martes, 16 de junio de 2009

HATARI (1962), de Howard Hawks

Siempre podremos decir que sabemos una palabra en swahili: Hatari, que significa “peligro”. Y quien puso las letras del título fue ese hombre que tan difícil es encontrar en toda su filmografía una sola película que podamos calificar de mediocre: Howard Hawks. Y es que Hawks, en idioma cinéfilo, significa “cine”. En esta ocasión consiguió reunir a unos cuantos amigos y montar un rodaje en África. Al principio el argumento iba a ser algo más cruel pero luego decidió suavizarlo en aras de una exposición narrativa y de una estupenda puesta en escena. Si no saben de qué hablo, hagan una prueba. El argumento de Hatari está cogido con alfileres muy delgados. Dura dos horas y treinta y siete minutos y estoy absolutamente seguro de que, al final de la película, se lo habrán pasado en grande. Montados en jeeps, cazaremos unos cuantos animales, asistiremos a unas cuantas escenas de camaradería que tanto encantaban al director conocido como “el zorro plateado”, disfrutaremos de la extraordinaria banda sonora que nos tiene preparada Henry Mancini (sobre todo con el tema principal y con ese otro que suena a base de clarinetes y que todo el mundo canturrea sin saber de dónde viene pero que se llama Baby elephant walk). No hay mucha preocupación por los errores que puede haber en la trama, simplemente porque no importan. Aquí, Hawks se decantó por ensamblar unas escenas de acción tan bien rodadas que fueron realizadas por los propios actores. Es decir, si los personajes de la película están cazando no crean que lo hacen dobles o especialistas, son los mismos actores los que están cazando. Hawks insistió muy especialmente en eso. El realismo debía ser máximo. Y fue tan máximo que la diversión estuvo a la par.
Además de todo eso, pues pueden invitar a todos que la vean. Así, a lo mejor, podemos ir entusiasmando a algunos niños por el buen cine, el cine de verdad, salpicado por unas buenas palomitas de maíz que pongan el acento en la acción a raudales que contiene la cinta dentro de un escenario impresionante, de una grandeza que pertenece a la misma tierra que habitamos y que es el Parque Nacional de Arusha, en Tanzania. Es una película tan arrebatadoramente buena que dan ganas de buscar a los animales que pueblan todas y cada una de las aventuras de estos cazadores de fieras para el zoo y pedirles un autógrafo…lástima que no lleve una baldosa de cemento encima para que me pongan la pata…
Y es que un amigo mío siempre ha dicho que a mí se me iluminan los ojos cuando se me susurran dos palabras al oído; Howard Hawks. ¿Y saben por qué? Porque este tipo, listo como nadie, sabía hacerlo todo. Y aún es más. Era capaz de juntar en una misma película la aventura, la comedia, el romance, el humor, la camaradería y la acción para hacer que un rato largo pareciera un suspiro y un suspiro es lo que me sale cada vez que echo de menos su maestría al dirigir.
Siéntense al volante del jeep y déjense llevar. Esto es entretenimiento puro y del bueno. Es genialidad. Es cine. Y cuidado con los cuernos de rinoceronte que, aunque son de pelo, pinchan como un clavo tamaño XXL.

17 comentarios:

Anónimo dijo...

Leí y aprendí mucho de los debates del anterior post.
Y hete aquí que te traes una película que lo desdice todo, o lo reafirma, que uno nunca sabe.
¡¡A la porra la historia!! Da igual la trama, lo que importa es transmitir ese ambiente de amistad y camaradería.
¿Prodigios técnicos? Los hay. Las escenas de caza, y más si como comentas son reales, son memorables y estamos hablando de 1962 que no había grandes inventos para muchos alardes. Pero no creo que en esta película se le pueda valorar mucho más que a otras por sus maravillosos encuadres, sus juegos de iluminación o su extraordinaria fotografía. Casi ninguna escena recurre a efectos técnicos para reforzar la situación dramática o cómica.
¿Interpretaciones geniales?, bueno volvemos con Wayne y su naturalidad, existe una sensación de que estamos asistiendo a la filmación de un campamento de verano de amigotes y viendo lo bien que se lo pasan.

Es un clásico que se merece muchas reseñas. Si fuera una peli actual podría criticarse de muchas maneras pero a mi no se me ocurre ninguna tan certera como la que producen las sensaciones mientras la ves.

