jueves, 13 de enero de 2011

CAMINO A LA LIBERTAD (2010), de Peter Weir

A través de las ardientes dunas del infierno y de las estepas heladas cerca del cielo, unos hombres se introducen en ese espejismo que siempre ha sido la libertad. Han hecho su elección basándose en que es preferible la muerte bajo el yugo de la extenuación que guillotinados por la humillación de un gulag donde los espíritus mueren, los sueños desaparecen y no queda nada bajo la piel salvo unos pobres huesos que perpetuar por la simple inercia del sobrevivir.
El relato de una odisea del caminar entre mares de arena y desiertos de nieve es el motivo principal de una película que decepciona con cierto estrépito aburrido porque detrás de las cámaras hay un director de la experiencia y pericia de Peter Weir. Allí donde había un director entusiasta, con sentido de la aventura y preciso en la excepcional Master and Commander, encontramos a un tipo que es moroso en la narración, torpe en la resolución, que intenta basar la trama de su historia en la relación entre caracteres y comete errores de altura imperdonable como la introducción precipitada de personajes o la elipsis de toda evasión convirtiendo los problemas en naderías. Ahí están como ejemplos la fuga con la alambrada como principal problema y nos lo hurta con premeditación y alevosía y remata con que hay que cruzar una vía de tren que está estrechamente vigilada y resulta que, de buenas a primeras, ya no hay vía. Además, Weir quiere retener en la escena algo del aliento épico que imprimía David Lean a sus películas con esa fusión de los personajes con el paisaje que el maestro británico sabía situar en una jungla como en El puente sobre el río Kwai, o en el gigantesco y temible desierto de Lawrence de Arabia, o en las heladas estepas revolucionarias de Doctor Zhivago, o en la inclemencia del mar encrespado e hiriente de La hija de Ryan. El caso es que lo que le sale aquí a Weir es una serie de planos en los que se anda mucho y se avanza muy, muy poco.
Para darle más pescado seco a todo el viaje, Weir tiene a su disposición un reparto que se sitúa claramente en el lado de la descompensación porque poner a cualquiera de estos actores al lado de Ed Harris es poco menos que un ejercicio de sadismo. Colin Farrell, aunque parezca mentira, hace lo único que sabe hacer, es decir, es el chico de la chupa pero que cambia el cuero por el abrigo raído y el asfalto por la tundra. Lo de Jim Sturgess parece de chiste al situarlo como protagonista de una historia que expone sus limitaciones con un descarnado realismo y que deja un vacío en la cúspide de la película que hace que todo el entramado se difumine en unos paisajes que ni siquiera están bien fotografiados porque parece que se ha tenido hasta miedo de poner unos objetivos lo suficientemente grandes como para querer impresionar.
La rabia está en que lo que se quiere contar no deja de tener un cierto tinte de emoción, un deseo de ser grande cuando todo es demasiado pequeño. Hay hasta algunos errores de continuidad flagrantes y se desaprovecha con cierto desprecio tener en nómina a un actor que no sale de su papel de secundario aunque nos está acostumbrando a ofrecer cosas interesantes como Mark Strong. Y al final, el espectador se hunde en la butaca con los ojos encallecidos de tanto mirar y perder casi dos horas y cuarto buscando ser conmovido y lo único que se ha conseguido es una repetitiva sucesión de situaciones extremas mil veces vistas y una seguridad desquiciante de que, a los diez minutos de salir de la sala, se va a olvidar una historia que podría haberse trabajado más, haberse agarrado más por las solapas y menos por las botas, haberse convertido en un relato de heroísmo e impacto. Y es que narrar el precio de la libertad es una tarea que se antoja demasiado difícil en unos tiempos en los que corren vientos de cinismo, de dureza y de relativismo en los valores más fundamentales. 

6 comentarios:

dexter dijo...

Vaya por delante, Bardés, que Peter Weir es uno de mis directores vivos favoritos. Le descubrí, como todos, con la extraordinaria Único testigo y a partir de ahí me he dedicado a recorrer casi toda su filmografía, tanto la anterior como la posterior a la peli de Harrison Ford. Y la verdad es que, joer, das un repaso a la carrera del tipo y no está nada mal, eh. Es yo diría de la raza de directores clásicos “sin estilo2 tipo William Wyler, de esos que valen tanto como para un roto como para un descosido, que tan pronto te salen con un drama épico o romántico como que te salen con una comedia (qué buena era Matrimonio de conveniencia) y de todo son capaces salir más o menos airosos.

