lunes, 12 de abril de 2010

EL TREN (1965), de John Frankenheimer

Hay que tomar la distancia adecuada para poder apreciar en toda su extensión la grandeza de una obra de arte única, expresión máxima del valor humano, reflejo de la realidad bajo los ojos de un pintor que colocó la inspiración y el saber en la punta de su pincel. Más allá de eso, las botas de caña pisan con fuerza en la retirada deshonrosa y la élite se esfuerza en hacer que la observación del arte sea un placer exclusivo de los que saben apreciarlo. Error propio de la arrogancia del invasor. Equivocación recalcitrante de quien se cree superior por el convencimiento de saber diferenciar la belleza entre las ruinas, el ennoblecimiento que tanta falta hace a los que establecen separaciones, la certeza de que los brutos, los que consiguen todo a través de la violencia, son incapaces de seguir las líneas armónicas de una pintura que un día quiso decir algo. Sobre todo y ante todo, quiso decir que el arte, sea cual sea, pertenece al pueblo.
Por eso no se pueden volar los telares de la precisión y de la hermosura. Hay que arrancar rieles y establecer trampas para que todas las obras de arte inmortales sigan estando ahí, guardando las espaldas de quien supo morir por ellas. ¿Cuántas vidas humanas valen un cuadro irrepetible? ¿Cuál es el precio de ser inmortal utilizando los colores de la sangre? En la crueldad, no hay arte, aunque puede que haya refinamiento. En la muerte, puede haber retratos de realidad que tienen que pasar a la posteridad para que el hombre tenga menos sufrimientos. Ojalá el arte fuera el armisticio de todas las guerras para recordarnos las veces que fuimos parte del mismo bodegón.
Quizá el que se define como mero espectador, se convierte en parte integrante. Tal vez quien no tenga ni idea del valor de un cuadro, sea capaz de arriesgarse y de morir. La gloria de Francia en cajas. La grandeza del hombre en ataúdes. La guerra como rúbrica. La ocupación como excusa. La resistencia como señal. Hay pocas películas bélicas que alcancen la perfección que combina con extrañeza la trama trepidante y el sabor de una historia que bien merece esquivar unas cuantas balas con nuestros ojos curiosos. Esos mismos ojos que son capaces de escudriñar un retrato y alcanzar a ver, aunque sea lejanamente, que ahí hay parte del alma de quien supo transmitir.
Es tiempo de llegar a la hora, de fundir bielas, de echar carbón a palazos, de correr desesperadamente para alcanzar la libertad porque ese arte hurtado es un elemento imprescindible para ser libres. Es tiempo de derrotar a los canallas, de los gestos tan inútiles y tan políticos que cuestan ejecuciones inútiles, de agotarse subiendo y bajando colinas para desatornillar los últimos pernos de la razón. Hay que ensanchar los horizontes para tener la verdad en las manos y repartirla, como una recompensa, entre todos aquellos que miran tan sólo para vencer en una época de dragones de hierro, caballeros de locomotora y malvados aristócratas que, al no tener corazón, al ahogar el grito del pueblo, también son ignorantes ante una obra de arte.

6 comentarios:

Carpet dijo...

Que buena es esta pelicula que ya hemos comentado alguna vez, hablando de Lancaster, De Frankenheimer o de trenes.

"La gloria de Francia en cajas. La grandeza del hombre en ataúdes". Que chaval este, que bien y cereteramente dice todo. Podría ser incluso el tagline (¿se dice así?), la frase reclamo de la película.

Es curioso, porque son muchas las películas de genero, bélicas, western, aventuras,...que han sido en cierto modo descalificadas encuandrandolas como películas de evasión, precisamente por pertnecer a alguno de estos tipos cuando nos plantean en el fondo dilemas morales con muchisima más profundidad que otras menos "evasivas". La lealtad, el honor, la amistad, la traicion, la obediencia ciega, los altos valores patrioticos, la cobardía, etc.
Esta es una película que nos deja preguntas claves incluso después de disfrutar de su acción, del heroismo de sus protagonistas, de la nobleza de alguno de sus actos. Son películas que van mucho más allá que lo que nos cuentan.

Hay más, "El puente sobre el rio Kwai", "Sólo ante el peligro", "Centauros del desierto"...son muchas. Nos plantean dudas, nos asaltan y nos dan a elegir : ¿El arte o la vida?.

Abrazos.

César Bardés dijo...

Esta película entra en mi colección particular por muchas razones. Primero, porque me la descubrió mi padre hace muchos años. Segundo, porque me parece una maravillosa película de acción, una lección más que una acción. Qué forma de dirigir las secuencias. Qué maravillosa y trepidante aventura que nos cuenta partiendo de una premisa totalmente creíble. Tercero, porque para quien quiera ver lo que hay detrás de los fuegos artificiales, hay una película tremenda que nos pone en un dilema moral que, sin duda, se resuelve a favor del pueblo a quien pertenece el arte, lo entienda o no. Si decíamos en otro post que "Escalofrío" es una película que no recomendaríamos, yo no me he cansado de recomendar nunca "El tren", nadie me ha dicho la típica frase de "joer, vaya peli que me has recomendao". Todo lo contrario, nunca nadie ha salido decepcionado después de verla, todo han sido halagos. Es una película fantástica y única. Una lección de arte, de qué hacer con el arte y de cómo jugarse la vida.

Unknown dijo...

Atontado... así me he quedado.

Petrificado ante la maravilla que me acabais de descubrir y que no tenía ni la mas remota idea de que existía. Madre mía... QUE PELICULÓN!!.

