jueves, 19 de mayo de 2011

MEDIANOCHE EN PARÍS (2010), de Woody Allen

París tiene que recibir a quien la visita bajo las notas precisas y claras de una melodía de Sidney Bechet. El saxofón nos va sirviendo de guía para una ciudad que es luz y es inspiración, que es pasión y es ambiente, que es una caricia del cielo y un abrazo del aire. Por sus calles, se respira el presente, el día a día de una ciudad insustituible en el corazón y tentadora en el sueño. Por sus rincones puede estar el pasado tomándose un café y hablando de la veracidad de la ficción y de la fuerza de la belleza.
Y así, París es refugio y futuro, y es respuesta aunque no solución. Eso, como buena ciudad que refleja estados de ánimo, lo deja para los que buscan una razón para sentirse bien con la rutina, con esa misma actualidad que hay que vivir y aprovechar por más que queramos huir de ella adentrándonos en pretéritos idealizados, en conversaciones surrealistas de cuadro y cine, en la imaginación de unas palabras que podrían haber dicho ídolos de letra y bohemia, de leyenda y rebeldía. La realidad se pone en fuga cuando no hay arrestos por enfrentarnos a ella, cuando sabemos que lo que nos espera no es la salida, cuando lo próximo va a pasar tan rápidamente que será gasto de vida en demasiado poco tiempo. La valentía consiste en salir de ese ensimismamiento y buscar lo que de verdad hace de nosotros lo que somos, lo que sentimos y lo que amamos porque el amor, al fin y al cabo, siempre suele ser un espejismo que se niega a ser permanente para preferir ser un momento fugaz en el que las letras se vuelven actos y los acentos son el ruido de los besos.
París también es lluvia y noche. Es un puñado de gotas que imploran ser río en la piel y una oscuridad herida por el brillo de las calles mojadas y de la charla querida. Es el aroma del Hemingway pendenciero, del Dalí trastornado, del Buñuel perdido, del Scott Fitzgerald confuso, de la Josephine Baker hipnotizante, del Picasso inconformista, de la Gertrude Stein tranquilizadora, del Modigliani conquistador, del Rodin que hizo del amor, escultura; del Toulouse-Lautrec solitario, del Degás afable, del Gauguin explicativo, del Cole Porter ingenioso, del Man Ray lógico, del bullicio del entrechocar de copas llenas de talento seco, de la música que agitaba los cuerpos como cocteleras mientras corrían los años y la locura se convirtió en prisa y no hubo tiempo para nada más. París es un canto de amor a unos cuantos artistas irrepetibles y una crítica acerada contra los falsos intelectuales de palabras huecas, vacías y sonoras. Es adentrarse en una novela para ser un personaje. Es hacer del amor, un baile. Es un día encontrándose con la noche.
 Woody Allen vuelve a llenar de magia todos los huecos que la sonrisa va dejando atrás. Tal vez porque sabe muy bien que el pasado es una lección pero no es un lugar en el que una línea quiera instalarse. El presente no deja de ser una promesa que hay que exprimir porque luego, será tarde. El futuro... ¿A quién le importa el futuro? Es esquivo e irreal. Es sorprendente porque puede que esté en una tienda, en un puente, en una lluvia de primavera, en un viejo disco de cera o a la vuelta de una esquina con encanto. Todo es una invitación a vivir y lo que fue pasado, fue presente pero nunca puede ser futuro. Y esta película, mientras se vive, deleita y ofrece un lugar cómodo donde olvidar y también dice, con la voz quebrada de una mujer que es capaz de expresar todo con un beso y una mirada, que hay que salir con decisión y llevar el equipaje del atrás para poder dar el siguiente paso. Y ese quizá sea el comienzo de la pasión.
Y sólo con esa pasión brincando en el interior, tendremos la seguridad de que estamos escribiendo los renglones adecuados de nuestra existencia. Es la magia y la grandeza que se crea cuando damos al destino con la puerta en las narices. 

24 comentarios:

dexter dijo...

Acabo de ver la película hace muy poquitas horas, esta misma noche, y estaba saliendo del estado catatónico en el que me encontraba. Pero he leído tu artículo y me temo que he vuelto a recaer. Cuando recupere la capacidad del habla y esas cosas, si eso vuelto a entrar y te escribo algo.

César Bardés dijo...

No me lo creo, pero te juro, Dex, que me estoy partiendo de risa. Qué bueno.

Carpet dijo...

