miércoles, 13 de junio de 2012

LAS CHICAS DE LA SEXTA PLANTA (2011), de Philippe Le Guay

Quisiera agradecer, antes que nada, a las páginas de El Confidencial, de La Gaceta, y de noticias de Terra, la difusión de una entrevista que, a propósito de mí y de mi libro, me realizó la Agencia EFE en el día de ayer. Si queréis verlas, pinchad en los enlaces. Gracias a todos.

Gabachos y Manolos. Ah, esa gran vecindad. Ellos no comprenden la mentalidad española. Esa incomprensible manía por estar en permanente celebración después de veintiocho horas de trabajo seguidas. Españolitos ruidosos, inoportunos, de moral dudosa y limpieza en entredicho. Se van a Francia a trabajar. Claro, son tan incultos que incluso tuvieron la indecencia de marcarse una guerra civil. Son gente sin reglas, sin orden, sin decencia. Pero, en fin, si no hay más remedio que emplear a una española como sirvienta, no quedará más remedio que ser burgueses ¿no?
Y así, un francés aburguesado hasta la médula comienza a ver la humanidad que se desprende de una copla, de una sonrisa, de una dedicación completa a un trabajo que suele estar bien hecho a pesar de la cantidad de horas. Y encima estas españolas no se quejan. Claro que si las vieran… Cuando los señores no están, pasan la aspiradora bailando la canción de moda, cantan mientras planchan, se desmelenan mientras doblan la ropa de cama. Anárquicas por naturaleza. Cotillas por devoción. Así se fueron ellos en mayo de 1808. Perplejos por ser derrocados por un país que se rebeló sin mediar conspiración previa. Increíble. Único. Absolutamente reprochable. No saben organizarse pero, diantre, tienen orgullo estos Manolos.
Fíjense bien, señores. En una modesta portería, de papel pintado hortera y exiguo espacio, se organizan una paella (“paela”) y se lo pasan pipa. Eso denota su falta de clase, de estilo, de elegancia. Su dejadez intrínseca. Eso no lo haría nunca un galo de bien. Ellos van a la ópera, organizan recepciones, nunca pegan gritos en patios de eco comprobado, son verdaderos caballeros que dejan la pasión para los años de juventud, y, por supuesto, son una maravillosa fábrica de liberales de salón que, un día, se echaron a la calle, organizaron la trifulca a De Gaulle y quedaron como la generación más inconformista de jóvenes revolucionarios bajo el mítico nombre del mayo del 68. Eso sí, sujetaban las pancartas con ropa de marca.
No deja de ser curioso que esta película la dirija un francés y se dedique a poner a caldo los usos y costumbres de sus propios compatriotas frente a la alegría de vivir hispana como algo natural y ejemplar, a pesar de que no duda en tachar al pueblo español de pobre, inculto y bastante paleto. Mirada de burgués al que los vecinos le hacen gracia. Y que pretende denunciar el rastro de superioridad basado en suspicacias ancestrales que se han colgado como etiquetas en la definición española. En algo, hay que confesarlo, tienen razón. Pero ellos no son perfectos al sostener su vida en apariencias más vacías que la cáscara de un huevo duro.
A destacar el trabajo de Fabrice Luchini, estupendo en su perplejidad, férreamente humano e insólito en su impavidez, acompañado de Sandrine Kiberlain, aburguesada, aburrida, estúpida, superficial, sin diferencias con el puñado de doncellas españolas a las que dan vida de forma creíble un estupendo elenco de actrices que, por una vez, no hablan susurrando y que llenan de color unas vidas grises, vacías e indiferentes.
Quizá el gran error de la película sea no insistir más en esas pintorescas y divertidas diferencias y decantarse hacia la típica y tópica historia de amor como metáfora dirigida a los franceses con la lección un tanto simple de que basta acercarse un poco a España como para enamorarse perdidamente de ella. Tal vez, aún en tiempos en los que todo va mal, puede que tengan razón. España es un país para enamorarse, de bellezas escondidas bajo el delantal, de encantos dichos a gritos, de miradas indiscretas y orgullos exhibidos. Nuestros adorables vecinos nos quieren. ¿No es para llorar de emoción? Ni los Pirineos son capaces de separarnos. A nuestros brazos y olé, cher amis.

