martes, 29 de noviembre de 2011

UNA HISTORIA DEL BRONX (1993), de Robert de Niro

Un niño de barrio, de esos que se pasan el día jugando en la calle porque quieren escapar de la encerrada rutina de su casa, sólo siente fascinación por un pequeño jefe de la mafia que controla el barrio. Lo mira de lejos y piensa en la cantidad de cosas interesantes que deben de haber pasado por la vida de ese hombre de amplia sonrisa, de traje de seda brillante, de elocuencia embaucadora y turbiedad vislumbrada allá a lo lejos, en el fondo de sus ojos.
Un hecho fortuito que presencia el niño y que le invita a callar lo que ha visto hace que inmediatamente se gane el aprecio del mafiosillo. Y, poco a poco, va sacando unos dólares extra para ayudar en su casa. Pero el niño, que con el tiempo se ha convertido en chico, es reprendido por su padre, un tímido conductor de autobús, porque cree que es dinero manchado con la suciedad del robo, de la drogadicción o del juego. El chico quiere a su padre. Es un hombre bueno. Pero admira al mafioso. Es un hombre malo. Un hombre malo que le aprecia. Pero es un hombre malo.
El tiempo hará que ese chico, que se deja arrastrar por los prejuicios raciales y las jugarretas callejeras de su barrio de italoamericanos aunque él no acumule maldad en su interior, conozca el amor a través de una chica de color. Y entonces, como extraído de la chistera de la vida, su mente comienza a aclararse, empieza a tener noción de lo bueno y de lo malo, de lo que merece la pena y de lo que no, de hasta dónde llega la libertad y el respeto de los que no son como él. Y el pequeño e insignificante jefecillo mafioso le da la llave de una realidad que, por una vez, es maravillosa y verdadera: "No te confundas. Yo no soy ningún héroe. Lo que yo hago, lo puede hacer cualquiera. El verdadero héroe es el que se levanta a las seis de la mañana para pasarse todo el día sentado al volante de un autobús tan sólo porque te quiere. Eso, muchacho, no lo puede hacer cualquiera. Yo no podría".
Y es entonces cuando el chico se convierte en hombre, deja atrás los prejuicios y las ideas preconcebidas y sabe que él es él porque su padre le dio lecciones de vida y el mafioso de tres al cuarto le enseña a tener moral. A partir de ahí, ese chico se convirtió en Chazz Palmintieri y decidió escribir una pequeña obra de teatro que llevaba por título Una historia del Bronx.

7 comentarios:

Carpet dijo...

El cine tiene cosas curiosas, hay películas que me gustan tanto que me dejan mudo. Un ejemplo es "Sin perdón", me encantó tu post (yo quise hacer uno sobre ella en aquel lejano y maravilloso foro), pero no fui capaz de encontrar ninguna palabra para entrar a comentarlo. es una película que me calla.
Otras me alucinan y no puedo dejar de hablar de ellas, comentarlas, recordar, analizar, hablar, me sucede con muchas, podría decir por ejemplo "Blade runner" o "Robin y Mariam" o...

Y hay otras que las sientes tuyas, puedes hablar o quedarte callado, pero sientes que son películas que hablan de ti. "Una historia del Bronx" habla de mi, no cuenta mi vida, no soy italoamericano, ni viví nunca en el Bronx, ni conocí a mafiosos, ni mi padre conducía un autobús, pero habla de mi.

Ya vi la peli lejos de mi adolescencia y mucho antes de tener hijos, pero había cosas que contaba que me llegaban de una forma especial. Probablemente todos nos hemos sentido alguna vez un poco Calogero, atraido por el mal, por el otro lado, por el miedo, por el valor turbador del más fuerte, del poderoso. Tambien es probable que hayamos reconocido tarde alguna de las cosas que hacían a nuestros padres pequeños heroes que no se dedicaban a salvar vidas sino a conseguir que nosotros las vivieramos.

Cuando yo vi esta película supe, fui consciente en ese momento, como quería educar a unos hijos que en ese momento aun ni imaginaba. Comprendí qué valores eran los que deseaba transmitirles. Entendí que deberían admirar a los conductores de autobús antes que a nadie más....Estoy en ello.