Hace poco comentaba a propósito de esta película cuando me preguntaban si me había gustado que yo en el cine hay lo que llamamos "peliculones", grandes películas cargadas de espectáculo y sorpresas, de fuerza y energía, pletóricas y exuberantes cuyos errores y detalles quedan casi ocultos por la grandiosidad: "Apocalipse Now", "Lo que el viento se llevó", "El hombre que pudo reinar", "Sin perdón",...
Hay también "obras maestras" películas que contienen recursos, temas, tratamientos o miradas que están por encima de cualquier otra, que no pueden sino referentes de obras posteriores, que se colocan en un nivel inalcanzable para todas las demás: "Sed de mal", "Vértigo", "Atraco perfecto", "Perdición", "El padrino",...
Y luego están las "películas maravillosas", esas que aportan al espectador (no tiene porque ser a todos) un plus de placer, un enamoramiento con la historia, con los personajes, con las imágenes, una sensación que te haga sentir amor hacía las cosas, hacía las gentes, que te haga más humano: “El hombre tranquilo”, “Carta de una desconocida”, Los puentes de Madison”, “La fiera de mi niña”,…
Entre esas películas deliciosas yo colocaría esta “Medianoche en París”.

Está claro que Allen busca el cliché para encontrarnos a todos, la belleza de París magnificada en esos maravillosos 5 primeros minutos previos, el romanticismo, la cultura, la vida interesante y mágica de una ciudad maravillosa. Somos turistas, nunca habitantes de ese Paris de Woody, ni los personajes que trabajan allí no son mostrados como parisinos que sufran el metro, los atascos, el calor o el frio, son parte también de la postal. El paseo por escritores, pintores, editores, músicos está también cargado de caricaturas, el broncas y brutalmente sincero Hemingway, el elegante y caballeroso Fitzgerald y todos los que has ido mencionando, incluida una bellísima parisina bohemia y encantadora capaz de enamorarse del arte y los artistas con suma facilidad.
A toda esa ciudad y paisaje humano maravilloso le enfrentamos a los americanos (casi del tea party) consumistas y caprichosos, incapaces de disfrutar de la belleza, un pedante (este si que con su título merecido) engolado, enamorado de si mismo y encantado de escucharse. ¿Faltaba algo para que el París que ve el alter ego de Woody nos gustase más?
A veces, ya lo hemos comentado, el oficio de contar cosas es más complicado de lo que parece, porque una historia común, un conjunto de clichés y tópicos pueden ser fácilmente una estupidez supina, lo difícil es dotarla de sensibilidad, de trascender y conseguir que los espectadores vivan eso y se enamoren, de la ciudad, de los años 20, de la época dorada, de la francesa, del americano,…Yo salí del cine convencido de haber visto una de “mis” películas maravillosas.
Y he de decir de que además de la magnética y preciosa Cotillard (otra a la que Woody hace lucir sobremanera), de una más que aplicada McAdams ( con cierto parecido a la Johansson de “Vicky Cristina Barcelona” ) y de un estupendo Michael Sheen (en realidad un gran papel), me llevé una alegría especial con Owen Wilson a quien ya defendí aquí alguna vez y que creo que compone un alter ego de Allen de los mejores que recuerdo.
Estoy conmocionado como Dex….Me encantó.

dexter dijo...

Creo que ya voy saliendo del coma. Bueno, yo ahora ni siquiera me atrevería a calificar "Medianoche en Paris" como una película "convencional". Para mí lo de ayer es una experiencia única y gozosa que no se va a volver a repetir. En estos momentos, me gustaría sufrir un ataque de amnesia para poder volver a entrar a ver la película y poder disfrutarla como si fuera la primera vez. Mañana, volveremos a ir al cine, y es probable incluso que nuevas películas y nuevas historias, pero ya nada será como esto. A esto hay que darle de comer aparte, y me podéis llamar exagerado, pero no estoy analizando la película como una experiencia cinematográfica sino como una experiencia vital. Es difícil salir del cine (y quien dice del cine dice del fútbol o de un concierto) con una sonrisa de oreja a oreja, y aún es más difícil que esa sonrisa no se te haya borrado de la cara horas después.
Ahora bien, si se trata de elogiar los valores estrictamente cinematográficos de la peli, alabaría por supuesto ese glorioso prólogo al más puro estilo "Manhattan" (una ciudad que latía en blanco y negro al ritmo de George Gerswin, claro que Cole Porter inspira más el color), me desharía en elogios ante un sorprendente Owen Wilson, un magnífico Michael Sheen o un divertido Adrien Brody (menos mal que esta vez los Renoir de la ciudad tuvieron a bien hacerse con una copia en VOSE). Destacaría algún gag de nivel como siempre(memorable el de Buñuel y "El angel exterminador"), así como la belleza de París y de Marion Cotillard (no sé en qué orden eactamente). Por poner algún pero, señalaría alguna situación que suena a "deja vu", como el retrato de la familia norteamericana, y que da origen a gags que no se echan demasiado en falta.

