jueves, 23 de julio de 2009

HÁBLAME DE AMOR (2008), de Silvio Muccino

El vértice del pasado puede convertirse en un dedo acusador del que es muy difícil librarse. Hundirse en los errores ya cometidos es dejar que la madera permanezca muerta y bailar con alguien al son de una melodía de Chet Baker puede ser un momento de magia que hace que sepas perfectamente dónde está el norte de tus sentimientos. Sentir es vivir. El resto es esperar.
Los elegantísimos movimientos de cámara de Silvio Muccino nos van conduciendo por los tortuosos senderos de un hombre que quiere dejar atrás un pasado que está demasiado vivo. Tal vez porque mirar en la dirección equivocada es un error y buscar sea algo que no todos estamos dispuestos a hacer. Al fondo, una excepcional banda sonora nos va descubriendo cuál es el sentido de la vida extraviada y siempre, en todo momento, sabemos que el lado salvaje es el seductor pero que el equilibrio es la tranquilidad del acierto.
Bien es verdad que el hermano pequeño de Gabriele Muccino, director de En busca de la felicidad y la más reciente Siete almas, también parece partir hacia la conquista de los sueños a través de la historia de un hombre que lleva el pasado adherido en la mochila como un peso muerto. Y es que el pasado, para muchos, sigue siendo un presente que es un enemigo a batir mientras intentamos encontrar algún sitio donde aparcar nuestro corazón demasiado maltrecho. Un baile apenas intuido puede ser un instante eterno; un perfume en la piel es la esencia de un aroma que parece inundar los valles de la ternura; una broma en el momento adecuado es una risa que nunca queremos dejar de escuchar. Mientras tanto, Muccino se revela como un director algo estancado en el desarrollo de la historia, con una extraña preferencia por reflejar la luz en los adoquines mojados y algo parco en la dirección de actores pero nos deja un pedazo de sensaciones que nos hacen salir del cine con un aire diferente, un poco inmersos en la decepción, un tanto identificados con ciertos trechos de lo que nos cuenta pero muy seguros de que allí, tal vez donde un perro busca algo para comer, está esperando el encuentro con la persona que nos dará una lección práctica sobre el mapa de la esperanza presentida.
Lo cierto es que en el juego del amor hay que apostarlo todo, o retirarse con las manos llenas de nada. En el fondo, es como una partida de póquer en la que no se sabe cuándo hay que parar, cuándo hay que apostar, cuándo hay que abandonar. La mano puede ser ganadora y, sin embargo, dejarla que pase porque el alma nunca puede perder. Y todo el mundo sabe que el alma se alimenta de amor, de amor de verdad, de amor sin ayer pero lleno de mañana.
Por otro lado, Muccino, delante de la cámara se muestra encantador, reservado, violento, al borde del abismo, centrado, decantado, insultado, humillante, perdedor...sobre todo perdedor a pesar de tener el triunfo con escalera de color al alcance de la mano. Aitana Sánchez-Gijón parece un tanto acartonada, fingida como queriendo dar al personaje un aire de haber estado toda la vida actuando y que no sabe ser natural en una realidad que no le gusta. En cualquier caso, el principio es un verdadero as en la manga, el final es un farol bien tirado. El nudo es un mero suspenso algo plegado a una apuesta demasiado alta. Un truco en el que la corriente no fluye. Pero eso, qué más da. Nuestros ojos han correteado en el todo de los personajes, en la nada de las personas, en la baza que no se ve por cobardía, en el éxito fácil, en el fracaso latente ante la carencia del sentir. Es mucho para un cineasta principiante. Es bastante para un público que no quiere oír hablar de cine...sólo quiere escuchar los sonidos de una voz que habla de amor. Y tal vez esa persona esté a su lado y no se hayan dado cuenta.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta lo que cuentas de esta película. Me han entrado unas ganas enormes de ir a verla. No sé quién es Silvio Muccino, pero mientras describías el argumento y los personajes, me recordaba algo a otra película que me encanta, Bajo las estrellas. Siempre deseé que hablaras algún día de ella. Aquella la protagonizaron Emma Suarez y Alberto San Juan. Los dos geniales. También tenía una banda sonora preciosa. Me gusta también el cartel de la peli, ya sabes que me gusta fijarme en los carteles. Hasta el perro me gusta, que me recuerda el mío. Dices frases preciosas para describir situaciones, sentimientos. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto con un artículo tuyo.
"Sentir es vivir. El resto es esperar."
Un beso

Gema

César Bardés dijo...

Creo que es una película que te gustaría. El problema con "Bajo las estrellas" es que no la he visto, pero ese error se subsanará, no te preocupes. La banda sonora de ésta incluye desde el jazz hasta el mejor pop de los sesenta, es pegadiza, adecuada, muy buena. E incluso la banda sonora original es muy climática. Está muy bien utilizada. No te engañes, no es una película redonda. Al fin y al cabo, es la primera película como director de un joven de 27 años y es lógico pero en unas cuantas secuencias demuestra que tiene un cierto talento al que habrá que seguir con alguna atención. Gracias por los ánimos.