Es una película deliciosa, divertida y maravillosa...y el que no lo vea así, a lo mejor es un gourmet cinematográfico pero se está perdiendo el magnifico disfrute del pan untado en la yema de un huevo recién frito.

A veces, cuando alguien te cuenta lo que le ha llegado una película, un libro o un viaje, es mucho más gráfico la sensación que te transmite que la mera exposición de valoraciones.
Hay veces que alguien te habla con tanta emoción de alguna película que sabes que te va a parecer un truño que, en ocasiones, decides dejar de lado tu prejuicio y ver aquello que tanto hizo disfrutar a quien te lo cuenta.

Y hay películas que no resisten tal vez un análisis crítico medianamente perspicaz, pero funcionan tremendamente en el lado emocional. Así, por ejemplo, críticos aparte yo nunca me cansaré de recomendar "Moulin Rouge" (por tocar las narices al señor Bardés).

No se trata de decir sólo “como mola” sino hacernos sentir lo que mola y a veces enseñarnos porqué, este blog es muchas veces muy ilustrativo al respecto. Muchas gracias una vez más.

Nota : Lamento recuperar aquí el debate anterior, pero creía que está película reflejaba muy bien algunos aspectos de la polémica.


Carpet.

César Bardés dijo...

No es por casualidad que he optado por esta película, Carpet. Me venía al pelo dada la discusión, creo que estéril, del artículo anterior. En lo que no podré estar nunca de acuerdo es en lo de "Moulin Rouge" pero eso ya lo debatimos en su día.
Hawks era un maestro en todos los sentidos, en las sensaciones que provocaba en el espectador es donde radicaba la misma esencia de la historia. Para mí resulta casi imposible acercarme al cine de Hawks desde una perspectiva técnica, entre otras cosas, porque salvo una excepción (la infumable "Peligro línea 7000"), me dejo arrastrar por todo lo que me cuenta y lo paso realmente en grande y no reparo en éste o aquel plano aunque sí en la dificultad de algunos de sus montajes o en la maravillosa planificación de la secuencia de caza.
La camaradería era uno de los temas centrales de la obra de Hawks y en torno a eso pivotaban todas sus historias. A veces era un grupo de amigos encerrado en una cárcel para hacer que prevaleciera la justicia. Otras era el solitario detective privado, amargo y honesto, que encuentra en una chica su complemento perfecto para hacer frente a los que tienen las pistolas. Otra era un científico loco que encuentra el elixir de la juventud y se lo pasa como un gamberro con su mujer. Otra era un paleontólogo que es acosado por una mujer de tal manera que es imposible resistirse porque ella despierta todo lo que tenía dormido y ya no se sentirá nunca más solo. Hawks era genial, un maestro. Y también lo era para hacer que el resto del mundo lo pasara genial. Como lo hizo con "El Dorado", que he vuelto a ver por enésima vez y que vuelvo a disfrutar como si fuera la primera y que me pasa siempre que vuelvo a ver "Hatari", amigos de caza y aventuras. La vitalidad hecha cine.

M.I. dijo...

Sabía yo que, al final, íbamos a llegar al entendimiento.
Absolutamente estéril la discusión anterior.
Sólo que yo creía que era un debate... ¡qué cosas!.

César Bardés dijo...

Discusión y debate (¿ahora vamos a abrir un canal sobre el verdadero significado de las palabras?). Vale, si nos ponemos picajosos, yo también tendré que picar unos cuantos ajos. Vuelvo a decir que la calificación de "estéril" no era en absoluto sobre las opiniones tuyas ni de nadie, sino sobre la esterilidad de un "debate" en el que se "discute" sobre el fondo y la forma cinematográfica, lo que llevará irremediablemente a la conclusión de que ambos son muy importantes.

Anónimo dijo...

Hace poco comenté que me gustaba mucho esta película. Es de esas películas que me hacen desconectar de todo. Yo no sé si es buena o no, ni siquiera creo que supiera que fuera de Howard Hawks. Seguramente lo habreis comentado alguna vez pero no lo recordaba. Como tú dices, es una película que reune muchos géneros. El amor, el humor y demás. Pero sobre todo me gusta la amistad de un grupo de hombres que se dedican a lo que es su pasión y esa pasión es lo que les une. Me gusta más eso que la historia de amor que se nos cuenta. Bueno, lo dejaremos en que me gusta por igual. Me encanta Wayne, parece que el personaje que interpreta es como si estuviera escrito expresamente para él. Creo recordar que salía un actor pelirrojo que también me encantó, pero lo mismo me estoy liando con otra. Elsa Martinelli me parece que también esta genial. No es una actriz que me gustara especialmente y aquí me encanta.
Y nada más que vosotros ya lo habeis dicho todo muy bien dicho. Ando espesilla.