Estoy hablando mucho y desvariando. Deben ser los delirios febriles. Me retiro a descansar, y luego si acaso continuamos.

César Bardés dijo...

¿Sabéis? Leyendo vuestros dos comentarios, he sentido durante algunos segundos el inmenso placer de pasear por unas calles adoquinadas con dos amigos, hablando de Hemingway o de Cole Porter, o quizá de mi próximo libro, o de vuestros proyectos. Ha sido una sensación muy agradable y siempre de agradecer.
En cuanto a la película en sí, creo que es una película de ambiente, de esas que te envuelven con la magia y el misterio de esa espléndida fotografía de Darius Khondji (el director de fotografía habitual de David Fincher), de esas luces que invitan al whisky y a perderse en auténticas conversaciones con gente irrepetible en una era irrepetible. Es una delicia verla porque la película, más que un argumento, es una situación y una vivencia que a todos nos gustaría experimentar. Preciosa Cotillard y muy bien, como siempre. Divertido Brody y muy adecuado. Estupendo Owen Wilson. Aplicada, sí, Rachel MacAdams. Despreciablemente bueno el trabajo de Michael Sheen. Tan encantador como breve el de Carla Bruni. Y el ambiente que ese director sabe imprimir valdría por un montón de películas que no dicen absolutamente nada. Él, con la imagen y la cálida mirada que emana de sus ensoñaciones, hace que nosotros también nos pongamos a soñar con esa época en la que nos hubiera encantado existir y en la que, muy a menudo, nos refugiamos para huir de esas negaciones que nos frustran y nos hacen parecen tan indecisos e inmaduros.
Fantásticas vuestras apreciaciones. Medianoche en Internet.

Carpet dijo...

Anoche, además, pillé en el Plus una entrevista de Iñaki Gabilondo a Vargas Llosa, hablaron de todo, literatura, política, de donde viene y a donde creen que va el mundo....
Esta mañána eché un vistazo a la acampada popular de Sol, aunque me ha decepcionado un poco, demasiada ingenuidad, demasiada dispersidad e incluso demasiada ignorancia...

Y el sábado Woody y París, es imposible no pensar que otro mundo es posible, donde la belleza, la idea de la justicia y la cultura sea valorada y se disfrute.

Algo de todo eso encuentro en este blog y por eso vengo.

Abrazos.

César Bardés dijo...

Totalmente de acuerdo con tu apreciación sobre la acampada de Sol. No es eso, no es eso. Y precisamente esas carencias que tú apuntas con acierto son las que harán que todo eso sea instrumentalizado por el listo de turno y hasta me atrevería a decir cómo se llama.
Y sí, también Woody puede llegar a hacernos pensar que con todos esos tesoros que el pasado nos ha dejado, por fuerza tenemos que ser más sabios.
Muchas gracias, de verdad, por decir que algo de eso encuentras en este blog. Un gran piropo que es todo un regalo en estos días que corren.
Un abrazo grande.

Eme soy dijo...

Te leo y como siempre, César me dejas flotando, como si entre nubes estuviese caminando, no he tenido el placer todavía de verla y ganas no me faltan y en cuanto tenga ese tiempo que necesito volada voy a disfrutarla, además de recordar vuestras magnificas impresiones.
Os leo y oigo tintinear en susurros esas palabras y me veo inmersa paseando por esas calles de París..., en fin que después de vuestras detalladas sensaciones es una película que no debe dejarse en el tintero y os envidio por haberla disfrutado.

Un saludo
María

dexter dijo...

Pues precisamente, María, como he dejado claro, yo te envidio a ti porque vas a tener el privilegio de disfrutar esta maravilla por primera vez.

César Bardés dijo...

Espero que esa sensación de estar flotando sea agradable y que disfrutes de París en todas sus líneas como Woody intenta transmitirla. Bien líneas de pintura, bien líneas de literatura o bien líneas de vida con su toque absurdo. Yo también comparto la envidia de Dexter porque me gustaría verla de nuevo como si fuera la primera vez, así que, si vas a verla, reserva dos asientos para un par de soñadores...
Un beso y gracias por esas líneas tan bonitas.
Un abrazo, Dex.

Carpet dijo...

Bueno, que sean tres asientos...no pondré las palomitas, pero a un croissant en una terracita del barrio latino si que invito.

Es tal y como te dice Maria, un mágico disfrute...No estoy yo seguro de que no se pueda sentir igual en una segunda sesión, quizá puede que más, tal vez anulada la sorpresa puedas cerrar la boca y prestar atención a los paisajes maravillosos.

Creo que tendré que comprobarlo.

César Bardés dijo...

