jueves, 17 de marzo de 2011

EN EL CENTRO DE LA TORMENTA (2009), de Bertrand Tavernier

La bruma siempre escupe algún muerto desde las entrañas de su estómago de agua. El pasado y el presente se funden para urdir un misterio que sólo puede ser resuelto por un hombre que es ambas cosas. Nueva Orleáns está aún moribunda después del huracán y es fácil encontrar la depravación a la vuelta de cualquier esquina. Así la fantasía se encuentra con la inteligencia y el enemigo es una naturaleza que se niega con insistencia a doblegarse ante la presencia de la civilización.
Hace unos cuantos años ya se hizo una película con el personaje del detective Dave Robicheaux como protagonista. Se llamaba Prisioneros del cielo, de Phil Joanou, con Alec Baldwin interpretando a ese policía que se tiene que tomar un descanso porque el alcohol le ha hundido en la miseria del sin sentido que le rodea. Ahora, un director como Bertrand Tavernier, cinéfilo empedernido y autor de maravillas como Coup de torchon, Alrededor de la medianoche o Capitán Conan toma el relevo y decide que ya es hora de que el investigador se enfrente a sus fantasmas, ajados, rancios y necesariamente bondadosos, para poder resolver un asesinato que presenció cuarenta años atrás y que se halla conectado a una serie de crímenes repletos de crueldad y salvajismo en la Nueva Orleáns que aún no ha resurgido después del Katrina.
Y así, Tavernier articula lo que podría denominarse una película de cine negro sobrenatural. Robicheaux (admirablemente interpretado en esta ocasión por Tommy Lee Jones) habla con seres que pueblan los rincones de su imaginación para no renunciar a sus principios aunque sea a costa de tener una cierta inventiva en algunos pasajes de la investigación. Al final, sólo quedará la certeza de que es un hombre que tiene mucho más pasado que futuro, que todos los recuerdos marcan y perfilan un destino que parece tener querencia hacia el infierno y que siempre hay que tener una pistola de repuesto por si todo apunta hacia la culpabilidad.
Al lado de Tommy Lee Jones, hay que destacar la extraordinaria sensibilidad de una actriz tan habitualmente desaprovechada como Mary Steenburgen, bellísima en su madurez y serena en su trabajo, contrapunto ideal para ese detective que parece que, por momentos, se desequilibra y pierde el rumbo porque ve lo que le convierte también en fantasma. Y es que todos hemos hablado solos creyendo que nos está escuchando un amigo imaginario, un personaje histórico o una incógnita vestida de vacío. Después ya viene la lucidez, el despertar hacia una realidad que se empeña en mostrar su lado más feo y menos noble, muy alejada de la caballerosidad que admitía el empeño injusto aunque la batalla fuera una hazaña.
No cabe duda de que Tavernier no quiere en ningún momento caer en las típicas relaciones que se establecen en una película negra y desea mostrar el interior algo nublado por el alcohol reseco de un hombre que se obsesiona con hacer justicia y eso hace que todo el conjunto se desarbole por abajo como una raíz que poco a poco va abandonando la tierra. La reacción de quien asiste a todo ello es de extrañeza y de lejanía pero hay transiciones modélicas y una utilización del paisaje que también parece en trance de ruina que pasa por un retrato del verde transformado en rojo. En cualquier caso, la historia se mueve por senderos de originalidad, de choque de ambientes que hacen que el cine se encuentre con la desgracia, que el viejo enemigo del instituto se haya convertido en un mafioso amenazante y que el chivato de turno diga todo cuando en realidad no dice absolutamente nada. Y mientras, sentimos que el suelo se mueve bajo nuestros pies porque de lo que se trata es de esconderse en las aguas profundas de un pantano que encierra todas las preguntas. 

2 comentarios:

dexter dijo...

No me llamaba demasiado la atención esta película, al menos ir a verla al cine; es una de esas típicas cintas que te reservas para cuando salga en DVD - que muchas de ésas al final tampoco las ves- pero por unas cosas u otras ayer acabé viéndola en pantalla grande. Y he de decir que para nada me arrepiento de ello.

Me parece una película muy interesante y con mucha personalidad. La historia si se quiere no es nada del otro jueves - de hecho a mí no sé si por vagancia o cansancio se me quedaron algunos cabos sueltos a nivel argumental especialmente en lo que al personaje de John Goodman se refiere. En lo que acierta Tavernier, como siempre, es en la creación de ambientes y atmosferas que es lo que termina dando a la peli la personalidad de lo que antes hablé. Me fascinó esa recreación del profundo sur - mil veces vista pero que no resulta cargante- ese realismo mágico sureño representado en las visiones que tiene el protagonista, con su blues - magnífica banda sonora- los residuos de un racismo aún vigente... Me gusta el uso de la voz en off que conecta la película con el mejor cine negro de toda la vida - y que a diferencia de otros films "negros" de la época actual aquí tampoco molesta. Me gusta también la contextualización que se hace con la época actual gracias al asunto del Katrina.

He dejado para el final hablar algo del trabajo de los actores. La verdad es que cuando vi en pantalla a Mary Steenburgen me vino a la cabeza la palabra "serenidad". No recordaba que habías utilizado el termino para referirte a ella en tu comentario a pesar de haberlo leído en su día. Pero es evidente la asociación de ideas. Peter Saasgard que nunca me ha convencido demasiado- es el principal pero que le pongo por ejemplo a la estupenda "An education"- aquí creo que está bastante acertado. A John Goodman lo veo algo más descontrolado de lo habitual, claro que el personaje se deja. Y claro, el que está excepcional como siempre es Tommy Lee Jones. Un tanto por cierto muy elevado de la famosa personalidad que le veo al film la aporta él. Con ese físico tan particular y esas arrugas en el rostro que son como pliegues en el alma de un hombre que lo ha visto y lo ha vivido todo, cualquiera.

César Bardés dijo...

Yo creo que, a pesar de lo que digan algunos, Bertrand Tavernier es un realizador muy interesante. Es cierto que el personaje de John Goodman es el que queda más desdibujado porque parece que es el tipo que inspira temor y luego nada de nada. Está claro que una de las grandes bazas de la película está en el rostro de Tommy Lee Jones que, sólo con aparecer, ya tienes una idea de lo que ese hombre ha vivido. También estoy de acuerdo en que, por una vez, Peter Sarsgard acierta con el tono del personaje (es increíble que un actor así le cueste tanto eso mismo, "dar con el tono" de los personajes que interpreta). De Mary Steenburgen siempre he estado un poco enamorado, la verdad. Desde "Muerte en invierno", de Arthur Penn hasta "La comedia sexual de una noche de verano" de Woody Allen, siempre me ha parecido una actriz muy desaprovechada, con un físico muy particular, elegante y estupenda y, sin embargo, poca repercusión ha tenido. Por cierto, era la mujer de James Olson en esa pequeña maravilla poco reivindicada y que a ti te encanta que es "Ragtime".
Los pantanos de Louisiana...cuántos misterios deben encerrar. Yo creo que, sobre todo, es un crimen contado desde la perspectiva de un detective que tiene que hablar con fantasmas para no volverse turuta.