martes, 1 de febrero de 2011

MI MUJER FAVORITA (1940), de Garson Kanin

El dilema ético con mucho mal café está servido. Pongámonos en situación. Imagínense que su pareja desaparece en un viaje trasatlántico. Se deja transcurrir el plazo legal para declarar a esa persona muerta y usted, joven, apuesto, simpático y ciertamente conquistador, encuentra a otra chica que le gusta, quizá no tanto como la primera, pero se acomoda fácilmente a sus exigencias. Se casa con ella. Y, de repente, como quien no quiere la cosa, la primera mujer aparece porque nunca murió. Naufragó en una apartada isla fuera de las rutas marítimas y, después de cinco años, vuelve con el fin de recuperar su hogar y su marido. Pero aún es peor la cosa. Su mujer no estuvo sola en aquella isla, compartió soledades con un apolíneo ejemplar del sexo masculino. Y es que hay ocasiones en las que uno no sabe qué hacer.
Hay gracia a raudales en una película que obliga a elegir la mujer favorita, aquella con la que siempre se ha conectado con la facilidad con la que se enchufa el carácter. Los celos, por supuesto, fluyen en las dos direcciones pero aún así, algo hay por debajo de tanta confusión. Quizá es la seguridad de que cuando se encuentra a la persona de tu vida, ya puede haber huracanes porque eso no hay quien lo separe. Cary Grant no es cualquier cosa y supera con creces a las dos féminas en disputa permanente, Irene Dunne y Gail Patrick. La cuarta pata del banco es Randolph Scott, con su sonrisa perfecta, su elegancia deportiva y su superficialidad latente. Pero el ser humano es aquella criatura que a falta de pan, se conforma con unas buenas tortas. Y aquí hay tortazos.
En principio, Mi mujer favorita fue pensada para ser dirigida por un hombre de la distancia y buen gusto de Leo McCarey pero, justo antes de empezar el rodaje, cayó enfermo así que se pasó la batuta al mismo tipo que había ideado la historia, Garson Kanin, uno de esos escritores, dramaturgos y guionistas que siempre trabajaban con el mismo objetivo que no era otro que el de hacer reír. A él se deben guiones como el de la extraordinaria La costilla de Adán y obras de teatro posteriormente adaptadas al cine como la estupenda Nacida ayer. Aquí siguió el estilo McCarey al pie de la letra y lo que sale es una comedia estupenda, aguda, brillante, con diálogos vertiginosos, situaciones divertidísimas, Cary Grant cerrando su mirada a la vez que se cierra la puerta de un ascensor porque no es capaz de creer lo que está viendo, subidas y bajadas, entuertos que parecen difíciles de desenredar porque nos olvidamos de lo más importante de la vida como el amor. Es una comedia de altura, llena de elegancia y capacidad para que todos nos riamos un poco de nosotros mismos, lo cual dice mucho en su favor.
Eso sí, siempre que la he visto he tenido la sensación de agobio de que yo no sabría qué hacer en una situación como ésta. Puede que mi carácter sea débil y el de mi mujer sea demasiado fuerte. A lo mejor no sé hacia dónde dirigirme por la sencilla razón de que doy mucha importancia a lo que pueda decir la gente. O, tal vez, el anillo que hay en mi dedo me susurra tantas cosas al oído que, en el fondo, pienso que sólo una persona pudo decirlas con tanta ternura que no puedo reemplazarla por mucho que lo intente. Vean y ustedes verán.

13 comentarios:

Carpet dijo...

Me encantó esta peli, que tengo perdida en la memoria porque la vi hará tropocientos años. Me gusta esa sensación de bucear en los recuerdos de las pelis escondidas en las estanterias de mi cerebro y que gracias a algunos de tus post tengo que soplarle el polvo acumulado.
En los recuerdos ya no están las frases, muchas veces ni las escenas, sólo las sensaciones ý esa es no poca cosa. El paso del tiempo coloca en su sitio las obras menores ( si nos permitimos llamar así a esta ) y pervive lo placentero o lo terrible que nos hizo sentir su visionado. Es un buen termometro crítico.

