martes, 24 de mayo de 2011

EL ÁNGEL AZUL (1930), de Josef Von Sternberg

Bajar los peldaños de la dignidad es un ejercicio tan fácil como caer. Un día, la vida es metódica, aunque solitaria; ordenada, aunque vacía; pulcra, aunque cuadriculada. Al día siguiente, la vida es una fiera desbocada, un monstruo devorador, una comezón salvaje que te entierra como hombre y te resucita como pasión. Y la pasión no es suficiente si a cambio sólo se recibe la terrible y más desoladora de las humillaciones. Esas ciudades de fantasía, de casas apretujadas, callejones estrechos y sombras alargadas, poco a poco, se van convirtiendo en ratoneras con espejos en los que se ven reflejadas una enorme y ridícula careta de payaso. Despeinada, patética y tan olvidada que ya no se reconoce a ningún hombre bajo ella.
Cuando todo es tan triste, tan mortecino y la existencia es una sucesión de barroquismos agobiantes y sin sentido, la garganta traiciona y el grito que sale de ella es de dolor, es de furia, es de rabia, es de odio, es de amor, de amor perdido, de amor en espejismo, de amor que sólo fue soñado. Ella sólo come carne fresca y disfruta con el juego de la humillación. Todos sus motivos se basan en eso. En rebajar la dignidad hasta que ya no haya más que asentimiento. Ella, en realidad, es un ángel azul exterminador.
La locura es la única salida. El regreso es la única obsesión. Volver a recuperar lo que es imposible es algo tan impensable como cercano. Aquella mesa con olor a madera. El característico olor a goma de borrar de las clases. El ruido de la tiza estrellándose contra la pizarra. El crujir de las hojas que daban autoridad, falsa autoridad, ridícula autoridad, pero autoridad, al fin y al cabo. El café todas las mañanas. El reloj dando la hora. La muerte siempre puntual. Unos polvos sobre el inmaculado traje y ya la visión se difumina, se torna confusa y el refugio en forma de un amor que no existe y que se presenta bajo el siempre engañoso disfraz del deseo es el principio de la certeza de que no eres un hombre, de que no eres ni medio hombre, de que no eres.
Alemania entre sueños, al borde del nazismo y educando a hombres-niños crueles, sin sentido de la decencia y que luego pretenden dar lecciones de moralidad a través de la acusación y de la incoherencia. Adiós a ese país de rectitud constante y de rigidez obsoleta. Bienvenido al nuevo futuro. Un futuro que no es más promesa que la ruina y la sangre. Emil Jannings lo supo bien cuando, quince años después de esta película, salió por las calles de un Berlín destruido por las bombas con su Oscar en la mano y gritando: “No me maten. No me hagan nada. Me dieron un Oscar” sin saber que eran los soviéticos los que entraban en la ciudad. Profesor Unrat redivivo. Marlene Dietrich se marchó con el director Josef Von Sternberg. “Sin ti, yo no sería nada” y le dijo hasta nunca. Lola-Lola cantando otra vez, recitando su balada de noches de humo y de palabras de engaño. Mientras, él, conocía una y otra vez al fracaso y se agarraba con entusiasmo a la idea de hacer algo que mereciera la pena. El cine tiene estas cosas. Es como la vida sólo que en menos tiempo.

6 comentarios:

dexter dijo...

"El cine tiene estas cosas. Es como la vida sólo que en menos tiempo"

Simple y genial. Me ha hecho recordar a aquella otra del maestro Mank que decía algo así como "La diferencia entre la vida real y las películas es que un guión tiene que tener sentido. La vida no."

Gracias, maestro. Suerte con el conversacines.

César Bardés dijo...

Muchas gracias, Dex. La verdad es que la inspiración, a veces, viene de la manera más tonta y no sabes nunca si has acertado o no. En cuanto al conversacines, esta noche no intervengo por "overbooking" pero el siguiente va a ser algo especial, a ver si sale bien.
Y de maestro, más bien poco. En todo caso, tan graduado como vos, caballero, Dex.

Raquel dijo...

Comparto contigo ese regusto último de crueldad humana que deja la película y la herida mortal de la dignidad de uno mismo traicionada.
Te echamos de menos en el programa.

Un saludo y enhorabuena por el blog.

César Bardés dijo...

He escuchado hoy el programa y debo decir que con quien más de acuerdo he estado en todo momento ha sido contigo porque para nada comparto esa visión de que "ella no es una chica mala". Yo creo que disfruta rebajando a los hombres, tal y como hace con los chicos del colegio del profesor Immanuel Rath. Su crueldad moral es evidente e innata y por eso, tam bién es tan brutal el descenso a los infiernos del profesor. No sé, puede que yo esté equivocado pero no me parece ninguna idiotez decir que ella es mala y que además no puede evitarlo. Además tampoco creo que el enamoramiento del profesor sea tan puro cuando, en realidad, lo que tiene es un "encoñamiento" de narices, como tampoco veo que la película esté desprovista totalmente de una mirada expresionista. En todo caso, como siempre interesante el coloquio, permíteme decir que estuviste muy acertada y que, de vez en cuando, también es bueno escucharos "desde fuera".
Un beso y ya sabes que esta es la casa de todo el que quiera decir algo sobre cine.

duermevela dijo...

Nunca me convenció del todo esta película. Pero la que si me encanta por encima de toda su filmografía y no se exactamente el por qué, es "Marruecos".

Ok que las dos escenas de acción son pésimas, pero es que el final de Marruecos tirando de la cabra por la arena y lo que te dice ese plano es para quitarse el sombrero.

No se si has comentado "Marruecos" en estos lares, pero me gustaría leer una reseña tuya sobre el susodicho filme.

César Bardés dijo...

Hola, Duerme, bienvenido a estos lugares de cine y charla. A mí me gusta bastante "El ángel azul", versión alemana, sobre todo. Ahora bien, reconozco que "Marruecos" es una maravillosa película, como lo es también "Capricho imperial" o la estupenda "El expreso de Shanghai". En todo caso, anoto la sugerencia de "Marruecos" pero, con tu permiso, lo dejaremos para septiembre porque estoy de trabajo hasta arriba. Será un placer. Gracias por el comentario y bienvenido de nuevo.