jueves, 24 de septiembre de 2009

MALDITOS BASTARDOS (2009), de Quentin Tarantino

“Ver toda la serie B del mundo está muy bien, pero si no ves a Ford, Hawks o Hitchcock estás perdido”, dijo Tarantino una vez. Aquí, entre cortes de cabellera, nos regala toda la serie B del mundo pero hay sabiduría exquisita en sus visitas al propio Hawks, a Robert Aldrich, a Georg Wilhelm Pabst, a Henri-Georges Clouzot, a Aldo Ray (aquel inolvidable sargento de la película de Anthony Mann La colina de los diablos de acero), y se homenajea a sí mismo en un acertado ejercicio de autocomplacencia calcando una escena de Reservoir Dogs...y, eso sí, le pega un repaso a la profesión de crítico que aún me estoy sacando los proyectiles.
Así, Quentin Tarantino realiza una bomba de relojería bien mezclada, agitada, removida y ajustada; y le sale, como siempre, algo nunca visto. Al fin y al cabo, no es nueva la idea de que los héroes sean auténticos psicópatas asesinos y de que su rival más peligroso (maravilloso Christoph Waltz en un papel que parece ideado a la medida de Tim Roth) sea tan refinado que ahí precisamente se encuentre la mayor brutalidad. Pero Tarantino, en una nueva vuelta de tuerca que no satisfará a todos, nos presenta a la venganza como un fulgurante instrumento de creatividad, como un arma ideal en la estrategia de la contrapropaganda, como un medio para crear la confusión hasta el punto en que unos bastardos asesinos envían a la Historia hasta el mismísimo infierno.
Por el camino, nos damos cuenta de que Tarantino es un especialista en la búsqueda de nuevas fórmulas a partir de premisas ya conocidas y que se ha visto todo el cine que se ha hecho. Es ese tipo de cineasta salvaje que desprecia los crepúsculos del sol para enaltecer las explosiones provocadas por el mismo diablo. No hay concesiones y, para ello, tiene que contar con la colaboración de un público apoltronado que sólo se queda en la violencia cuando él, realmente, dice mucho más. Lo que pasa es que, como buen emboscado, no quiere que se note mucho el espíritu romántico que anida en algún lugar de su corazón de cinéfilo recalcitrante. Muchos dijeron que Kill Bill era una película de kung-fu, de violencia demasiado desatada y que se reía del género con la katana como excusa, olvidando que había escenas propias de Kurosawa y que, en realidad, era una historia de amor que rompía el corazón a un hombre. Aquí, entre las trampas de la resistencia, de la persecución judía y del colaboracionismo aliado (no es casualidad la inclusión de Pabst, un cineasta de probado talento que se avino a ser parte del cine nazi, o de Clouzot, acusado de colaboracionismo dentro de la Francia ocupada), hay un romanticismo maestro, apenas intuido, que nos habla de una venganza sólo acunada por el odio y, por tanto, comprensible pero exenta de razón, de un grupo de auténticos bestias incluidos en las filas aliadas y que deciden devolver la moneda de la brutalidad a los alemanes, de un oficial teutón que sonríe igual que brilla un cuchillo y que no deja de tener un lado educadamente inquietante. Y además, para redondear la cruz gamada, Tarantino nos deja el arma más peligrosa de todas: el diálogo. Un buen montón de palabras unas encima de otras que no hace más que dejarnos la sensación presentida de que sobre cualquier sílaba los disparos empezarán a sonar a la velocidad con la que pasan los fotogramas por delante de la luz ametralladora del proyector, veinticuatro por segundo.
Quentin Tarantino no cree en héroes que se mueven por venganza, ni siquiera en ventajistas que traicionan por conveniencia. Cree que, a las personas realmente buenas, nunca las dejarán en paz y las obligarán a ser unas u otras. Es la lección que debemos sacar de un director que habla de cualquier cosa con su cámara escupiendo fuego para que, los más dispersos, nos quedemos solamente hablando de su sentido irónico de algo tan serio como la violencia.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Ojalá sepa ver todo lo que tú nos has contado sobre esta película. NO la he visto todavía pero creo que no me quedará más remedio que ir a verla, arrastrada. NO me gusta Tarantino. Quizá porque yo sí soy de las que prefieren los crepúsculos de sol antes que las explosiones. Quizá también porque no me gusta la venganza. O quizá porque no me gusta que los héroes sean asesinos. Tampoco sé si seré capaz de ver ese homenaje que comentas a cineastas como mi querido Hawks. Dudo mucho que lo vea. Y no creas, me da rabia opinar así de un director al que mucha gente valora. He intentado más de una vez ver Kill Bill y nada, no consigo verla terminar. Mucho me temo que soy de las que ven una peli de" Kung Fu y violencia desatada". Y sé que el problema debe estar en mí, porque no es la opinión de la mayoría de los cinéfilos entendidos.
En fin que, seguramente y una vez más, creo que me va a gustar más leer lo que tus ojos han visto que lo que vayan a ver los míos. Y es frustrante, no creas que no.