Gema

César Bardés dijo...

Creo que tienes razón al afirmar en que la aventura supera al amor en esta película. El actor pelirrojo que comentas es Red Buttons, un cómico estadounidense que hizo un papelón que le valió el Oscar al mejor actor secundario en "Sayonara". Bien dicho.

Anónimo dijo...

Pues a mí la dicusión me parece interesante y el debate, también. Y, enlazando con la otra entrada y, tal y como tan magnificamente ha expresado Carpet, yo lo resumiría en una palabra: pasión.

Está claro que el cine es un espectáculo, una industria y no sé cuántas cosas más. Pero por encima de todo es un medio de expresión, y el tio o la tia que se pone a crear una película, es porque algo quiere contarnos.

Cuando uno pone pasión en lo que lee, en lo que hace, en lo que mira, en lo que escribe, eso se transmite. Y da lo mismo que nos estén hablando de Ford, del Kangchenjunga (anoche vi "El hormiguero, sí) o de Messi. Lo que cuenta no es el mensaje ni el medio que hayan utilizado para contagiarnos su entusiasmo, sino la energía que desprende y la vibración que han conseguido arrancarnos.

Y en ese sentido considero que la técnica siempre ha de ser un instrumento al servicio de ese objetivo.

Cuando una pelicula consigue eso, me da lo mismo que se vea un micro o si el director de fotografía se acaba de divorciar. Si el cine no emociona, no conmueve, no hace reflexionar.. si no comunica, si no "llega" puede ser muchas cosas, pero arte no. Y si prescindiéramos del arte nos volveríamos locos. Es más, creo que, como una de las expresiones el amor, es la única cura para la (lo)cura.

"Las Meninas" no es sólo un óleo, o el "David", mármol, aunque la técnica sea exquisita e inmejorable. Esa técnica salió de unas manos como las nuestras y de unos instrumentos que podemos adquirir en cualquier comercio especializado. Pero resulta que ellos pusieron "algo" más. Velázquez pintó la luz, el espacio y el tiempo, y Miguel Angel liberó a la belleza y perfección que adivinó en un bloque de piedra.
Nunca sabremos a ciencia cierta qué nos quisieron decir exactamente. Nosotros, después de cientos de años, aún nos maravillamos y elaboramos interpretaciones sobre su obra. Y aún nos preguntamos sobre ese "algo", y nos lo seguiremos preguntando. Pero las palabras, como creación de la mente humana, sólo nos permiten una aproximación intelectual a lo que es inasible e inexpresable. Es la pasión en el "cómo" se hace, la que se recibe en el "cómo" se mira. Y es entonces cuando decimos "me ha llegado".

Saludos a todos
Mul

César Bardés dijo...

Es evidente que el arte tiene que "llegar" puesto que el "artista" se supone que quiere transmitir algo, desde una sensación a un deseo, desde una soledad a una decepción. En ese sentido estoy totalmente de acuerdo contigo, Mul. La técnica tiene que estar al servicio del arte. El mismo Stanley Kubrick (por enlazar un poco con la discusión) se declaraba: "Soy un simple servidor del arte". Ahora bien, sin duda, en el resultado artístico de cualquier obra por supuesto que da igual que el director de fotografía se acaba de divorciar (aunque sí hay casos en que la película se ha distorsionado por culpa de la situación personal que estaba atravesando algún director, e incluso hay casos en que la película ha llegado a tener un valor incalculable precisamente porque ese director estaba más sensible y consiguió hacer una obra que no hubiera alcanzado de estar en una situación privada normal). Pero sí que me influye, al menos a mí, que se vea el micro o que haya fallos de realización muy evidentes. Es comparable al hecho de que estés viendo una pintura de Van Gogh y veas que hay un manchón de tinta que se le había escapado al artista en una esquina del cuadro. El cuadro será sensacional, incluso habrá algún crítico que lo califique de "arte de vanguardia" pero a mí, personalmente, me saca del ensimismamiento que me produce la contemplación del arte aunque, por supuesto, esta es una simple apreciación personal.
Y, aunque esto ya lo he dicho en alguna ocasión, estoy totalmente de acuerdo en que la vida me resultaría francamente insoportable sin arte.

Anónimo dijo...