En este caso yo creo recordar un ambiente casi de vodevil ( de obra de teatro con puertas abriendose y cerrandose y gente entrando y saliendo en un gran enredo ), no se si eso ocurre realmente, pero el tono de la película me lo transmitió (o eso recuerdo). También recuerdo que Cary Grant estaba estupendo, muy por encima de sus esposas como dices.
También recuerdo que yo siempre estaba a favor de Gail Patrick porque me parecía muy injusto el destino con ella y porque me parecía más atractiva que la Dunne.

En fin, un gustazo rememorar estas cosas.

Abrazos.

dexter dijo...

Pues yo no he visto esta película, pero hace muy poquito he revisado La pícara puritana con la pareja protagonista y dirigida, esta sí. Y debo decir que he tenido serios encontronazos con conocidos que afirma precisamente lo contrario que opina el Wally, que el tiempo ha machacado la película y que hoy día ya no hace gracia a nadie. Por supuesto no estoy de acuerdo en absoluto con esta apreciación. Yo me parto viendo a Cary Grant haciendo el payaso y me sorprende ver a una actriz "seria" como Irene Dunne seguirle el juego. Hay escenas delirantes y otras que bordean el surrealismo. La verdad que cuesta muy poco ponerse en la piel de los espectadores de la época y dejarse llevar por la ligereza y la intrascendencia de este tipo de historias. Anoto esta, seguro que la disfruto.

dexter dijo...

*dirigida, esta sí, por Leo McCarey. (juer cada día escribo peor)

Carpet dijo...

A ver, yo me refería a que el tiempo fija el verdaero poso que la película te dejó y la libera de artificios instantatneos dejando sólo las sensaciones.
Estoy de acuerdo con algunos de aquellos que se te oponían a que a algunas pelis el tiempo las pasa factura y se antojan mucho menos buenas ahora que cuando las vieron sus contemporaneos o incluso ante lo que fueron a los ojos infantiles.

Un caso ejemplar, pro blasfemia que pueda parecer, me ocurrió hace poco con "Traidor en el infierno" de nuestro idolatrado Wilder. Yo tenía a la película en un altar por las sensaciones que quedaron en mi memoria, hace poco pillé un pack del tio Billy más que interesante y me puse a disfrutar de ella. La tensión, la interpretación de Holden y algún momento dramático me siguieron pareciendo estupendos, pero hay en el film un tono graciosillo que yo no recordaba y que a estas alturas me parecen pueriles como poco. Chistes simplones sobre el tipo que sueña con Betty Grable, apodado chimpancé. En su momento pudieron tener gracia, hoy son una remora para un film que se agranda cuanto más serio se vuelve.

Abrazos.

César Bardés dijo...