Ahora mismo... es que no tengo la menor capacidad de comentario sobre todo lo que acabo de ver. No se.. hay momentos que me recuerdan a Bresson, a John Sturges, a Nouvelle Vaguem a Jacques Becquer.....

Cuando una película remueve todos tus instintos cinéfilos, cuando es capaz de aglutinar tantos géneros y tan bien manejados... me quedo pequeñito. Y me acojono a soltar alguna valoración.

Siempre me gustaron las películas donde se trabajaba con las manos, donde el ojo se entretiene con pasmosidad ante un plano de como se monta una bomba bajo unos railes... de como se conforma una pieza para una reparación... de como se produce la magia con la espontaneidad de la realidad del momento, y aaamigo... me quedo loco con Lancaster en este film (Madre mía como se baja de una escalera... para subirse a un tren en marcha!!!).

Además... pocas películas he visto en mi vida que me hayan gustado en cuanto a uso del Zoom... y en esta es que no tengo ni un pero. Todas las transiciones de enfoque... son perfectas.

En fin, que tendré que volver a paladearla. Con mas paciencia, con el tempo del que disfruta con un excelente plato a cada bocado.

Gracias, gracias y mil gracias.

No tengo palabras.

César Bardés dijo...

Bienvenido a la hermandad de los que pensamos que "El tren" es una obra maestra. Por supuesto que hay elementos de todos esos que nombras en la película. La fisicidad casi austera de la parte final con Lancaster desatornillando trabajosamente los raíles recuerda a Bresson. Lancaster cruzando el nudo ferroviario para encontrarse con la encargada del Museo y con el resto de sus compañeros de la célula de la Resistencia es muy propio de la "nouvelle vague", no en vano fue la única secuencia que dirigió el director previsto para rodar la película que no era otro que Arthur Penn, considerado el más "nouvelle vague" de todos los directores americanos de los sesenta. Hay escenas de acción trepidante como el choque de trenes rodado de manera real que recuerda a Sturges. Están muy bien vistas todas esas referencias.
Lo grande de "El tren" es que me vale como película de acción (es una de las mejores que he visto nunca) pero también me vale como película que hace pensar y mucho (es uno de los temas más interesantes que ha podido plantear el cine). John Frankenheimer, en esa época, estaba en plena efervescencia creativa y realizó un puñado de película interesantísimas como ésta, "Siete días de mayo", "El hombre de Alcatraz", "El mensajero del miedo" y la muy desconocida e inquietante "Plan diabólico". Luego, ya cayó en una mediocridad bastante olvidable pero, eso sí, con 73 años de edad dio una auténtica lección de cómo rodar persecuciones en coche sin necesidad de mover tanto la cámara y sin trucajes de estilo en "Ronin", una película que a mí me parece maravillosa, nuevamente de acción, y que me parece la última lección de un hombre viejo hacia un montón de jóvenes que no tienen ni idea de dónde colocar la cámara.
Me alegro de haberte descubierto esta joya. Tengo que decir que, recientemente, también se la descubrí al jefe de suplementos del periódico y se quedó tan excepcionalmente pasmado como tu sin entender muy bien cómo no era una pelicula más conocida.
Un abrazo, no hay nada más bonito que descubrir cosas a gente que ama el cine de verdad.

anyelohidalgo@gmail.com dijo...

Obra maestra que me costó hallar en DVD y que tengo como oro en paño. Todo resulta redondo en esta producción, incluso la elección del b/n, que le aporta una credibilidad inaudita. La incomprensión de Labiche, que antepone las vidas que sabe que se van a perder por una serie de cuadros, el empeño de la encargada del museo por hacerles ver lo crítico de la situación; la presencia de Rémy,indispensable en parte de la cinematografía francesa, impagable ver a Lancaster fabricar una de las piezas de las bielas que mueven las ruedas; el ingenioso plan de recorrido del convoy; la ingenuidad de papá Boulé, la inexorabilidad de Von Waldheim (Scofield), la lucha de golpe a golpe de intenciones; el "no" rotundo de los soldados alemanes (que no son tales) al oficial que les pregunta, el major Herren haciendo ver a Scofield que todo está ya perdido. La siempre turbadora belleza,fría, de la Moreau...
Te animo a que revises -ignoro si has plasmado ya su artículo correspondiente- otra producción que, sin parecerse en argumento a esta que nos ocupa, derrocha autenticidad y veracidad: Master & Commander (2003), película aprobada por la Royal Navy para describir la vida en un navío de guerra de la Armada inglesa en la época napoleónica. Gracias.

César Bardés dijo...

El ritmo, el argumento, las insuperables secuencias de acción, las interpretaciones...Especialmente descriptivo es ese final cuando Von Waldheim le espeta a Labiche:
-. ¿Por qué lo ha hecho,Labiche?
Y Labiche se vuelve hacia todos los rehenes que han sido ejecutados y después, dispara. Por ellos lo ha hecho...porque el arte, se entienda o no, pertenece y debe pertenecer al pueblo. De ahí esa importancia a "la gloria de Francia". Todo lo demás son giros argumentales de una inusual brillantez, con una realización de auténtico lujo, con una fotografía extraordinaria, haciendo que cada fotograma sea más apasionante que el anterior.
Por su puesto que "Master and Commander" está vista, reseñada y convenientemente analizada. Te paso el enlace por si te apetece leerlo.
https://losojosdellobo.blogspot.com/2015/05/master-and-commander-al-otro-lado-del.html
Gracias a ti.