Yo también soy de las que una película ha de llegarme para que me guste. Sé que hay muy buenas películas en el cine que sin embargo a mí no han conseguido llegarme. Y me viene a la cabeza en este momento una que a Mul le encanta, creo que a César también y que sin embargo a mí no me llegó. Hablo de El rio. No supe ver toda la maravilla que ve en ella Mul. Y lo mismo ocurrirá a la inversa. Lo importante es que una película me emocione, me llegue. Y hablando de micrófonos que se ven, recuerdo una película en la que ocurre esto. Lost in traslation, la peli en sí no me entusiasmó. La verdad es que el hecho de que se viera el micro no hizo que me gustara aún menos.

Gema

César Bardés dijo...

Probablemente no hizo que te gustara aún menos porque la película en sí, no te estaba gustando. Dicho sea aquí y por lo bajo: "Lost in translation" me parece una de las tonterías más sobrevaloradas de los últimos tiempos.
En cuanto a "El río" puede que el problema sea en el estilo de Jean Renoir, totalmente desprovisto de énfasis, pero bajo mi punto de vista es una obra maestra que nos habla del descubrimiento del amor y del fluir de la vida, de cómo unas niñas se hacen mujeres y de cómo comienzan a ver las cosas desde una perspectiva adulta que siempre es mucho más dura que la infantil. A mí me parece una película maravillosa, de las mejores de Renoir, pero ya te digo que comprendo que no te guste porque Renoir lo rueda todo como si tal cosa y todas las cosas que rueda tienen mucha importancia.

Anónimo dijo...

Esa es mi frustración, no saber apreciar las cosas si no son suficientemente evidentes. Mul me explicó El río tal como la acabas de explicar tu. No sé, imagino que nunca terminaré de aprender cosas de gente como vosotros.

Gema

César Bardés dijo...

No, no, no creo que ése sea el problema. A ti te gusta que dentro de la ternura haya un acento y eso entra en el estilo de algunos directores pero no el de Renoir. Ahí estarías legitimada para decir que "no te gusta la dirección de Renoir en "El río" porque su estilo en esta película carece de énfasis". No es cuestión ni de aprender, ni de nada. Un director como Clint Eastwood es mucho más enfático dentro de una sobriedad que es tan elogiable como la de Renoir así que para nada andas descaminada. Otra cosa es que yo comparta tu opinión o no, lo cual es totalmente diferente.

Anónimo dijo...

"te gusta más que haya un acento dentro de la ternura". Ves que bonito queda dicho así?. Me gusta más acento que almibar.

Anónimo dijo...

El hecho de que se vea un micro, no tiene porque implicar a la intención de expresarse, aunque es cierto que puede afectar al resultado porque denota desidia, dejadez y una falta de cuidado de en los detalles. Y eso es muy importante, también. Y no lo entiendo sólo como una apreciación personal, señor Bardés, es que real y objetivamente, le resta valor. Por otra parte, estoy de acuerdo en que las singulares circunstancias personales no pueden desligarse del artista y son, muchas veces, las desencadenantes de las más extraordinarias creaciones que conocemos. Eso es innegable. Lo utilicé más bien para referirme a ese submundo del celuloide, el del star system, el cotilleo y esas cosas que, si bien forman parte del hecho cinematográfico, me interesan menos que el hecho comunicativo en sí.

Saludos!
Mul

César Bardés dijo...

Hecha la matización, señorita Mul, nuevamente me expreso a su lado, como unas letras que se colocan por sí solas.
Gema, ya sabes que yo, de pequeñito, también tomaba mucho melocotón en almíbar, sólo que como era vaquero mi padre me decía que eran "ojos de búfalo" y como tal me los tomaba. Yo soy más de acentos que de almíbares, pero qué rico está el almíbar. No pensarás que quien deja comentarios fuera de lugar y sin firma soy precisamente yo, que me importa tres uñas que se sepa mi nombre bajo una frase.

Anónimo dijo...

Ni fuera de lugar ni dentro, tu no dejas comentarios. No, no pensé que fueras tú y me jode(con perdón), que lo hayas matizado. No hacía maldita la falta. Recordaba lo de "los ojos de búfalo" que siempre me recordó a "padrino, búfalo".

Por el melocotón en almibar.

Gema

César Bardés dijo...

Pues vale. Gracias por el tono. Voy a ponerme a buscar blogs por ahí en el que el propietario mosquee tanto a la gente...creo que ya sé de uno.