jueves, 13 de mayo de 2010

UN CIUDADANO EJEMPLAR (2010), de F. Gary Gray


UN CIUDADANO EJEMPLAR (2010), de F. Gary Gray

Uno de los grandes errores del cine de hoy es que tiende peligrosamente a confundir lo ingenioso con lo increíble y esta película es un ejemplo perfecto de esa afirmación tan pedante. Partiendo de una premisa llena de interés, su desarrollo es apto para infantes deseosos de palomitas de colores, crédulos que no se paran a pensar en el fastidio de un guión que parece currado en los quince minutos libres para el bocadillo.
Y es que, por momentos, parecía retrotraerme a aquellos años de fascismo fílmico cuando Charles Bronson repartía justicia a voluntad en una serie de títulos que tuvieron un vergonzante éxito de taquilla. Pero aquí hay un elemento que parecía tener algunos vericuetos que merecían la pena de atravesar hasta que la falta de imaginación nos conduce decepcionantemente hasta un callejón sin salida.
Así que esta historia de un padre de familia que ve cómo sus seres más queridos son asesinados de la forma más cruel posible para que luego los culpables sean los afortunados beneficiarios de los pactos y componendas que se elaboran en los pasillos de los Tribunales no valdría un pimiento machacado por maza de juez si no fuera porque el protagonista, pasados diez años, planea una aplicación de la justicia que podría ser brillante. No hace falta más que acudir a las mismas componendas y arreglos para que lo que es una culpabilidad evidente se convierta en una libertad prostituida. Es decir, aprovechar los resquicios de un sistema que es imperfecto, que depende más de las voluntades de los gestores que de los sentimientos de los afectados y que se administra, en muchas ocasiones, con desgana, sin mayor interés que el despacho de unos papeles tan importantes como el balance de comprobación de sumas y saldos de una empresa no muy boyante. Es la justicia que se ofrece en las esquinas. Es el cartel permanente de que la justicia se vende, y se vende muy barata. Razón: La ley.
Ahí es donde estaba el germen de una película que podría haber sido incisiva y brillante pero no, es más fácil optar por el espectáculo de acción, por una burla planeada y que no se cree ni el más pintado, por un par de intérpretes absolutamente descolocados y que hicieron que me acordara de una docena de nombres que hubieran ejercido el suficiente poder de fascinación para tenerme un poco más agarrado a la butaca. Y es que, claro, el verdadero negocio del cine no son las películas. Son las palomitas que se venden ¿no es cierto, señores propietarios?
Todo en venta, ésa es la máxima que se instala en el día a día de nuestra existencia más desprotegida. Incluso la justicia, siempre representada con una venda en los ojos y con una balanza de equidad, se puede ofrecer sin ninguna ropa. Yo te doy si tú me das. Y así, por lo menos, algo obtenemos porque el resultado de un juicio, no nos engañemos, depende del juez que te toque y no de la ley que se aplique. Eso vale en cualquiera de las jurisdicciones establecidas. Somos carne de réplica silenciada. Somos peones sacrificables en aras de muchos intereses. La justicia se ofrece y enseña algunos centímetros de su piel para que piquemos el anzuelo y podamos creer que los malos pagan y los buenos son satisfechos. Todo es una mentira muy bien urdida.
Y entonces uno sale de la sala con la sensación de que no ha visto nada cuando podría haber sido espectador de unas cuantas verdades dolorosas y comprometidas. Pero no interesa demasiado que podamos pensar porque, al fin y al cabo, si hacemos funcionar el engranaje no nos podrán manipular. Más vale poner bombas por todas partes y hacer volar todo por los aires. El fuego quema y purifica. La venganza no es ciega y además es adictiva. Algo que la justicia no es. Todos somos ciudadanos ejemplares que cumplimos con nuestras obligaciones de seres humanos ¿verdad?

2 comentarios:

Unknown dijo...

Una auténtica pena, pero he aquí eso que comentamos muchas veces de como nuestra época videoclipera deglute contínuamente a elementos y temas de interés.

Viendo esta película me acordé por un momento del remake del Asalto al tren Pelham. Todo impoluto... todo explosivo.. y a veces todo exagerado.

Es una pena, porque creo que el film empieza medianamente bien. Creo que la historia tenía un punto de interesante con su enfoque de la justicia. Creo que hay estrategias dentro de lo que es montar un guión que podrían estar bien tiradas con un desarrollo serio y bien trabajado. Pero nuevamente... se pierde ante el artificio.

Un reparto flojito (Gerard Butler me recuerda cada vez mas al estático Russel Crowe) donde creo que se podía haber hecho mas con un mejor trabajo de personajes.

En fin... sinceramente, casi dos horas que podía haber invertido en otro film mas interesante.

Un abrazo.

César Bardés dijo...

Estoy totalmente de acuerdo contigo, Chus. Un guión que prometía si hubieran tirado por el aprovecharse de los mismos resquicios de que deja la justicia a los delincuentes para llegar a pactos e irse de rositas para evidenciar las carencias de un sistema que no funciona como debe y que tarda mucho en adaptarse a los tiempos.
Demasiado artificio, camino demasiado fácil para contar una historia que podría haber calado muy hondo.
Gerard Butler no tiene ni la más mínima intensidad y Jamie Foxx opta por el camino más trillado y se detiene en una serie de gestos estereotipados que hacen que sea uno más de tantos (qué lejos queda su estupendo trabajo en "Ray", que aunque es una película que no me gustó del todo, reconozco una gran actuación por su parte). Imaginemos por un momento si, sin tirar demasiado del tiempo, pusiéramos en el papel de Butler a un actor tan extraordinariamente inquietante y matizado como Kevin Bacon (y que, salvo raras excepciones, no ha tenido grandes oportunidades en el cine), lagartija capaz de introducirse por las grietas que dejan los espacios legales. Y en lugar de Jamie Foxx ponemos a un tipo capaz de dar más matices al papel y ser igualmente inquietante como Philip Seymour Hoffman. La cosa cambia ¿eh? Y eso que no estoy acudiendo a los clásicos, ni a la generación del "nuevo cine americano" (de Niro, Pacino, Caan, Duvall). Quizá ahí se hubieses atrevido a poner menos efectismos gratuitos y un poco más de chicha para morder.
Gracias por tu comentario, Chus. Siempre avizor.