Uy, pues que sean tres asientos, María. Yo lo de los croissants en el Barrio Latino no me lo pierdo. Y además alrededor de esos deliciosos bollitos podemos tener repetición de la jugada comentando los principales lances. Así, quizá, se disfrute la cosa como que dos o tres o las veces que hagan falta.
Sí, Carpet, yo también tendré que comprobar eso. Creo que no faltará la magia nunca, sólo faltará la sorpresa.

dexter dijo...

Teniendo en cuenta que "La rosa púrpura del Cairo", película con la que no sin razón se ha comparado esta última, resiste mil y un lavados, yo tampoco creo que la magia se pierda.

Por cierto, que me he puesto a pensar y no estaría nada mal que en un momento dado Owen Wilson o Marion se nos quedasen mirando fijamente a los 4 y nos dijesen aquello de "Chavales, veo que os encanta esta película". Y al final acabásemos compartiendo esos cruasans junto a Scott, Cole, Pablo o Salvador.

César Bardés dijo...

O junto a Luis, que aún se estaría preguntando por qué no podríamos salir de la terraza... Quizá porque no podría haber mejor compañía...

dexter dijo...

Ahí te he visto sembrao, Bardés. En fin, me voy al Charles De Gaulle para pillar un vuelo y plantarme esta tarde en Casablanca.

Eme soy dijo...

¡Heeeyyy! que siiii faltaría más y que orgullosa me voy a sentir con tan agradable compañia, charla y disfrute del paseo, por todos esos rinconcitoos.

París.., con ese aroma tan especial, esa luz y que por mil veces que se visite siempre tiene algo nuevo en su luz.

Chicooos.., a por ello
María

Carpet dijo...

¿por la tarde, Dex?...Sin duda sería mucho más divertida la noche en Casablanca.

Y por cierto, ¿no os parece que están los vuelos low cost inspirados en el camarote de los hermanos Marx?

Carpet dijo...

Ah...por cierto, a Casablanca, no...pero hasta el miercoles no os veo, que me voy unos dias a Marrakesh...

César Bardés dijo...

Joer, qué vida. Londres, Marrakech...Nada, nada, cojamos un vuelo París-Casablanca porque a los románticos...sí, siempre nos quedará París. Será un bonito paseo por el zoco e intentaremos buscar el bar de cierto americano que no confraterniza demasiado con los clientes. Después del croissant, partimos.

dexter dijo...

Yo para mí que con tanto viaje este se nos ha metido a espia internacional. Tipo Austin Powers natuaralmente que yo muy planta de Connery o de Brosnan no le veo.

Eme soy dijo...

Eeeeeeehh..., vamos a por ese croisant.

http://www.youtube.com/watch?v=JmIBBzcC894&feature=related

César Bardés dijo...

Yo es que le veo más como Johnny English, fíjate. No sé, no sé. Habrá que llamar a Maxwell Smart para ver si tienen agente destacado en Marrakech.
Estupendo el croissant, María. Con mucho sabor y muchos rincones en los que he estado y que también salen en la película de Allen, sólo que él, muy sabiamente, los fotografía de una forma diferente. "I love Paris in the spring time..."

duermevela dijo...

He estado dos veces en Paris hace ya demasiado tiempo.

La primera vez fui en grupo, con la bici( en autobús y luego allí monté en bici por el valle del Loira hasta la capital). Dormía en campings. Dormía con tres amigas en una tienda, pero a mi me gustaba otra chica del grupo. La chica que me gustaba me dio calabazas y eso que estuve en Paris cortejándola tres días sin parar.

La segunda vez que fui a visitar la ciudad de amor, me embarqué en el avión con la que por entonces era mi novia y a la vuelta del viaje, ya no éramos novios.

La película me ha resultado una puta mierda, espero que sea solamente por mi subcosciente, ya que odio Paris. Por cierto la vi con un compañero de clase que coincidió conmigo y no había tenido desamor en Paris.

No se que pensar. No se que decir. Mira que es subjetivo el gusto por las distintas pelis.

César Bardés dijo...

Eres muy dueño de considerar que esta película es una puta mierda porque la ciudad en la que está ambientada está asociada a malos recuerdos. Desafortunadamente, en mi profesión, tengo que prescindir de tales cosas porque si no, te aseguro que habría muchas películas que me gustan mucho que tendría que no volver a ver o escribir sobre ellas de una forma muy despreciativa. Eso no ayuda en nada a descubrir películas y la magia del cine desaparece. Lo mejor, cuando no se tiene nada que decir, en mi muy modesta y despreciable opinión, es no decir nada.
Nunca te quedará París. Bueno, a lo mejor sí te quedará Reijkjavik ¿no?