Uy, cuántos comentarios mientras he ido a hacer un recadito para mi retoño. Así da gusto.
El caso es que es un vodevil, en efecto, aunque no llega a comedia de enredo. La gracia de la película, sin duda, está en Cary Grant y en la permanente sensación de confusión que experimenta. Aparte de eso en la cobardía que no duda en lucir porque es incapaz de decir a su nueva esposa que la antigua ha vuelto a aparecer.
En cuanto al personaje de Gail Patrick, sin duda el destino es muy injusto con ella, pero, claro, las trampas de la dirección y del guión están ahí y hacen de ella una chica ciertamente guapa, atractiva en algunos aspectos pero bastante antipática, jugando con el sucio truco de que los niños no le tienen demasiada simpatía tampoco y que ella no soporta las cosas propias de niños.
En cuanto a Dex, bueno, evidentemente quien dice que el tiempo ha machacado a "La pícara puritana" es que sabe bastante poco de lo que es una "screwball comedy". Yo creo que "La pícara puritana" era y es una joya. Y creo que "Mi mujer favorita" era y es un bonito adorno muy lucido, quizá un broche con algo de pedrería.
En "La pícara puritana", yo también me parto viendo a Cary Grant jugar con el perrito mientras "jode" literalmente la cita a la Dunne con Ralph Bellamy y me río con la clase que destila en la escena en el "night club" viendo el baile y como él mira con delectación las evoluciones en la pista de la Dunne.
En cuanto a Dunne, estoy totalmente de acuerdo con Carpet. No es que fuera una mala actriz pero tenía un puntito de cursi que la hacía correosa de tragar. Gail Patrick ya demostró lo estupenda que estaba como la hermana de Carole Lombard en "Al servicio de las damas" y no se puede negar que Irene Dunne no es fea pero, ay, no, tiene el repollito con lazos asomándose por alguna parte.
En cuanto a "Traidor en el infierno" te voy a dar un consejo sin pago alguno, Carpet. Merece muchísimo la pena verla en versión original subtitulada. Lo que se dice en la versión doblada no tiene nada que ver con la traducción que han hecho y es una estupenda película, en mi opinión. Además, Wilder no hace más que trasladar los hechos relatados por Edmund Trezcinsky que estuvo viviendo en ese barracón, el Stalag 17 y del cual existe una placa conmemorativa en el campo de concentración de Büchenwald (doy fe porque he estado allí). El barracón, naturalmente, no existe. Está sólo marcado el perímetro y hay una placa que más o menos dice así: "En este lugar estuvo emplazado el Stalag 17, barracón ocupado por suboficiales americanos y canadienses que dieron lugar a la obra de teatro y posterior película de Billy Wilder "Stalag 17"".
Evidentemente, lo que pone el cartel es aproximado porque la inscripción es en alemán y me la tradujeron. En todo caso, sí que hay una parte importante de comedia en la película y Wilder la plantea no como una mera farsa sino como una evasión de la realidad de unos tipos que ya no pueden más. Entre otras cosas, te aseguro que viendo el perímetro del barracón, el estudio en el que se montó es tres veces más grande. Tenían que estar como sardinas en lata.
Bueno, quizá eso no cambie tu apreciación, en todo caso, porque ya ha habido gente que me ha dicho lo mismo, a algunos convencí y a otros, no. En todo caso, no es ninguna tontería lo afirmado y es muy posible que el equivocado sea yo.
Abrazos a ambos.

dexter dijo...

Bueno, yo también he oído comentarios al hilo de lo que hablan Carpet, que denuncian muchas de las obras de tio Billy por ese tono "graciosillo", procaz y soez (eso dicen). En realidad, lo que hace Wilder es no dejar titere con cabeza y arremeter contra todos los tabúes sexuales de la sociedad americana de entonces, como habían hecho McCarey y Sturges veinte años antes y como hará Woody veinte años después (todos ellos con diferentes armas, claro). A mí no me molestan las procacidades del Chimpance en el barracón Stalag, ni los experimentos del Dr Egelhoffer en Primera plana, ni los curiosos hábitos de Marylin en La tentación vive arriba, en realidad todo forma parte del mismo juego. No las veo como una rémora. Quizá esa coyunturalidad es lo que hace grande el cine, que una comedia hecha hace 70 años pueda tener vigencia después de tantos años.

César Bardés dijo...

Perfectamente explicado, Dex. Bien es verdad que, en este caso que nos plantea Carpet, la verdadera intención de Wilder es presentarnos un héroe que es absolutamente despreciable y que fueron bastante famosas las disputas que tuvo con Holden durante el rodaje porque Holden quería que, en el agún momento, el Sargento Sefton tuviera algo, un detallito de patriotismo, de algo que le hiciera empatizar con el público. Wilder se lo prohibió terminantemente y aún así le dejó pasar una nimiedad, con la que no estaba en absoluto de acuerdo y es en la despedida de Holden del barracón en la que dice algo así como "Si nos encontramos alguna vez por la calle...seguid andando y no me saludéis". En esa escena, Holden tenía que desaparecer pero rápidamente y fuera de guión, volvió e hizo un pequeño saludo con su mejor sonrisa y como signo de camaradería con los demás miembros del barracón que a Wilder no le gustó nada y, sin embargo, se lo dejó pasar por amistad con Holden, que en realidad, era una personificación de lo que a él le gustaría haber sido físicamente.
En todo caso, sembrao, Dex, ni un "pero".

Carpet dijo...

Bien, cuanto me gusta este sitio, cullons...

A ver, estoy de acuerdo basicamente en mucho de lo que decís, es cierto que las procacidades de tio Billy buscaban la crítica al puritanismo imperante y así lo acepto en la mayoria de sus películas, en concreto en la nombrada "Primera plana" la crítica no sólo me parece apropiada sino ( aunque el tema sea grosero) de un acerado e inteligente sarcasmo.
También puedo admitir que la versión original sea menos "estúpida o simplona" y también se que es una adaptación de una obra teatral. Aun así veo, en la versión doblada, a la pareja Chimpancé y ¿Shapiro? demasiado cercanos a la payasada y eso ha hecho que rebaje en un pequeño grado mis excelentes recuerdos.