14 comentarios:

Carpet dijo...

Mmmmm, no me apetece nada. No me gsután nada las películas basadas en los tópicos, como esta, como "Bienvenidos al Sur" o "Bienvenidos al norte", ya sean italianos o franceses quien lo cuenten. Es más, me parece una película que nace anticuada, esas criadas españolas probablemente habran dejado paso a otras emigrantes de paises mas lejanos e irreconocibles.


El sábado, mi cria representaba una obra de teatro, los de cursos superiores representaban otra, asi que vimos 2 obritas de teatro que no dejaban títere con cabeza a la hora de criticar la sociedad contemporanea de los autores. Claro que en un caso ( el de mi hija) uno era Moliere con "Las preciosas ridículas" y en el otro era Mihura con "El caso de la mujer asesinadita".

La crítica a la burguesia, a su superficialidad, su falso boato, su estupido complejo de superiorida e inferioridad depende de con quien, es una historia vieja y utilizar a la servidumbre para recalcar aun más esos defectos está tamnién muy sobado.

Y que conste que no me mueve ningún patrioterismo provinciano, pero no me apetece nada ver esta película, para que me suelten tópicos y bromas de trazo grueso me veo la de Fernando Tejero y consumo producto patrio que falta hace...

Eso si, como habréis podido ver, yo todo esto lo he dicho sin ningún prejuicio burgués...

Abrazos pour le matine

dexter dijo...

Pues yo con la admiración que me ha movido siempre hacia el pueblo francés - sí, qué pasa- no te digo que no me deje caer por esta peli. Cierto es que por que no hay gran cosa más en la cartelera. Y además entre Lola Dueñas y Fernando Tejero no hay color.
Pero me gusta eso que pones de que la película un poco se ríe de la sociedad francesa, con lo poco dados que son dados nuestros vecinos del norte a eso encima. Además eso ya lo hicieron antaño españolitos paletos como Buñuel. O Nestor Almendros, sin ir más lejos.

Abrazos con encanto discreto

César Bardés dijo...

Bueno, a ver, puntualicemos un par de cosas. El tópico de la película se basa en el tradicional desprecio que nos tienen los vecinos del norte. Ni nos entienden ni, lo que es peor, hacen el menor esfuerzo por entendernos porque, a pesar de su cosmopolitismo, están perfectamente adocenados mirándose a sí mismos.
Evidentemente que la inmigración ha sido diferente con el devenir de los años y todo lo que está por debajo de los Pirineos, para ellos, es África. Creo que una de las virtudes de la película está en que utiliza a las españolas como excusa pero es una historia perfectamente extrapolable a cualquier procedencia migratoria.
Eso sí, tengo que aclarar que en ningún momento la película se decanta por el trazo grueso. El humor, más de sonrisa que de risa salvo, quizá, en un par de rápidos y pequeños golpes, se basa fundamentalmente en la perplejidad que demuestran los franceses al encararse con la idiosincrasia española. Y a ello ayuda con sabia maestría Fabrice Luchini porque exhibe un rostro gris y su perplejidad sigue siendo gris. El tópico, en eso sí hay que dar la razón, es que en determinado momento deje esa comparación entre unos y otros, que en la película funciona y con cierto aire entrañable, y se decida por la historia de amor que esa sí que está vista hasta la saciedad y convierte una película aceptable en algo bastante visto.
La película, en todo caso, tiene la virtud de que está realizada por un francés y es muy, muy poco corriente que un francés les diga a sus compatriotas que nosotros somos como somos, con muchos defectos, pero que sabemos vivir mejor que los galos a pesar de que trabajamos el doble de horas.
Evidentemente que Buñuel se ríe, incluso desde su surrealismo burlón, de los franceses e incluso podemos tener algún ejemplo en Berlanga. Repito, lo atípico es que un francés se aventure por estos callejones.
La película no es una obra maestra. Es leve, es ligera, de media sonrisa y un poco complaciente. No hay humor grueso, y huye bastante de la facilidad (aunque no resiste la tentación de poner a un francés a bailar flamenco). El caso es que ahí está y es de agradecer a Le Guay que, con una historia que tampoco es que sea el colmo de la originalidad, sea original en su chauvinismo.
Abrazos boullabeises.

