miércoles, 27 de junio de 2012

RED STATE (2011), de Kevin Smith

La Librería Rayuela de Málaga ha incluido en su catálogo bajo pedido el libro "El ojo privado". El link lo tenéis aquí. También en la Librería Antonio Machado de Madrid, llena de prestigio y situada en la calle Fernando VI, 17, hay ejemplares disponibles allí mismo en la tienda.

Quisiera dedicar este artículo al director teatral Gustavo Pérez Puig, director de aquel clásico televisivo que fue "Doce hombres sin piedad" y que me hizo disfrutar tanto en su etapa al frente del Teatro Español de Madrid con el montaje de obras como "La venganza de Don Mendo", con Raúl Sender; "Los habitantes de la casa deshabitada", con José Sazatornil; "Eloísa está debajo de un almendro" con un elenco extraordinario que incluía a Ramiro Oliveros, a José Carabias y a la maravillosa Paloma Paso Jardiel; "La taberna de los cuatro vientos", que me fascinó con las interpretaciones de Emma Penella y Juan Ribó; con "Misión en el pueblo desierto", de Antonio Buero Vallejo...Gracias por tantos y tan buenos ratos, maestro.

Cuesta imaginar a Michael Parks, aquel efebo inmaculado que interpretó al virginal Adán hecho de carne y barro en La Biblia, de John Huston como el implacable predicador de una iglesia imaginaria que preconizaba el exterminio homosexual y la justificación de la fe a través de las armas en esta película de Kevin Smith. Suyos son los pasajes más farragosos y burdos de una historia que coquetea peligrosamente con la basura y que termina siendo un compendio de casualidades que convierten a la fe en una pura coincidencia.
Menos cuesta disfrutar con John Goodman, intenso y bastante incrédulo con la imposible misión policial que le es encomendada, buscando con los ojos explicaciones y rebelándose con furia ante algo que es tan execrable como esa fe vendida con el envoltorio de la violencia como atractivo. Pero su sola presencia no basta como para salvar una historia que, no por haber pasado, resulta más creíble. Y es que Kevin Smith dispara en todas las direcciones intentando unir el fondo con la forma y lo que le sale es algo incómodo pero también bastante absurdo, con momentos que pretenden arrancar una carcajada malsana al mejor estilo de Quentin Tarantino. Debo comunicar, con profunda consternación que Kevin Smith no es Quentin Tarantino ni por casualidad. Soy así de categórico..
Aún es más paradójico que se utilice a un actor de probada solvencia como Kevin Pollak en una aparición de menos de un minuto, tan prescindible como inútil, quizá para evitar que el espectador pueda identificarse con alguno de los personajes puesto que todo enfila por los caminos ilógicos de unas reacciones que, siendo comprensibles, importan menos que una interminable charla sobre los principios y motivaciones de una iglesia inexistente.
Está claro que Kevin Smith, creyendo que su arte es inconmensurable, decide jugar a conciencia con el espectador, no dando tiempo a simpatizar con nadie de la pintoresca galería de caracteres dibujados. Y todo para lanzar el consabido mensaje de que los fanatismos son horriblemente malos, vengan de quien vengan, incluso de un Estado que maneja los hechos a su conveniencia tan solo para justificar su propia inutilidad, su desidia evidente, su contribución al desprecio. No en vano, todo el caso se cierra el día anterior en que el diablo cogió unos aviones y se estrellaron contra las pecaminosas torres de Babel del World Trade Center.
No cabe duda, por otro lado, de que la historia, manejada por otras manos más expertas en nudos y desarrollos que en supuestos mensajes de fe manipulada y asesinatos consentidos desde las altas instancias. Incluso siendo un tema bastante visto, hubiera admitido toques de originalidad que aquí parecen puestos como acentos para dejar bien evidente que su talento tiene ramalazos de genio. Y así se llega a la mediocridad. No hace falta ser ningún director de cine para saberlo. La fe desde el punto de vista del fanatismo solo puede llevar al odio, expansivo e indiferente, inhumano y alejado de cualquier principio noble. Y estoy hablando de la fe y no de la iglesia, de cualquier iglesia. El Estado, cuando tiene que tapar sus propias vergüenzas, se convierte en una fábrica de delincuentes y de asesinos, lo que conlleva también la aparición del fanatismo. Y al infierno con los dos. Que se quemen en la cólera de la razón. La cultura protege de la manipulación. La vida no necesita de alienaciones. Necesita de miradas certeras, convincentes, con talento, con ideas de solidaridad cualquiera que sea la procedencia. Lo demás es un invento del hombre usurpando el papel a Satanás. Lo demás es la orgía de lo que el hombre lleva persiguiendo desde el principio de su existencia: el poder que emana de nuestros propios infiernos.