Gema

César Bardés dijo...

Nunca creí que te pudiera gustar un director como Quentin Tarantino. Tampoco creo que te guste en esta ocasión. A mí me parece un director excepcional, capaz de extraer la esencia de un buen montón de referencias (me dejo en el tintero unas cuantas por cuestión de espacio en el periódico como sus referencias a Hugo Stiglitz, un realizador de películas de series Z, o de Antonio Margheritti, otro director italiano de segunda fila de los años cincuenta). El caso es que, en ningún momento, realiza un homenaje, sino que extrae algo de alguien, lo mezcla con su mirada personal y lo que hace él no lo sabe hacer nadie más. La referencia a Hawks y, en concreto, a "El sargento York", está clarísima en la película. Sigo creyendo que Tarantino es un hombre que quiere deslizar mensajes de un romanticismo extraordinario pero que, en ningún momento, quiere dejar que se le note. Es evidente, creo, la historia de amor entre hombres que destila "Reservoir dogs" y, sin embargo, está sutilmente escondida. "Pulp fiction" es una película que oculta gracias y favores por todas partes. "Jackie Brown" es la última oportunidad para una mujer que apenas llega a coger el tren merced a la mirada enamorada de un cazador de recompensas (puede que ésta sea la que más te guste de sus películas y, he de decir, que es la más equilibrada de todas). "Kill Bill" es una historia de amor como una casa, que parte de "La novia vestía de negro", de François Truffaut y que está disfrazada bajo una capa muy oscura de venganza por parte de la asesina perfecta.
En "Death proof", aunque hay una cierta autocomplacencia en su forma de dirigir, hay todo un homenaje hacia las mujeres, convirtiéndolas en puro empuje, en mucho más peligrosas que el más terrible de los psicópatas. Y aquí, en "Malditos bastardos" no hay más que un cuento muy violento (vas a tener que taparte los ojos en más de una escena) que nos dice que las buenas personas siempre acaban siendo empujadas hacia la maldad, aunque la maldad sea una venganza justa. Entre medias, mucha broma, mucho diálogo, no tomarse demasiado en serio y tener la certeza de que no es el cine el que está al servicio de la Historia, sino al revés, la Historia está al servicio del cine. Y obsérvese de que pongo Historia con mayúscula. En fin. Sé que no te gustará y lo comprendo.

dexter dijo...

Pues a mi, Gema, no sólo no me ha gustado mucho esta película sino que además me ha servido para reconciliarme de nuevo con el amigo Quentin. Que uno ya tenía la fe muy minada después de lo de Death Proof- película que, vale, nunca llegue a ver, pero porque tampoco nunca me motivó demasiado hacerlo- y de las últimas bazofias que ha estado produciendo durante estos años. Y a lo tonto ya ha llovido desde las dos magníficas Kil Bill. Daba la impresión, como tú dices, de que Tarantino había alcanzado unos niveles de autocomplaciencia muy difíciles de soportar y de seguir y de que quizá ya había llegado la hora de perder el respeto que el chico se había ganado a pulso con sus primeras películas.
Pero nada de eso. Malditos Bastardos demuestra que Tarantino es de todo menos un director frívolo, un tío que se toma bastante en serio lo que hace y que por tanto hay que tomarse también bastante en serio. Y si no le bastaba con jugar con el cine y sus géneros ahora se pone a jugar con la Historia y a cambiar el devenir de la Humanidad. Sin renunciar a ese tono freaki suyo tan característico, Tarantino construye una película de una fuerza arrolladora no sólo desde el punto de vista formal sino también conceptual- para mí es una patada en salva sea la parte a la corriente hipocrita y politicamente correcta que rodea el historicismo moderno. Con una planificación SOBERBIA, no hay más que ver ese sublime primer capítulo en casa de los Lapadite, impresionante. He de reconocer que nunca he sido un defensor acérrimo de Mr Tarantino pero en esta ocasión no tengo más remedio que fincarme de hinojos, quitarme el sombrero, y decir chapeau.