Pero, siempre hay un pero en estos casos y aquí enlazo con tu comentario de la peli en cuestión, en casi todas las películas de Weir hay una especie de minutos de la basura que se diría en deportes, momentos para el aburrimiento para que nos entendamos. Hasta en la excepcional Master and Comander que comentas, hay un momento en el que no sabes si la nave de Weir no va a zozobrar definitivamente. Yo en esta película ha habido ratos que me he aburrido, aunque sospecho que menos que tú. No desdeño ese intento por emular al David Lean más épico del que hablas, porque es evidente que Weir no es un pelanas y sabe rodar, y le sabe sacar partido al ambiente y a los escenarios en los que filma. Antes he hablado de Weir como de un director sin estilo, aunque cabe decir que si hay un tema que caracteriza su filmografía es el determinismo del hombre ante la naturaleza, y hay está por ejemplo La costa de los mosquitos. La fotografía es bellísima, aunque el tópico dice que cuando sales del cine diciendo eso, es que la película no te ha gustado. A mí a medias. Del reparto, evidentemente Ed Harris espectacular, pero no dices nada de Sarsoise Ronan que a mí personalmente me gustó cómo lo hace. Y no te metas tanto con Colin, juer, que es muy mono y en Escondidos en Brujas estaba muy gracioso. Eso sí, habría que decirle a este chico que deje ya de intentar imitar a Brad Pitt que ese ya juega en otra liga.

dexter dijo...

hay esta* = ahí está

César Bardés dijo...

Uy, cuántas cosas dices, Dex. Vamos a ver. Yo también me he recorrido casi toda la filmografía de Peter Weir aunque reconozco que se me han escapado algunos títulos de su etapa australiana, los primeros. Me llamó la atención cuando hizo esa película al filo de lo cortante que era "Picnic en Hanging Rock". Me siguió llamando la atención (a la manera de "muy bien, interesante, pero dime algo más") en "La última ola" aunque creo que estaba lastrada por Richard Chamberlain. Luego, así como por casualidad, vi "Gallipolli" y ahí ya comenzó a maravillarme. Me gustó mucho esa historia de mensajeros entre trincheras, me pareció bárbara. Me siguió pareciendo interesantísimo y rondando la genialidad en "El año que vivimos peligrosamente" y me gustó muchísimo también en "Único testigo" a pesar de la presencia del casi siempre cargante Alexander Godunov. Con "La costa de los mosquitos" me llevé una buena decepción. Me aupó otra vez para arriba en "El club de los poetas muertos", me gustó horrores. Me decepcionó profundamente tanto "Matrimonio de conveniencia", una comedieta de palomitas, como el rollo macabeo que se marcó con "Sin miedo a la vida" y me vuelve a parecer fantástico en "El show de Truman" y en "Master and Commander", aunque bien es cierto que parece que algunos momentos camina por el borde pero se nota una cierta maestría en toda la historia. Resultado: me han gustado más sus películas que menos (aunque discrepemos profundamente con "Matrimonio de conveniencia"). Aquí no me parece ni que la fotografía sea brillante, ya digo que hay objetivos que parecen estar empleados con timidez y elipsis que me parecen de juzgado de guardia. Las alambradas son un problemón...¿por qué no vemos la fuga?...La vía de tren, jolín, no, no la crucemos que está muy vigilada...plano siguiente, ya están en la frontera. Ni siquiera se pueden aducir razones narrativas, simplemente es una mera cuestión de montaje que, con toda probabilidad, ha permitido que esas secuencias se queden en el suelo de la oficina. David Lean estaba obsesionado con el detalle, con que todo encajara a la perfección (lo cual le lleva, ojo, a filmar truños como "Pasaje a la India") y aquí parece que Weir obvia el sentido dramático y sólo quiere narrar la larga marcha.
En cuanto a Saoirse Ronan, bueno, debo reconocer que en la primera versión del artículo sí que la nombré pero, como siempre, tengo el espacio limitado. Tampoco me parece nada del otro jueves su interpretación. Sigo diciendo que Ed Harris está inmenso, transmite en cada plano y ni siquiera es el protagonista. El resto del reparto está muy, muy por debajo. Lo de Colin Farrell...es que lo único que me ha gustado del pobre es "Tigerland", esa película pequeña y sin pretensiones donde Farrell parece, incluso, natural. El resto, no vale un pimiento, se pongan las chicas como se pongan.
Ea, dicho queda, espero debate.

dexter dijo...

¿Debate? Joer, cualquiera te rechista algo ahora, majo. A mí también hay más películas de Weir que me disgustan. De hecho, ahora lo pienso y la única que de verdad me ha hecho hacer bilis de verdad es Sin miedo a la vida, que no sé realmente a dónde va eso. Del resto, pues más o menos bien, aunque ya te digo que con reparos, hay momentos de esas películas en los que me aburro y me parecen puntos muertos. Hace poco descubrí Picnic en Hagning Rock, una peli extraña y fascinante. Desde luego , de la época australiana me quedo con El año que vivimos peligrosamente con ecos de la mismísima Casablanca, aunque Mel Gibson no ha sido ni será nunca Humprey Bogart precisamente. Ya he dicho que me gusta mucho Único testigo, un thriller impecable que no admite muchos reproches y que marcó mi adolescencia. Lo mismo que El club de los poetas muertos de la cual renegué durante algún tiempo para volver a aceptar después espero que definitivamente. El show de Truman me gusta mucho, tanto que me llego a tragar lo de que Jim Carrey es un actor. Me gusta Master and Comander aunque creo como ya te dije antes que entre tanto océano y tanto mar veo alguna laguna narrativa. Y bueno, sí, discrepamos en Matrimonio y la de los mosquitos, pero qué se le va a hacer, nadie es perfecto.
Y a ver que esta tampoco me parece la pera limonera. Sólo (que yo sigo acentuándolo) te digo que me aburrí menos que tú. Y te doy la razón, en la secuencia de la fuga, por un momento pensé que era un problema de la propia proyección, fíjate tú.

