martes, 1 de marzo de 2011

SHAKESPEARE ENAMORADO (1998), de John Madden

Quisiera ser el mensajero alado para haceros llegar mi admiración por un puñado de cómicos que pusieron en escena un amor, un proceso de creación y una rebelión del arte por encima de las normas sociales y del equivocado honor del dinero. Ante tales circunstancias podemos deleitarnos con actores de precisión inusitada apoyados en unas letras escritas por Sir Tom Stoppard, con toda probabilidad, uno de los mayores expertos en la obra del bardo de Stratford-on-Avon, que rebosan elegancia y que aúnan las constantes de la luz emanada de unas palabras que se elevan por encima de los pobres espíritus mortales que tenemos la fortuna de asistir a tal representación.
Así pues, llevados a lomos de gloriosas páginas de expresividad inmortal, nos hallamos maravillados con la certeza de que cuando el amor loco, verdadero irrepetible y apasionado hace su aparición y se instala en el alma y pensamiento de un hombre, los pasos de aquella a quien ama quedarán grabados en las líneas que escribe dejando a su paso un reguero de letras que no son más que huellas del hondo sentimiento que le cubre y le embarga. Y así, ese ansia de creación nunca dejará de brotar con claridad de la inquieta mano que revolotea sobre el pergamino cual mariposa en busca de su flor, cual tacto que, con empeño, busca la carne de quien se ama con hambre de deseo y de creación del mismo amor resumido en unos pequeños instantes de eternidad.
Más allá de todo eso, boquiabiertos quedamos, vive Dios, de los usos y costumbres isabelinos no por injustos, menos pintorescos; de la feroz rivalidad de un tiempo en que la evasión era arte y, como no podía ser menos, el arte, prescindible. Tal era el razonamiento de aquellos que se rodeaban de todos los lujos menos de la cultura, haciendo de los tiempos un mero arrebato de corrupción, semilla de rebeldía para quien no tenía el lujo, pero pagaba su entrada para ser transportado al heroísmo y al romance de quien ponía la poesía donde sólo había la miseria.
También estamos allí donde el prejuicio se convertía en norma; donde las ideas se secaban en el interior de una jarra de vino en busca de la frase limada en sus aristas; donde el alma se convierte en representación y el escenario en campo de batalla en un hermoso duelo contra la incomprensión y el hastío.
Versos de belleza nunca marchitada, aventuras del cielo para rescatar al amor cautivo, la muerte injusta en el silencio breve antes del aplauso, el amor en la tinta para escribir amor. Y ella...ella caminando entre estas letras que a William Shakespeare tanto hubiesen irritado. Genialidad con el respaldo de la apuntalada pasión mientras un teatro se convierte en reino y  hay monarcas presenciando la sublime escena. Telón, damas y caballeros.  


2 comentarios:

dexter dijo...

En cualquier caso, creo que es una película y el tiempo lo ha demostrado a la que le hizo mucho daño ganar los Oscars que ganó en su día y encima frente a Spielberg y al soldado Ryan. Muchos la consideran por ello una peli sobrevalorada. Yo no soy quien para juzgar de tal modo una peli en función de los premios que ha ganado; tampoco es que le haya profesado nunca una fe ciega a los Oscars y no creo que sea cuestion de empezar a profesársela ahora que Christian Bale tiene uno.
De esta película me gusta especialmente su dirección artística, la recreación de una época determinada, también se me hace atractiva la idea de fantasear en cómo hubiese sido la juventud de Shakespeare y la genesis de su obra más conocida.

César Bardés dijo...

Es cierto que últimamente se ha venido considerando esta película como "menor" (los impresentables del canal 24 horas así la calificaron, y digo impresentables porque no tenían ni idea de quién era Eli Wallach, por ejemplo) y tengo que decir que a mí no me lo parece. Primero, con todos los respetos hacia "Salvar al soldado Ryan", que me parece estupenda y de la que he hablado también aquí, a mí personalmente me parece una película mucho más redonda a la que no sobra ni una sola escena. Su guión es simplemente maravilloso porque contiene mucho Shakespeare, mucho Marlowe y en él se pueden reconocer hasta citas de Góngora (sí, sí, como lo digo). Es muy atractiva la idea de la juventud de este gran autor y de cómo el amor es el motor principal para la inspiración de los más grandes. Medir esta película a través de los premios es poco menos que ingenuo. Yo creo que es una excelente película, que no ha tenido precedente y tampoco continuidad, por eso también me parece muy valorable. Es obligatorio decir que a los actores, a los de verdad, les encanta esta película por el retrato que hace de los cómicos y de su oficio en una época en la que eran poco menos que unos apestados, gente de mala vida que se dedicaba a entretener a cambio de un montón de murmullos y de no hacerles ni caso en un trabajo tan duro como la escena en aquellos tiempos. Además, es muy fiel en lo que era la puesta en escena de los espectáculos que proponía Shakespeare porque exigía que el público pusiese de su parte en un esfuerzo por imaginar toda la escenografía que faltaba en la actuación. Yo creo que es una pequeña joya.