César Bardés dijo...

Tengo que decir dos cosas al hilo de lo que comentas, Dex: La primera es que, sin duda, hay que destacar esa primera secuencia de la película, absolutamente impresionante, con una soberbia dirección y unos elegantísimos movimientos de cámara que, además, no desentonan del afán de ir contracorriente del propio Tarantino. Por otro lado, te diré que nunca me han gustado sus producciones y aún voy un poco más allá. Tampoco me han gustado sus guiones dirigidos por otros. Ni siquiera el que es, quizá, el mejor de todos ellos que es "Amor a quemarropa". Creo que es un tipo suficientemente inteligente como para saber elegir lo que de verdad le interesa de lo que sale de su cabeza. Y sus direcciones, en todas sus películas, son irreprochables. A mi "Death proof" no me decepcionó y acepto, hasta con cierto entusiasmo, el homenaje a los especialistas que propone la película y me alucina esa vocación de serie Z que destila la película y que le hace rayar el negativo original y suprimir fotogramas...tal y como pasaba en los añorados cines de barrio con las copias que ya estaban en tan mal estado que había salto incomprensibles en la acción. Lo que pasa es que también es un argumento muy endeble, apenas dibujado, muy centrado en las féminas protagonistas, y no en todas. También es cierto que jamás me ha gustado Quentin Tarantino en sus asociaciones con Robert Rodríguez, aunque en la nefasta "Four rooms" la única secuencia que contenía cine de verdad era la que dirigía Tarantino en un homenaje fantástico a Alfred Hitchcock. Bueno, pues eso, que me alegro de que alguien defienda la película a capa y espada o, mejor dicho, a bala y trinchera.

Anónimo dijo...

Ya vi los bastardos de Tarantino. Un muy buen Tarantino a mi entender, aunque creo que esta apreciación la haremos más aquellos que intentamos ver en el cine algo más que lo que nos cuenta la mera historia.
Creo que para los Tarantineros amantes de sus locuras, de sus "macarradas", de sus violentas y cómicas escenas, esta película les deja un poco frios, salvo la escena del interrogatorio al oficial aleman y la entrada en escena del "oso judio" o la presentación de las sangrientas hazañas del sargento Stiglitz.

Coincido con vosotros en valorar mucho más otras cosas, entre ellas ese magnifico arranque, por no hablar de los titulos iniciales al son de "Las hojas verdes del verano" de "El Alamo". Ese inicio maravilloso homenaje a Leone y el Spaguetthi western, ese duelo de pipas, esa presentación maravillosa del coronel Landa, el homenaje a "Centauros...", el magnifico actor que interpreta a Lapitte...

Para mi el menos logrado de sus capitulos es el tercero, con Daniel Brhul un poco insufrible y porque la tensión a lo Hitch del encuentro entre Landa y Shossana no alcanza el suspense suficiente.

El cuarto es una nueva gozada, nuevos homenajes (Archi Hicox crítico de cine y capitán del ejercito), y dialogos, ritmo, y una escena que nunca acaba pero que no quieres que acabe. Hablas Dex, de la planificación del càpítulo I, pero este no se queda corto. Si acaso creo que está relativamente mal resuelto el tiroteo final, demasiado confuso y rápido para lo que el bueno de Quentin nos suele ofrecer.

Y el capítulo 5 es definitivamente una gozada. A la mierda la Historia cuando se cuenta una historia. Y más homenajes, el estrangulamiento propio de "Frenesí" y la mesa con las tijeras y el teléfono. Lubitch y su "To be or not to be", autohomenajes a su fetichismo y los pies,....muchas cosas, muy rápidas, muy inverosimiles, pero muy bien contadas.

Como bien dices en tu post, Tarantino ha visto mucho cine y se nota, y nos lo hace notar, y en eso está nuestro disfrute, en descubrir sus referencias, en gizar de sus adoirnos, en venerar sus imagenes, fuertes, impagables, bellas...el videoclip de David Bowie y la mujer de rojo es visualmente excelente...Sólo un pero, si se puede, para mi es la menos humana de sus películas, la que menos bucea en nuestro corazón, la que nos muestra miserias humanas pero no quiere conmovernos. Y tal vez pudo.

Abrazos. Carpet.

César Bardés dijo...

