miércoles, 21 de abril de 2010

CARAVANA DE PAZ (1950), de John Ford


John Ford decía que “después de hacer una película grande, tienes que hacer una película pequeña”. Y este es el caso de “Caravana de paz”. Recién dejados los bártulos de “La legión invencible”, el tuerto genial aborda está película de gran lirismo en la que nos narra la odisea de un grupo de mormones perseguidos que viajan en carromato y que, de alguna manera, intentan alcanzar su tierra prometida. Una pequeña joya que nace de la parte artística y personal del propio John Ford y que, astutamente, lo disfraza de western corriente y moliente.
Partiendo de la elección de un protagonista atípico como Ben Johnson, ilustre secundario de tantas otras películas como la misma “La legión invencible”, consumado jinete (uno de los más expertos y elegantes que nunca haya dado el cine) y de que el consumado director se propuso hacer un tipo de película relajada, sin muchas pretensiones, huyendo del color que tan bien manejaba, y con una firme vocación de hacer una película de mero entretenimiento que, ya en aquella época, Hollywood se olvidaba de realizar, el film nos habla del inesperado parentesco de una gente aparentemente ajena a la mala vida con otros marginados como un grupo de amistosos navajos y unas personas de dudosa reputación que tienen lo que, por entonces, se llamaba “un espectáculo de borrachos”, auténtico homenaje de Ford a la profesión de cómicos que, en aquella época, no era más que una banda de apestados.
En unos tiempos donde el problema de la inmigración nos toca muy de cerca, esta película nos habla de unas personas en permanente tránsito que sólo quieren buscar una tierra donde echar raíces en una época de pureza desaparecida y en la que se nos exhorta a prescindir de los prejuicios raciales. Y ahí hay un diálogo que expresa con creces esta afirmación…siempre teniendo en cuenta de que nos está hablando de una comunidad de mormones:
- No creo que debamos seguir adelante con esa clase de gente, reverendo.
- Yo no estoy tan seguro porque si el Señor los ha puesto en nuestro camino será por alguna razón. En mi opinión, el Señor no es de los que malgasta sus energías…
Bien es cierto, que para los expertos en el cine del Oeste quizá se tenga una sensación de que se dejan pasar un poco de largo algunos momentos culminantes de la historia pero, en cualquier caso, tiene todos los ropajes de un drama vívido y realista. Tanto es así que cuando Peter Bogdanovich le preguntó al viejo maestro cuáles eran sus películas favoritas, él contestó: “Caravana de paz estuvo muy cerca de lo que yo siempre he querido hacer”.
Y quizá el cine que hizo John Ford estuvo muy cerca de lo que nosotros siempre hemos querido ver…

2 comentarios:

Carpet dijo...

Ford era un gigante que hasta cuando hacía películas de transición nos regalaba una obra excepcional, no olvidemos que tras “Caravana de paz” vino “Rio Grande” y poco después “El hombre tranquilo”.