En cuanto al tema puramente cinematográfico hay dos cosas que me gustan especialmente : No hay buenos y malos en la relacion de de Niro o Palmintieri con Calogero, ambos son paternales y protectores, pero el muchacho nunca debe optar entre una opción negra frente a otra blanca. Eso da mucha credibilidad a la historia.
Otra es que la historia se cuenta con sensibilidad pero no con sensibleria. Notamos lo que sienten los personajes, pero no nos lo resaltan, no se remarca.

En su contra, a mi personalemnte me parece que al chaval Lilo Brancato le falta un hervor y es muy suavón, aunque quizá así represente mejor su momento de inestabilidad identitaria.

Y tal vez suene a politicamente incorrecto, pero creo que es una película para hombres. Entienedaseme bien, es obvio que la trama y lo que cuenta es perfectamente entendible y puede llegar a emocionar o interesar a una mujer, pero es una película que esta contada por hombres sobre cosas que sentimos más los hombres, que entendemos como respuestas masculinas, como vivencias propias, como dije al principio.
De hecho, hace no mucho llegué a dudar de que Calogero tuviera madre, pues me parece que los personajes femeninos son poco más que momentos que acontecen en la vida del muchacho.

Gran post, Wolf.

César Bardés dijo...

Yo también tengo una historia con esta película, pero no fue en el Bronx. Creo que fue la penúltima película que vi en compañía de mis padres. Yo, por entonces, daba clases en un colegio y aquella tarde, ya con 27 años, me había quedado sin plan y veía a mis padres necesitados de salir porque comenzaban a encerrarse en casa, síntoma propio de la vejez. Así que les animé y, por supuesto, les invité, aunque ellos, como siempre se negaron en redondo. El caso es que allí fuimos y recuerdo perfectamente cómo salimos los tres en silencio. Mi padre (cuánto echo de menos su inteligencia y su natural alerta ante todo), sólo me hizo un gesto de asentimiento, como de que le había encantado. Él era ese conductor de autobús que se había levantado todos los días a las seis de la mañana para darme una lección. Mi madre sólo dijo, pasado un rato, "muy buena". No comentamos nada más. Ellos salieron impresionados, probablemente, porque lo que intenta el personaje de de Niro, es lo que ellos habían intentado toda su vida. Yo estaba impresionado por ellos, porque la película tenía una sensibilidad especial, incluso en el retrato de los que, en principio, son malas influencias para Calogero. No hay más que ver esa mirada de afecto de Joe Pesci hacia el chico cuando se calla. Desde entonces, sólo he ido dos veces más con mi padre, y una con mi madre. Una fue para ver "Payback", el día anterior a mi boda porque quisieron que me relajase ante la responsabilidad que se me venía encima al día siguiente. Otra hace tres años, justo antes de que empezara la caída de mi padre en el Alzheimer y fue en "El niño con el pijama de rayas" y ya salió diciendo que "era muy triste"...ya no lo aguantaba. Fue mi despedida con él del sitio donde tantas veces habíamos ido juntos y donde supo hacerme ver quiénes eran los auténticos héroes de mi rutina.
En cuanto a la película en sí, pues estoy de acuerdo en todo lo que dices. Lillo Brancato es muy blandito pero todo el resto de secundarios es sólido como esas calles que se retratan. También estoy de acuerdo en que es una historia más para hombres, tal vez porque apela a la vanidad masculina (el sentirte un machote en un barrio de falsos machotes, el primer ligue que realmente te gustaba y que te gustaría que todo saliera bien, el peligro de dejarse arrastar por amigos y caer en una falta de personalidad diluida en una falsa camaradería y la supuesta falta de entendimiento con los padres cuando ellos, en realidad, lo entienden todo). Yo también estoy en ello con mi hijo pero aún no sé si lo estoy haciendo bien.
Gran abrazo, Carpet.

Carpet dijo...