dexter dijo...

Parece mentira que a estas alturas el amigo no se haya descolgado con un transversal sobre el servicio domestico. Ea,vamos p'all. No creo que haya que remover mucho arriba y abajo en la historia del cine para encontarse con tramas de "criadas y señoras"y demás.
Empezaremos pues con esa preciosa historia de amor que aquí tanto nos gusata entre Enma Thompson en "Lo que queda del día".Seguimos con la inquietante "El sirviente",la obra maestra de Losey,aunque a mí me gusta más "Fey y patria",una joya que descubrí hace poco creo que gracias a ti.Y la desternillante "Al servjcio de las damas"de La Cava. U n recuerdo al cine patrio con Gracita Morales,"Las que tienen que servir" o "Los santos inocentes".
Abrazos con cofia

carpet dijo...

Lo pillo casi de escapada y me lo apunto...vaya si me lo apunto...un transversal sabe mejor que una cerveza en el desierto...

Lanzo a la carrera "Imitación a la vida" con Lana Turner haciendo de señora aunque venida a menos, o a mas.

Mañana más, prometido.

Abrazos y si no ordenan nada más los señores, me gustaria retirame.

César Bardés dijo...

Uy, cómo está el servicio. Un mayordomo que incluso ejerce de padre a pesar de que comete un asesinato es la premisa argumental fascinante sobre la que se asienta la maravillosa "El ídolo de barro", de Carol Reed. El mayordomo Beddoes es uno de los sospechosos de "Asesinato en el Orient Express", de Sidney Lumet bajo el rostro de John Gielgud. Los mayordomos de la casa donde se aloja Spencer Tracy en "Vencedores y vencidos" casi, casi, casi como que en la vida habían oído hablar de Adolf Hitler, y, por si fuera poco, una de las críadas es testigo fundamental en el juicio que se emprende contra Ernst Janning, el hombre de paz y justicia que encarna Burt Lancaster. El servicio es uno de los puntos básicos de la historia de Jean Renoir "La regla del juego", una obra maestra fantástica. El mayordomo de Van Johnson es pieza fundamental para resolver el misterio a ciegas que se plantea en "A 23 pasos de Baker Street", de Henry Hathaway. Y Sting hace de mayordomo inquietante en una olvidada película junto a Theresa Russell que se llamó "Perverso", de John Paul Davidson. El servicio, además, cobra especial importancia en las historias de terror como "Los otros", "Suspense" y "Otra vuelta de tuerca", además de "Los últimos juegos prohibidos" y demás versiones de la historia de Henry James.
Retírese, Perkins. Y usted, Gwendolyne...acérquese...

carpet dijo...

Pues si, que hay criadas y mayordomos en el cine, tanto de protas como de secundarios principales, en los primeros podríamos contar la historia de "Gosford park" si se admite que en la peli de Robert Altman algún personaje pueda ser considerado principal.
Entre los secundarios potentes podríamos señalar a Thelma Ritter en "Eva al desnudo" muy principal en una peli algo coral también. También lo es, a conciencia, la señora Danvers en "Rebecca" con una inmejorable siniestra ama de llaves interpretada por Judith Anderson. Y dentro del personal del servicio no podríamos olvidarnos de los que conducen el auto (eso suena mucho más chic) y ahí tendríamos que señalar la imporancia de Morgan Freeman en "Paseando a Miss Daisy".