Por otra parte, no recordaba tanto la actuación de Holden y ha hecho aumentar mi gusto por este hombre, en este caso brindado como, bien dices Wolf, un personaje profundamente antipático pero en el que crees casi desde el principio, por mucho que sus palabras casi te duelan por su cinismo y por su falta de escrúpulos o incluso humanidad. El único interés que le mueve a intentar descubrir al traidor es la venganza por la paliza recibida.

Vale, no criticaré el envejecimiento de obras clásicas, ni siquiera el de....

Abrazos.

César Bardés dijo...

Ya te digo que comprendo perfectamente esa rebaja en recuerdos porque no eres la primera persona que lo dice. El personaje de Holden es una maravilla de cómo está trazado y demás.
Y aquí se puede criticar el envejecimiento de cualquier obra por clásica que sea, faltaría más. Hay muchas que no soportan bien el paso del tiempo, sin duda, y decirlo, siempre abre nuevas perspectivas.

dexter dijo...

Evidentemente que hay películas que envejecen mal y otras que envejecen muy mal. Pero no creo que sea el caso ni de la screwball ni de las comedias de tío Billy. Por mucho que su mensaje nos parezca superado, caduco e incluso pueril, creo que nunca perderán el encanto y la vigencia. Claro está que envejece más rápidamente una película de autor cuyo mensaje está más ligado a las circunstancias sociales y filosóficas de la época en la que fueron hechas: Bertolucci, Godard y toda la vasca.. eso sí a Truffaut o a Malle ni me los toquéis. Pero tampoco hace falta que nos pongamos tan estupendos; hace poco hablando de Nolan me decías que no sabías qué tal le sentaría el paso del tiempo a películas como Memento u Origen.
En cualquier caso, yo pienso que al cine siempre hay que acercarse con cierta perspectiva, eso es lo que importa, tanto en el cine como en la vida conviene no perder nunca la perspectiva.

César Bardés dijo...

Jo, macho, vaya día llevas. Ponte a escribir lo que sea porque estás excepcional. Totalmente de acuerdo contigo de nuevo. Brillante la alusión a las perspectivas. Efectiva tu alusión al cine de autor que, muchas veces, son producto del momento. Antonioni envejece muy mal (sólo hace falta echar un vistazo a la tan nombrada "Desierto rojo" para verlo). Sin embargo, Truffaut y Malle hicieron un cine atemporal, con ansias de permanencia, cosa que no ocurre con Godard, más atento al momento y a la vanguardia que al mero hecho de narrar. Muy bien, Dex. Ahí está lo superhipervalorado que estuvo Ken Russell y lo superhiperanticuado que se ha quedado. Cuando se estrenó "Lost in translation" de la Coppola, todo el mundo dijo que era la leche en bote de cristal y ya empieza a haber alguna voz que dice que, bueno, que no es una película tan buena. Que tiene sus virtudes en Murray y tal pero que es una peliculita sin mucha trascendencia y es que, efectivamente, cuanto más se gana en perspectiva, más fácil es ver el bosque.

Anónimo dijo...

06:00 am en Providencia/Santiago/Chile. Qué agrado iniciar el día leyendo esta historia que nos cuentas César, así como comentarios de las demás personas. Ganas inmensas de hincarle el diente a esta comedia (un género superior en todas las capas, un comedia necesita de un talento extra). Gracias por compartir de manera tan entretenida todos, sin duda saben mucho. Es tiempo de trabajar y solo decir gracias.

César Bardés dijo...

Gracias a ti por tu comentario que, la verdad, es una inyección de ánimo en tiempos que se antojan difíciles. Si la encuentras, espero que disfrutes esta comedia de altura, con unos intérpretes geniales y que, sobre todo en su primera mitad, hace que no se te caiga la sonrisa de la boca. Un saludo y gracias por tus palabras. Estoy seguro de que Carpet y Dex también te lo agradecen.