Estoy bastante de acuerdo con tu comentario, Carpet. A mí me parece una excelente película. Hacer de los héroes unos bestias, trazarnos con dos líneas gruesas personajes fascinantes como el de Hugo Stiglitz (eso lo he leído como defecto...y nadie dice nada sobre Winston Wolf y lo poquito que sale en "Pulp fiction") lo cual me parece de un enorme dominio narrativo. Es verdad, por otro lado, que salvo la primera escena (impresionante y única) de la granja de los Lapatite, es una película que no conmueve porque no es más que una venganza que proviene de unos asesinos (Brad Pitt imitando a Tarantino me parece una idea genial) y de una buena chica que se le presenta la oportunidad de matar y lo hace sin ninguna piedad. Yo creo que ahí quiere bucear el director. Lo que pasa es que, como siempre, no quiere que se note. Un amigo me dijo que "la violencia es tan exagerada que rompes a reír en las películas de Tarantino" y tiene razón. Ya pasaba en "Kill Bill" y pasa en ésta. No es su obra maestra, qué duda cabe, porque es una película que carece de la profundidad y objetivos de "Reservoir dogs" o de "Pulp fiction" o de "Jackie Brown" pero es una muy buena película, en la que los diálogos son el arma (hay gente que los encuentra aburridos, largos e innecesarios...ni palabra de los masajes en los pies) y me parece fantástica esa escena en la taberna con las caras que pone Stiglitz porque el oficial de la Gestapo le está tocando los huevos con fruición y apenas puede aguantarse. En resumen, Tarantino tiene mucho talento en remover los cimientos de todo lo que ha visto y en reformular lo conocido para mostrarnos algo que nunca hemos probado.
Bien, Carpet.

Conversacines dijo...

Tengo que decirlo en 4 palabras.

Es una puta maravilla.

Así de claro. Es un peliculón en toda regla en cuanto a saber mantener una coherencia narrativa con la cámara.

El capítulo 1 de la película solo es capaz de desarrollarlo un maestro del cine, así de sencillo.

La tensión narrativa, los posicionamientos de cámara, el como se muestra continuamente el espacio de manera que el espectador entienda lo físico del lugar conjuntado con el discurso.. el manejo de los tiempos (una buena pipa hay que hacerla poco a poco, o un café con azucar y un postre hay que masticarlo antes de hablar...), etc, etc,etc... demuestran que Tarantino está por encima de la gran mayoría de directores contemporaneos.

Orson Welles firmaría la inteligencia espacial y narrativa de los movimientos de cámara que muestra Tarantino. Otro ejemplo es un pequeño plano-secuencia-travelling que se muestra desde un primer plano del detective alemán... que camina por el altillo del cine... baja por la escalera... reuniendose con los bastardos en la parte baja del cine donde la cámara recoge a todos los personajes en un encuadre de cintura para arriba perfecto. Medido al centímetro.

La película se mantiene absolutamente durante las dos horas y media que dura, con unos actores que están espléndidos... solo me chirría la "caracterización Brandoniana" de Pitt, la cual no entiendo del todo y me sobra. Y el único pero grande que le veo son incoherencias de guión que se desarrollan en el desenlace de la historia (Dejar los cadáveres que serán perfectamente identificados en el sótano.. en una misión tan delicada. O temas como cargarse al personaje de Diane Krugger...(en un arrebato de honor fascista) para posteriormente dejar escapar al personaje de Pitt y pasarse al lado oscuro.... mucha incongruencia para mi.) Así como algunos regodeos "gores" como la estampa final del símbolo nazi en la frente de Landa.... pero es el precio de ver el cine de calidad de Tarantino

Eso si, podemos comprobar al Tarantino de siempre, con unos diálogos medidos al centímetro, con sus bromas visuales que hacen que una escena violenta pueda sacar carcajadas (algo insólito), y con sus guiños al cine japonés y chino digno de las películas de Bruce lee.

La música es otra cosa que recuerda a los Kill Bill en algunos momentos. Música característica Tarantoniana y muy conseguida.

Sus homenajes cinéfilos a Hitchcock y compañía.... geniales.

Ojito con Tarantino... quiere seguirle los pasos a Eastwood...

César Bardés dijo...