En la linea de la peli del post tendríamos a Paz Vega en "Spanglish", choque cultural y amorio simplón entre el señor y la chacha, bueno la canguro, bueno cualquiera trabajo inclasificable que representase la andaluza.

Importante sin duda, eran el trio de trabajadores que contrata Nicole Kidman en "Los otros", destancando Fionnula Flanagan sobre los otros, chico es que contratas a esos sirvientes y vas que te matas.

Otros que tambien tuvieron dificultades con su sirvienta, aunque estaban lejos y tenían sus propios problemas fueron Brad Pitt y Cate Blanchet en "Babel", que la pobre criada tenía que irse de boda y no sabía que hacer con los crios, pues me los llevo y los dejo en el desierto, así le ha ido luego a Elle Fanning.

Podríamos señalar también en un tono menor, pero no carente de importancia, a unos cuantos Albert que han prestado servicio a Bruce Wayne, destacaría a Michael Caine en "Batman begins" por la magnitud del actor más que por la de la, para mi, sobrevalorada película.

Y, señores, no sería justo que si hablamos de cine que no recoradsemos a la niñera más moderna que haber pudo, el gran Mister belvedere, alias Cliffton Webb. ha habido otras, como por ejemplo, "Mary Poppins" pero ninguna escribe como él, esas críticas de cine en Fotogramas.


Hay más, pero os dejo que os lo curreis un poco.

Ocho y medio Abrazos literarios.

Carpet dijo...

Mmmmm, me acabo de dar cuenta de que si esto fuera el "Un, dos, tres, responda otra vez", hubiera sonado una sirena y alguién hubiera dicho : Corren corren como potros y han repetido "Los otros".

Ea, pues corrijo y por señalar otra niñera notable que se me pasó, tiraremos de esa "rebeca de Mornay en "La mano que mece la cuna" de Curtis Hanson, un director en la linea de Ridley Scott, vamos que empezo bien y a ido a peor...

Abrazos con su permiso, señores.

Carpet dijo...

a ido....Dios mio, voy a tener que releer antes de publicar...Pido disculpas. "ha ido".

dexter dijo...

Vale, Erich Von Stroheim era algo más que el chofer y el criado de Norma Desmond en "Sunset Boulevard". Otro sirviente con peso es el de "Carta a una desconocida" de Ophuls. Buñuel nos contó el "Diario de una camarera" y nos regaló una escena inmortal con la cena de los criados en "Viridana". Una sirvienta de armas tomar era Isabelle Huppert en "La ceremonia", para mí la mejor película de Chabrol y también la mejor interpretación de su estirada protagonista. Y cómo no recordar en este transversal a Hattie McDonald la inolvidable Mam de "Lo que el viento se llevó" la primera actriz negra en llevarse a tío Oscar a su casa.

Abrazos, zeñoriitooo

carpet dijo...

Si, es cierto lo de Hattie, pero con todos mis respetos a mi me parece un Oscar algo racista, valga la paradoja. No creo ni que el personaje tuviera suficiente peso, ni que la buena mujer hiciera una interpretación de campanillas...salvo claro, que cosas del doblaje, perdieramos la inflexión de voz qua buen seguro tuvo que darle la actriz para componer su papel. Amos, que si no huubiese sido una negra haciendo un papel de esclava negra con gracia...no sé, no sé.

Abrazos escamados

César Bardés dijo...