Gran recuerdo el tuyo, que duda cabe.
Yo no tuve esa sintonái con mi padre, salvo arras excepciones, ni siquiera le gustaba mucho el cine, aunque mi admiración por Fred astaire y el gusto por el baile si me lo inculcó él.

En cuanto a lo de los hijos, estoy de acuerdo, no podemos estar seguros de estar haciendolo bien, pero está clarisimo que lo estamos intentando. tenemos claro el objetivo lo que está por demostrar es que conozcamos el camino. Yo ya tengo un cachorro de 13 años (la peque va camino de los 12) y te aseguro que desespera que parezca que se les ha olvidado la filosofia Jedi y te los imaginas con el sable de luz rojo de los Sith de un momento a otro.
En fin, es una ley natural, es de esperar que el poso haya quedado suficientemente arraigado.

Me decía un amigo que los criso se nos distanciaban a los 14 y emprendían su camino hasta los 20 y a partir de esa edad empezaban el regreso para volver con nosotros en torno a los 25.

No sé si serán absolutamente exactas esas edades, pero ya me estoy preprando para mi travesia del desierto...

Otro abrazo grande para ti.

César Bardés dijo...

Será una travesía grande y, sospecho, bastante dolorosa. Aún me falta preparación para ello aunque mi cachorro vaya siempre adelantado a su tiempo. Ojalá recuerde cómo me sentía yo a su edad y sepa decir las palabras adecuadas en el momento justo y se sienta libre pero protegido. Qué difícil. Me gustaría saber qué escribirá él sobre mí cuando tenga 45, si es que lo escribe. Lo que merece realmente la pena es el intento, tienes toda la razón.
Abrazos con acné.

dexter dijo...

Joer, menuda parjea Vengo yo para hablar de las innegables bondades del debut como director de Bobby (que se reafirmó después con la excelente "El buen pastor), de lo mucho que le debió enseñar entre pausa y pausa de tantos y tantos rodajes, de lo estimulante que sería una sesión doble de tarde con "Godfellas" y esta, de la honestidad de los personajes de De Niro y Palminteri (supongo que su papel en "Balas sobre Broadway" es todo un guiño), de las espectaculares secuencias que tiene la peli como aquella del incendio en la calle, y va y me encuentro con esto. Joer, que sepáis que me habéis emocionao, cabr... que a mí Dios no me ha dado hijos, pero el diablo me dió sobrinos y veo el problema más que con el rabillo del ojo. En cualquier caso, esto no sirve más que para corroborar que no hace falta que una peli sea una obra maestra ni un clásico incontestable para que se meta en lo más profundo de ti, y también aquello que decimos muchas veces de que el cine nos hace mejores personas y nos ayuda a crecer. No tengo ninguna duda de que sois unos padres estupendos, que como dice la Winslet en "Carnage" hay cada uno por ahí que...

Abrazos, compadres

dexter dijo...

de lo que mucho le debió enseñar entre pausa y pausa de rodaje EL CEJAS, naturalmente, por qué siempre me tengo que comer las palabras. Tengo que escribir doscientas veces" leeré el post antes de colgarlo"

César Bardés dijo...

Es que hay que reconocer que el debut de Bobby en la dirección fue espléndido y que seguiré defendiendo "El buen pastor" a pesar de que algunos se empeñen en echarla para abajo simplemente porque no es una historia tan amable como esta del Bronx. Hay que reconocer que sí, debió de aprender mucho de Marty pero no mueve tanto la cámara (ojo, que me gusta mucho cómo lo hace el de las cejas) y se decanta por una sobriedad que impacta por el clasicismo y por el respeto a la historia que cuenta. Sí que es una película de esas que te ayudan a crecer y a ser mejores personas y a afrontar la ingratitud de las etapas infantiles que se nos avecinan a Carpet y a mí. Tengo que tener esta película muy presente, igual que tengo "Matar a un ruiseñor", otra de esas películas sobre las que me cuesta escribir porque me llegan más hondo de lo que soy capaz de expresar y el resultado siempre es para mí decepcionante.
Abrazos, querido tío.