Creo que es una buena película, sí. Lo que está claro es que, rodando, Tarantino se acerca a la maestría y lo demuestra en esa primera escena que comentas, absolutamente imprescindible en su discripción, totalmente justificable en su planificación y plenamente atinada en cuanto a su narración. En todo caso, creo que Taratino, al uso de Hitchcock, no da demasiada importancia a la lógica de un argumento que ha desarrollado con la sencilla intención de hacer que pases un gran rato y lo consigue plenamente. Si se piensa un poco, es totalmente absurdo que un tipo planee cargarse a otro en medio de ninguna parte con un avión fumigador y, sin embargo, la potencia de la escena hace que no te lo plantees en "Con la muerte en los talones", simplemente te das cuenta de que el rato raya en la genialidad, como hace él. Si nos ponemos así, por otro lado, cómo diablos sobrevive durante años una patrulla de asesinos detrás de las líneas enemigas sin saber ni papa ni de alemán, ni de francés, ni de italiano.
Voy a puntualizar en un aspecto: la caracterización de Pitt. Yo creo que está muy alejada de cualquier aproximación a Marlon Brando. Pitt encarna a un paleto, un bruto que sólo sabe matar y, es más, su interpretación es una imitación del propio Quentin Tarantino (ese gesto suyo en el que adelante exageradamente la quijada es más que evidente). Por otro lado, creo que el final es muy bueno porque Pitt es plenamente consciente de que, siendo como ha sido el jefe de una banda de asesinos, está ahora a punto de entregar a los superiores a un tipo aún más cruel que ellos, puesto que es mucho más refinado, mucho más culto, mucho más avanzado que los bastardos y, por supuesto, no lo puede tocar y no le faltan ganas para matarlo. Creo que es un final, autocomplaciente eso sí, pero muy brillante.
Por cierto, salvando las distancias, no creo que Tarantino "quiera seguir" los pasos a Eastwood. Es como si en los años dorados pusiéramos a Billy Wilder al lado John Ford...ambos eran magistrales y no tenían nada que ver el uno con el otro.
Conversacines que ayudan a ensanchar la mirada. Gracias por vuestra aportación.

Conversacines dijo...

100% de acuerdo en que la verosimilitud de las historias no es que sea lo mas importante en pró de desarrollar plenamente sus "divertimentos". En su caso... el fin justifica los medios.

Sobre el tema de Pitt y el final. En absoluto me refiero a la idoneidad o no de la determinación del personaje. Es brillante y además está anticipada en otra secuencia del film donde se realiza la misma operación. Tarantino nos pone en prealerta con la primera secuencia y la frase "¿cuando termine la guerra se quitará el traje?"(o similar). A lo que me refiero con que sobra algo... es en enseñar en un plano tan explícitamente gore la estampa final del símbolo nazi en la frente de Landa. De todas formas, lo justifico al tratarse de Tarantino. Cuando entras en una sala a ver uno de sus filmes debes aceptar sus reglas.

En cuanto a lo de seguir los pasos de Eastwood, no me refiero en absoluto a que sean directores similares o que tengan para nada algo que ver en sus discursos formales. Simplemente hago énfasis en el hecho de que hoy día es difícil hacer un cine que aune crítica y masa. Como en la época de directores de estudio como John Sturges (Directores capaces de hacer ese tipo de filmes oriendados para la gran masa... pero con maestría.)

Saludos, y efectivametne viva la amplitud de mirada.

César Bardés dijo...

Exactamente, debes aceptar las reglas que Tarantino te propone porque a cambio te da un buen puñado de imágenes que valen su peso en cine. Creo que lo explícitamente gore está muy presente en toda la obra de Tarantino por la sencilla razón de que sus escenas son de una violencia tan desatada que lo que hace, al final, es que consigas reír y, de paso, le da un gustazo al público puesto que, como espectadores, estamos deseando que Landa se lleve algún castigo de los buenos.
Bien traída la unión entre crítica y masa y en la que podemos encontrar varios ejemplos a lo largo de la historia del cine, desde John Sturges a Joe Mankiewicz, por ejemplo. Perfecto.
Por cierto, hay que decir que da un gusto muy cinéfilo el poder compartir unas cuantas opiniones sobre algo relacionado con el cine con personas que guardan un enorme respeto por las opiniones de los demás, como es vuestro caso. Gracias en nombre de los humanistas del cine.

César Bardés dijo...

Ha sido un director vital desde su aparición en el 92. Y, sí, le ha dado una vuelta al cine. Ahora bien, yo estoy con un poco de temor porque ha anunciado su retirada del cine después de la próxima diciendo que sólo quiere hacer diez películas. Me daría mucha pena si fuera así porque creo que es joven para seguir dirigiendo y haciéndonos disfrutar y porque creo que tiene un talento que ha tenido muchos imitadores, pero que ninguno ha sabido igualar entre sus contemporáneos.
Un saludo.