Comprendo ambas afirmaciones. Tanto el recuerdo de Dex, como la afirmación del racismo inherente al premio dado a Hattie McDaniel. En todo caso, estáis muy en vuestro sitio. A propósito de que hablas de "Diario de una camarera" de Buñuel, Dex, no deberíamos olvidar la misma historia bajo los ojos de Renoir en "Memorias de una doncella", así como tampoco deberíamos olvidar a los enigmáticos criados que sirven la fantasmal mansión de "Diez negritos", sobre todo en su versión de René Clair. O la casi muerta criada que sirve la comida e insiste una y otra vez que a las siete se va de "La casa encantada", de Robert Wise. Claro que, cuando se habla del servicio (y permitidme el paréntesis televisivo) no puedo dejar de esbozar una sonrisa al recordar al borde de Benson de "Enredo".
Carpet, nombras a Thelma Ritter, posiblemente una de las más renombradas criadas del cine porque le iba pintiparado el papel. Su última aparición, tronchante, fue como la criada para todo de Tony Curtis en la estupenda "Boeing, Boeing" pero también la tenemos como criada en "Confidencias a medianoche". No olvidemos al criado cómplice de los nazis en "Encadenados", del tío Alfred, ni tampoco a los criados que abundan en el teatro clásico en sus múltiples versiones cinematográficas. Desde "Romeo y Julieta" (me quedo con la de Cukor) hasta el "Otelo", (me quedo con la de Welles).
Abrazos isabelinos.

carpet dijo...

Bien traido lo de los clásicos, porque habría que recordar al Ciutti de Don Juan tenorio, y mencionaría a un inspirado Rafael Alvarez el Brujo (qué grande es este actor) en una más bien discreta película de Mercero, "Don Juan, mi querido fantasma".

Otro clásico a recordar sería "La Celestina" de Gerardo Vera con Jordi Mollá y Nancho Novo dando vida a Pármeno y Sempronio, los criados de Calisto.

Otros criados clásico y notable nos los trajo Julio Verne, desde el inclasificable Passepartout de Cantinflas hasta el Conseil de "20.000 leguas de viaje submarino" al que dió vida Peter Lorre.

Otra criada clásica, en este caso, pictórica, sería la de Scarlett Johanson de "La joven de la perla", a propósito del cuadro de Vermeer, al que da vida Colin Firth.

Y hablando de Firth, hemos de recordar que se enamoró hasta las trancas de su asistenta portuguesa en "Love Actually", por cierto que aalí también el Primer ministro británico, Hugh Grant hacía lo propio con su ¿ayuda de cámara?.

Otra criada de postín, que también nos remite a los clásicos, sería al mismisima Julia Roberts en la revisión del mito de Jeckyll y Hyde con regular acierto que realizó Stephen Frears, "Mary Reilly".


Ah, y un mayordomo al estilo clásico, aunque algo ciego era el que interpretaba Alec Guinnes en la divertida "Un cadaver a los postres".

¿Hay más?...Fijo que si.

Abrazos con todos mis respetos

César Bardés dijo...

Vamos, de hecho, ese mismo personaje que interpreta Julia Roberts en "Mary Reilly", lo interpreta Ingrid Bergman en "El extraño caso del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde", de Victor Fleming. Podríamos citar a los criados, parte fundamental del banquete, que se afanan y se ufanan del maravilloso encuentro que se realiza en el Dublin de 1905 bajo la mirada de John Huston en "Dublineses". Los criados es parte fundamentalísima de toda la trama que se propone en la reciente y fallida "Albert Nobbs", de Rodrigo García. Así como también en la educación de un futuro político de leyenda en la apreciable "El joven Winston" (no, no soy yo, es Churchill). Los criados, además, han representado la parte más oscura de la tentación de las señoras aburridas y adineradas en las versiones, siempre malas y aburridas, de "El amante de Lady Chatterley" (lo de poner a Sylvia Krystel de Lady Chatterley era de traca, vamos). Pero Losey lo hizo mucho mejor con "El mensajero", retratando sin retratar la pasión a escondidas entre Julie Christie y Alan Bates. E incluso podríamos meter en este grupo a la criada, que adora a los niños de Atticus Finch, en "Matar a un ruiseñor".
Abrazos con reverencia.