Carpet dijo...

Como mola, que yo me había perdido el semidebate.
Sobre Weir de acuerdo en lo que decis, aunque estoy en una posición intermedia, aborrecí "La costa de los mosquitos" (que forma de deaprovechar, reparto y tema) y me gustó "Mtrimonio de conveniencia" aunque reconozco que es una comedia menor (dado el nivel actual parece hasta buena) pero Depardieu la levanta con cada aparición en pantalla.
También estoy en parte de acuerdo con Dex, en que a Weir casi siempre se le va el ritmo en algún momento y no termina de arrancar ningún momento climax en sus pelis., ni " En el año que vivimos peligrosamente" cuyo momento más tenso es el tiroteo al coche de Mad Max y la sargento Ripley que dura escasos 2 minutos, ni en "Unico testigo" en la que el duelo final es de lo menos emocionante de la peli, ni en "El club de los poetas" pelicula de la que tambiuén renegué en su moemnto precisamente por eso, por no permitirme embargarme de emoción, es una peli que gana con su recuerdo y a la que descubres bondades ( sobre todo de guión y de interpretación ) en cada nueva revisión. "El show de Truman" me parece magnifica fundamentalmente porque Ed Harris me parece excepcional, todo está bien, me gusta, pero sin Ed creo que la película me hubiera resultado mucho menos grata. Y "Master..." en fin, que no me gusta mucho Crowe pero si Paul Bettany, aun así y reconociendo que es una buena peli, no termina de llegarme.


Y sobre Collin, pues también de acuerdo. A mi también donde más me gusta y lo descubrí fue en "Tigerland" esa buena peli pequeña y recuerdo que en aquellos tiempos comente en el chat de Terra, que Farrell y Law eran los mejores actores de su generación, me temo que eso sigue valiendo para el guapo Jude, pero no para este que se ha convertido en un maestro del tic y repite personaje sin control, hasta "Alejandro Magno" se parece al Sonny Crokect de "Miami Vice"...Vamos, que podemos jugar al juego de encontrar las diferencias entre los personajes de "Ultima llamada", "Cuestión de honor", "El sueño de Cassandra", "Escondidos en Brujas"....
También de acuerdo con Dex, en que "Escondidos en Brujas" es una peli bastante interesante.

En fin, que agradable y educativo es leeros. Lo mismo ya ni veo la peli, eso si.

Abrazos.

César Bardés dijo...

En cuanto a frikada, Dex, también te recomiendo "La noche en que los coches devoraron París", que la cogí hace ya unos cuantos años del video-club en una copia en VHS y me quedé pasmado de ver algo tan fuera de lugar en un tipo que ha destacado por su sobriedad. Por supuesto que Gibson no es Bogart, ni de lejos. Es posible que parte del buen gusto que deja "El show de Truman" es que el público más o menos serio va con un cierto escepticismo a verla por el hecho de que el protagonismo cae sobre Jim Carrey y se encuentra con que no hay tantos excesos y que es una bonita forma de destrozar los vaivenes de la vida y de explicar la existencia-no existencia de Dios, de manera mucho más tragable a la de Bergman, por ejemplo.
Carpet, es que lo que más me gustó de "El año que vivimos peligrosamente" es, sin duda, Linda Hunt, que está inmensa. Además, te diré que, en cualquier caso, la película me parece una de las mejores que se han hecho sobre corresponsales en "zonas calientes" junto quizá, aquella otra de Nick Nolte y Gene Hackman que se llamaba "Bajo el fuego". No soy fan absoluto de Crowe pero debo reconocer que "Master and commander" me resultó tan atractiva en el dibujo de los personajes que no me molestó en absoluto. Me molesta, fíjate tú, mucho más en la tan hipersobrevalorada "Gladiator", que aquí.
Por eso digo, por otra parte, que lo que hace bien Colin Farrell es el chico de la chupa. Siempre es un macarra, más o menos peligroso, por debilidad o por excesiva fortaleza. Punto. No hay más que buscar en sus personajes. En sus interpretaciones hay solamente diferencias nimias, que no admiten matices. Por eso pega tan retamadamente mal en "Alejandro Magno" (igualito que Richard Burton, vamos) porque parece ver al chico de la chupa metido en gasas de seda y haciendo del mayor guerrero que jamás ha existido. Lo que está claro y en lo que creo que estamos de acuerdo todos es en la enorme maestría de un actor de la sabiduría e intensidad de Ed Harris.
Sois estupendos. Gracias por vuestras intervenciones.