viernes, 6 de mayo de 2011

UN HOMBRE PARA LA ETERNIDAD (1966), de Fred Zinnemann

Decir la verdad es convertirse en un traidor porque, quizá, la verdad sea el dardo que termina con el amigo y lo que hace que la existencia se transforme en el solar estéril de una vida desperdiciada. La verdad es la basura que no queremos ver. El enemigo del cual huimos para hacernos creer en algo que nunca ha pasado. Fred Zinnemann lo sabía bien porque todo su cine está salpicado de soledades acompañadas, de finales amargos pero llenos de ideales y de luchas de nobleza. Zinnemann hizo que sus películas fueran solos de violín repletos de pesadumbre pero únicos en la ejecución para colocar al alma humana por encima de la propia vida.
Tomás Moro no renuncia a sus ideales porque sabe, tiene la certeza, de que olvidarse de ellos es peor que la misma muerte. Y por ello ve y asiste, con pena, al abandono de sus amigos, al daño irreparable a su familia y a la inutilidad de una lucha que es pasto de los hambrientos cuervos de maldad y envidia. Por eso, el rey, el hombre que fue su amigo, coloca una pica con la cabeza de Tomás en lo alto y lo proclama traidor cuando, simplemente, es alguien que se ha posicionado en contra de los deseos del propio rey. Muere por lo que cree porque, entre otras cosas, cree en el derecho de oponerse, de decir no, de ser un hombre por encima de la fútil ambición y de la vacía personalidad del poder. Tal vez no sea justo lo que defiende (él defiende, ante todo, la verdad y la permanencia de las ideas por encima de las ambiciones personales, de los caprichos reales y de la visión política de la debilidad de un reino a consecuencia de un rey enamoradizo que cambia de esposa con la dirección del viento) pero lo hace dentro de las reglas de un juego que es cambiado según va avanzando sólo para satisfacer la victoria de quien no tiene la razón. Eso es. Tal vez no sea justo...pero es la razón...
Y Tomás sabe que quien tiene la cultura es más difícil de manipular. Por eso educa a su hija con un nivel cultural impropio para las mujeres de la época, ni siquiera su esposa es así aunque ella es una mujer de extraordinaria fortaleza (qué sentida esa declaración cuando Tomás se sabe condenado y ella va a visitarle y él clama al cielo: "¡Dios!... ¡Cómo quiero a esta mujer!") que sobrepasa en valor a los más gallardos varones especialistas en limpiar el polvo al paso de su monarca.
No son fáciles de encontrar los hombres que son para todas las estaciones, rocas de pensamiento incólume edificados en la ética y en la inteligencia, baluartes de esa lógica que hoy en día es pura fantasía, que son capaces de soñar a través de la realidad y cuya forma de mirar, plena ventana del alma de un hombre de acuerdo consigo mismo, va más allá de nuestro corazón y nuestros pensamientos. La rebelión innecesaria es estúpida. El conformismo por inercia es de vegetales. Qué débil es cualquier idea...si para hacerla triunfar se necesita de la fuerza...Qué fuerte es el hombre que, a pesar de su debilidad, alza su voz antes de morir tan sólo para triunfar.

4 comentarios:

dexter dijo...

Hay algo en esta película que me emociona profundamente siempre que la veo, y la he visto unas cuantas veces. No sé qué es, pero hay una escena que siempre consigue ponerme los pelos de punta, cuando Moro recibe en la celda la visita de su familia y se despide de ella. Es una escena magistralmente rodada, como toda la película vaya, puedes sentir hasta la humedad que hay entre esos barrotes.

A Zinerman no hace falta descubrilo a estas alturas. Bueno, yo hace poco descubrí "Hombres" con un impresionante Marlon Brando y una Teresa Wright, una actriz como la copa de un pino a la cual quizá la Historia del Cine no ha hecho justicia. Como te digo, "Un hombre para la eternidad" es la película que más me emociona de Mr. Fred, seguida muy de cerca de "Julia", otra historia de traiciones y abandonos. Pero claro, la madre de todas las pelis de traiciones y abandonos quizá sea "Solo ante el peligro" que me gusta y me entretiene muchísimo. Es un clásico, y como todos los clásicos, resulta muy difícil juzgarlo con palabras obejtivas.

César Bardés dijo...

A mí también me parece una película emocionante a más no poder. Me encanta el proceso-farsa al que se somete al impresionante Paul Scofield y cómo, a pesar de todo, no hay quién le tape la boca. Me gusta muchísimo la aparición de Orson Welles, utilizado y luego dejado morir para servir a los intereses de un rey que es tan caprichoso como inaguantable (también espléndido Robert Shaw). Zinnemann decidió abandonar la práctica del cine ante el cariz que estaba tomando con la realización de un cine descaradamente comercial en detrimento de la calidad, lo cual ya es un tanto a su favor y su filmografía, por otro lado, es de una solidez extraordinaria. Qué poco valorada ha sido su última película "Cinco días, un verano" con un maravilloso Sean Connery enfrentado a los celos en medio de los Alpes. "Hombres" es un precedente clarísimo (y bueno) de "Nacido el cuatro de julio". "Julia" es una película excepcional. "Solo ante el peligro" es más que una película. "La séptima cruz" es todo un alegato sobre la libertad política. "De aquí a la eternidad", "Chacal"...en sus películas siempre hay un hombre, o una mujer, o ambos, enfrentados a unas circunstancias que les sobrepasan y lo hace con una precisión muy pocas veces igualada en la historia del cine. No en vano, Zinnemann fue el compañero de clase de Billy Wilder y de Robert Siodmak en el colegio. Hay profesores que tuvieron mucha suerte de dar clase a estos tres, desde luego. Cuánto talento reunido en tan pocos pupitres. De hecho, cuando los tres tenían claro que querían dedicarse al cine hicieron una película juntos en la que cada uno hacía lo que podía y se llamó "Gente en domingo" y, de hecho, está firmada por los tres. Un espléndido docudrama sobre un domingo cualquiera en Viena.

Carpet dijo...

Yo incluiría además de las mencionadas por Dexter.
"Historia de una monja", una película que tiene mucho más dentro de lo que puede parecer a primera vista, tal vez amplificada por una de las mejores actuaciones de Audrey (a mi me lo parece), abandonando un poco su personaje de joven pizpireta, y por el talento de Peter Finch. Lo que podría haber sido un empalago a mi me parece una película más que interesante.
Y "Chacal", espectacular película conspirativa, con asesinos casi perfectos, con un ritmo incesante y con un impresionante Edward Fox como asesino implacable.

Esta película además me parece una gozada cultural, porque recreaciones melodramáticas aparte nos enseña mucho de un gran personaje.

Abrazos.

César Bardés dijo...

Pues sí, hay que reconocer que "Historia de una monja" es una estupenda película con maravillosas interpretaciones de Audrey y de Peter Finch. Y "Chacal", bueno, es que es una gran película y, además, es todo un ejemplo de cómo abordar la adaptación de una novela de forma fiel y respetando el lenguaje cinematográfico al mismo tiempo. Zinnemann era un tío.
En cuanto a lo de gozada cultural, es totalmente cierto, representa una gozada también porque está basada en la obra teatral de Robert Bolt que es uno de los más grandes guionistas que ha dado el cine con obras tan maravillosas como "Lawrence de Arabia" o "La misión" y se nota que en los díalogos de esta película hay una agudeza y un saber decir las cosas que muy pocas lo tienen. Eso sí, aún hay mentes preclaras que consideran que esta película es un coñazo. Lo juro por Tomás Moro.