4 comentarios:

dexter dijo...

Nunca he entendido el cine de Kevin Smith ni de todos estos iconoclastas surgidos al albur de la postmodernidad (véase Guy Ritchie por ejemplo). Yo también soy categóricos, estos no son Quentin Tarantino ni por asomo.

Qué actor más desaprovechado Kevin Pollak. Lo recuerdo muy bien acompañando a Demi Moore y Tom Cruise en "Algunos hombres buenos".

Por último, mi recuerdo emocionado a Juan Luis Gallardo y Pérez Puig, dos grandes.

César Bardés dijo...

LA referencia a Quentin Tarantino no es nada gratuita puesto que el mentado Smith utiliza a Michael Parks. Dicho así, no suena de nada. Pero es que Michael Parks tiene un papel bastante fundamental en un doble rol de "Kill Bill". A la vez es el sheriff que descubre la matanza de la boda, con unas impenetrables gafas oscuras y el mafioso mejicano que intenta coquetear descaradamente con Uma Thurman en ese bar selvático y lleno de serpientes que posee en medio de ninguna parte y que le da una de las pistas para localizar a Bill.
Lo de Kevin Pollak es de juzgado de guardia. No solo en aquella "Algunos hombres buenos" sino que recuerdo encarecidamente y, al mismo tiempo, recomiendo con entusiasmo aquella "Seven times lucky" que también se ha comentado en este blog.
Y Juan Luis y Gustavo...sí. Qué buenos ratos hemos pasado con ellos.
Abrazos luctuosos.

carpet dijo...

A ver, yo creo que el problema de Smith es que no hace películas, hace comics en imagenes. Pero, esntiendaseme bien, no son comics al uso, mejor dicho son casi tebeos.
Sus escenas, las más de las veces, son viñetas visuales, un compendio de frases, charlas, bocadillos que intenta vestir de nueva cultura cuando no pasan de chascarrillos de Centro Comercial (por poner algo de su propia esencia vital).
A ver, tampoco me he visto toda su filmografia pero con tres o cuatro películas con una realización muy identifiocable te puedes hacer una idea bastante correcta.

Es cierto que a veces tiene algo de gracia, algún hallazgo, alguna cosa original...pero poco más. No obstante resulta bastante atractivo, sobre todo entre los jovenes, con los que compaete guiños que nos suenan lejanos.

Para mi la cosa está clara, en general, su cine es superficial, tanto como ese inicio tarantiniano de "Reservoir dogs" y la discusión acerca del "Like a virgin" de Madonna, pero lo que en Quentin supuso frescura y sorpresa en Kevin se vuelve agotador por repetido...Es una conversación infantil, de niños que llegados a la adolescencia siguen enganchados a problemas menores...

¿Recordáis aquello que le decía Jerry O´Connel a Corey Feldman en "Cuenta conmigo"? : ¿quien crees que ganaría en una pelea entre Superman y Superratón?...La respuesta de Feldman era también prueba de esa infancia: ¡Qué tonteria! Superman porque es un tio cachas y Suprratón sólo es un dibujo animado.

A mi me parece que el cine de Smith es así, nos plantea acertijos simpáticos que son divertidos si te los planteas, pero absolutamente simples y carentes de fondo. El problema es que pretenda que lo que está diciendo es serio o tiene trasfondo porque si es así se le ve la poca gracia y que pasa por las cosas sin detenerse a pensar...ni a hacer que pensemos.

Abrazos enlutados

César Bardés dijo...

Bastante certero el análisis, Carpet. El problema, como bien dices, es cuando se pone serio como en este caso. No tiene ninguna gracia y, además, carece de profundidad porque ya está más que manido. ¿Que los fanatismos son malos, horribles, terribles? Ya lo sé, ya. ¿Que el Estado es una forma de fanatismo tan terrible como la peor de las comeduras de coco religiosas? Pues también lo sé. ¿Que la violencia más que una justificación es un disfraz para que no se pueda profundizar en los verdaderos motivos? Por supuesto, pues acaba de descubrir América. La sensación de la gente cuando sale de la película es que ha visto algo muy raro, muy poco tragable narrativamente y que, queriendo hacer pensar, no merece ni un momento de células grises en funcionamiento. Y ni siquiera veo que conecta con los jóvenes puesto que aquí lo que se hace es presentarlo como víctimas, ciertamente descerebradas, de esos fanatismos que rodean cualquier acto de potencial depravación o de creencia exacerbada y llevada al extremo. Un tostón, vamos. Sin sentido y sin ganas de tenerlo lo cual lleva directamente a la tomadura de pelo.
Abrazos polvorosos.