónimo dijo...

Me ha llamado la atención la frase que comentas de Cabrera Infante, porque esa misma frase la he leído en algún sitio pero sin decir que es de él. Ay.. nombras a Mike Hammer y he de confesar que a mí me gustaba este tipo con su labio leporino y su pinta desaliñada. Me gustaba aquella serie. En cuanto a la película, pues no sé si la he visto. Hay alguna otra que tiene un título parecido y creo que las confundo. Desde luego el actor no me suena. Me gusta cómo nos la has contado. He imaginado hasta los colores clásicos del cine de detectives. Ese ambiente recargado. No sé, así lo he sentido mientras te leía.
Gema

César Bardés dijo...

Stacy Keach tenía su atractivo, lo que pasa es que la serie se pasaba de tópicos llevados al extremo. El tipo ligaba con una facilidad que sería la envidia de cualquiera, vamos. Sin duda, sí, hay otra película con título parecido: "El beso de la muerte", de Henry Hathaway con Richard Widmark y Victor Mature, otra película que me mueve a escribir sobre ella pero dejaré pasar algunos días para no levantar confusiones. Y sí, me alegro mucho de haberte transmitido esos ambientos recargados, llenos de humo y malicia y de diálogos repletos de mordiente propios del cine negro de detectives. De todas formas, para mí, de todas las versiones que se han hecho de alguna historia de Mike Hammer, ésta es la mejor con mucho (incluso hay una infame película protagonizada por el propio Mickey Spillane, creador del personaje, interpretando a Hammer con el título de "Cazadores de chicas"). Ralph Meeker, por otro lado, es uno de esos secundarios que habrás visto en un buen montón de películas, estoy seguro, sólo que aquí hizo de protagonista. Y lo hizo realmente bien, muy brutal en sí mismo, como el personaje.
Bonita impresión has descrito, Gema, gracias.

Anónimo dijo...

"La venganza de Ulzama" que buena, cierto. Western crepusular muy de la época. Ya quisieran muchos hacer westerns así. Curioso además que Lancaster fuera el "apache" que renuncia a rendirse en la primera película de Aldrich y se encargue en una de las últimas de buscar a Ulzama por hacer algo similar.

Hablando de "El emeprador del norte" he recordado otra película que no tiene nada que ver...pero de la que tengo un muy grato aunque vago recuerdo "Dos contra el oeste", otra crepuscular, algo ciínica,en ocasuiones divertida pero con un psoo amargo como de el de los que se ven abocados a un triste destino....creo recordar un bonito canto a la amistad en la linea de Howard Hawks...pero lo mismo confundo la peli.

Saludos. Carpet

César Bardés dijo...

Creo que la película que comentas es "Dos hombres contra el Oeste", dirigida por Blake Edwards e interpretada por William Holden y Ryan O´Neal. Sí, es una película curiosa, muy crepuscular, con un particular sentido de la amistad y un bonito retrato de la injusticia del destino. Una película muy incomprendida por cierto pero que es una rara joya dentro de la filmografía de Blake Edwards. Bien visto, Carpet.
Burt Lancaster, de "Apache" a "La venganza de Ulzana"...ahí hay romanticismo por el fin de una época a chorro.