Y dicho esto, lancémonos al transversal que aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, si hay una caravana de mormones con un sentido religioso algo distinto a la mayoría, la pintan calva para acercarnos a esas películas en la que las costumbres religiosas distintas forman parte de la trama, cuando no directamente su razón de ser.
Es evidente que de primeras se nos ocurren aquellos Amish renegando de toda modernidad de “Único Testigo”, refugio de Harrison Ford, Lukas Haas y una hermosa y todavía hetero Kelly McGillis, con ese inolvidable baile en el granero al son del “Wonderful World” de Sam Cooke. De la misma forma, los principios ultra pacifistas de la familia de cuáqueros encabezada por Gary Cooper y Dorothy Mcguire, rodeados por el fragor de la Guerra de Secesión en “La gran prueba”. Anecdótica pero importante es la aparición del mormón que sortea una de sus mujeres, bendita y bella Jean Seberg , por tener dos donde nadie tiene ninguna e interesante la contraposición posterior den una mujer con dos maridos en esa peli tan grata y disfrutable “La Leyenda de la ciudad sin nombre”. El fanatismo cristiano también ha sido objeto de más de un film desde la, para mí, deleznable “La letra escarlata” de Oldman y Demi Moore, hasta las varias versiones de “Las brujas de Salem” incluida la de Wynona Ryder y Daniel Day Lewis. Otras sin embargo han puesto más interés en las peculiaridades de las comunidades religiosas como en ”Agnes de Dios”, donde Jane Fonda se topa de bruces con el secretismo de un convento regentado por la mismísima Anne Bancroft. El meollo central de “Camino” ( que no he visto y me faltan ganas) es como las creencias religiosas llevadas al límite se convierten en terribles. Otro aspecto es el de aquellas películas que centran en valorar si un hecho aparentemente milagroso debe ser considerado como tal, así tendríamos “El tercer milagro” de Ed Harris y Anne Heche o a Patrcia Arquette y Gabriel Byrne en “Stigmata”. Hay otras religiones que contrastan con las de los protagonistas en “Horizontes perdidos” y su Shangri-La el secreto de la eterna juventud o “Los 7 años en el Tibet” que sé, porque lo he leído, que se pasó Brad Pitt en plan budista. Acaso podríamos incluir en este grupo a la mismísima “Avatar” por cuanto que el bueno de Sam Whortington se enfrenta a creencias Na´vi que en nada tienen que ver con las que él conocía, el mismísimo Richard Harris se encuentra en una situación similar en “Un hombre llamado caballo”.
Debe haber muchas más, porque es un tema recurrente el de situarnos frente a creencias que no entendemos o compartimos, da para muchas tramas desde la integración hasta el rechazo, desde la crítica hasta la tolerancia. De tolerancia aunque choque con lo que pensamos habla también una comedia menor y poco valorada pero que a mi me pareció bastante amable aunque no se atreva a profundizar, “Mas que amigos”, con un más soportable de lo habitual Ben Stiller y un siempre interesante Edward Norton.
Abrazos

César Bardés dijo...

BUena película fue "Único testigo", sin duda. Y menos duda aún cabe en esa mágica escena del granero. Odio profundamente, con un rechazo casi patológico "La gran prueba", ñoña hasta decir basta y prescindible con ganas. Aguanto con ciertos momentos irregulares "La leyenda de la ciudad sin nombre", sobre todo porque Lee Marvin estaba francamente bien. También estoy de acuerdo en que "La letra escarlata" es horrible, como también lo fue la primera versión de Wim Wenders. En cuanto a "Las brujas de Salem", no me disgustó esa versión que lleva por título "El crisol" pero, curiosamente, la versión que más me ha gustado es la que llevaron a cabo a finales de los cincuenta Simone Signoret e Yves Montand, con dirección de Raymond Rouleu y un complejo guión pero muy interesante de Jean Paul Sartre. Me gusta mucho "Agnes de Dios" porque ahí están dos grandes actrices con caracterizaciones maravillosas, muy bien perfiladas, muy bien colocadas. "Camino" me llega a producir un cierto rechazo también porque me lleva a ese filo incómodo de las creencias llevadas al mal. Considero prescindibles "El tercer milagro" y "Stigmata", que además es una película que creo que empieza muy bien y luego, de repente, se para sin saber por qué. "Horizontes perdidos" no deja de ser un cuento más o menos amable pero no es de mis favoritas de Capra. "Siete años en el Tibet" me pareció un soberano rollo, la peor película, con mucho, que ha hecho nunca Jean Jacques Annaud. De "Avatar" ya hemos hablado con suficiencia". De "Un hombre llamado caballo" guardo un gran recuerdo porque con la tierna edad de 10 años me enfrenté a un papel para escribir una crítica en quinto de básica. No he visto "Más que amigos". También habría que incluir "El nombre de la rosa", o cómo la fe puede ser explicada por la razón, además de muchas otras cosas. O "Las llaves del reino", con ese Thomas Mitchell haciéndole peligrosamente sombra a Gregory Peck. O "Brigham Young", protagonizada por Tyrone Power como el fundador de la orden mormona y conviviendo con más de cuarenta mujeres (convenientemente prohibida, por supuesto, en España). O "Satanás nunca duerme", con William Holden y Clifton Webb dando caña en las misiones. Los religiosos han sido carne de argumento en todas sus vertientes para el cine, desde luego y, como siempre, el transversal es único.
Gracias por acompañar a Ford en este viaje polvoriento y difícil.