viernes, 26 de octubre de 2012

UN LARGO ADIÓS (1973), de Robert Altman

Sí, es posible. Tal vez ésta no sea una gran película. Tal vez es la película que más se aleja del mito de Philip Marlowe. Tal vez sea una parodia deliberada eligiendo al intérprete más opuesto al estereotipo del célebre detective privado. Yo, simplemente, creo que es una puesta al día del hombre duro. Del que recibe por todos lados. Incluso por parte de los amigos. Hasta se aleja ostensiblemente de la que está considerada la mejor y más compleja novela de Raymond Chandler. Pero es una película por la que siempre he sentido algo especial. Quizás porque yo también he tenido largas despedidas que han acabado repentinamente con un portazo, como el sonido de un percutor sobre el casquillo del revólver. O porque yo también he puesto la amistad en un lugar apartado de mi vida, esperando que hasta allí no salpicara la basura que me ha llegado hasta el cuello. O, incluso, porque yo también he hecho señales desesperadas pero no evidentes para que la mujer de la que estaba enamorado se fijara en mí y no mirase en otra dirección esperando un gesto que nunca llegó. O porque yo también me he hecho el buen chico con la confianza de convertirme en algo importante en la vida de alguien. O porque, al fin y al cabo, nunca he dejado de mirar la vida con un cierto escepticismo pero conservando, en algún lugar secreto, una serie de valores que sólo aireo cuando me apuntan con la pistola de la moral, de la presión, de la injusticia, de lo evidente o del desprecio.
En cualquier caso, siempre que estoy en medio de una conversación sobre cine y el tema deriva hacia Robert Altman, por encima de vulgaridades tan ociosas como citar Gosford Park, o Kansas City; o las sempiternas y excelentes Vidas cruzadas, El juego de Hollywood, MASH, El volar es para los pájaros o la estupenda Nashville...yo siempre cito, ante la sorpresa general a Un largo adiós...Y, claro, me miran como si fuera un bicho raro y comienzan a burlarse (como tantos y tantos cinéfilos) de mis gustos tan poco al uso...Poco después me levanto y escenifico un breve adiós.
 

5 comentarios:

dexter dijo...

No me puedo creer que un fanático del jazz defina "Kansas City" como una vulgaridad. Hay que ver cómo sois los puristas...

En cuanto a esta peli yo la pillé hace poco no sé si por recomendación tuya o por un ex chatero de terra que hizo nada menos que la traducción al español del original de Chandler y que tenía debilidad por el film (no me extraña, sale un gato). Sí es verdad que es una peli especial, casi entrañable, por el tratamiento poco convencional que se hace del héroe. Y con un inmenso Elliot Gould, un actor que para mí mereció más suerte en su carrera.

Abrazos desmitificadores

Carpet dijo...

Lo mismo dice que es vulgar y ocioso referirse a "Kansas City" y "Gosford park", que muchos los repiten como si no hubiese "Mash" (atención al chiste culto).

A mi también me encanta esta peli, en realidad hace mucho tiempo coincidiendo casi en el tiempo con la lectura de la novela. El libro me apasionó y la película no me defraudó sino todo lo contrario, a pesar de que como comenta bardés se aleja en algunos casos del original literario.

También Gould me parece un buen actor, desde aquellos origenes en "Bob y Carol y Ted y Alice" ya comentada aquí, y por supuesto su papel en "MASH", aunque es cierto que al final se ha ido diluyendo en personajes secundarios e incluso televisivos hasta ser, de hecho, el menos interesante de las tres aventuras de los 11 de Danny Ocean.

Abrazos sin gabardina

César Bardés dijo...

Es que las películas buenas, buenas de jazz para mí son "Bird", "Alrededor de la medianoche", "Nace una canción" y, tal vez, "Un día volveré", con Paul Newman y Sidney Poitier tocando en París.
Lo de "Kansas City" es que era una bobada vendida como película de cine negro. Igual que los que adoran "Gosford Park" se olvidan de que existe una cosita mucho, mucho mejor como "La regla del juego", de Jean Renoir que ya me dice todo lo que dice Altman y más.
En cuanto a "Un largo adiós" a mí es una película que me gusta mucho. Muchos han dicho que esta película era una parodia del mito Marlowe y yo creo que es una reformulación adecuada para los años setenta, olvidando un poco el ambiente mágico de los cuarenta en el que se solía mover el detective de Raymond Chandler.
En todo caso, todo parte de la elección de Elliott Gould como Marlowe, vilipendiada por algunos, que se aleja mucho del convencionalismo, pero que le da un aire muy irónico a todo, muy adecuado y muy cercano incluso al espíritu que siempre ha presidido a Chandler. Es más. Es notoria la diferencia entre este final y el de la novela y, encantándome el de la novela (utilicé su último párrafo en la presentación de "El ojo privado"), me gusta muchísimo el de la película porque, por una vez, Marlowe prescinde del sentimiento y se deja llevar por una justicia que ha estado teñida de engaño.
En cuanto a Gould a mí es un actor que me ha gustado mucho en su época. Creo que le perdió un poco su altivez más que evidente y que fue mendigando papeles allá por mediados de los ochenta. Recuerdo una comedia, muy aceptable, que se llamaba "Al otro lado de Brooklyn". Lo que le pasaba a este tipo, quizás, es que tenía un rostro tan peculiar que no te lo creías mucho en dramas y sí en comedias de tinte muy sarcástico. Y además le perjudicó muchísimo ser considerado "el marido de Barbra Streisand" más que el actor, bueno y sólido, que era.
Abrazos apuntados.

dexter dijo...

Pues vaya yo en esa lista de pelis buenas, buenas de jazz incluiría "Cotton Club" (lo mismo lo has hecho deprisa y corriendo y se te ha pasado). Y Si me apuras "El trompetista" una película desconocida con Kirk Douglas que descubrí también hace relativamente poco.

Abrazos en "blue note"

César Bardés dijo...

Hombre, sí, tienes toda la razón. Y los ejemplos que das son excepcionales, muy buenos. Yo estaba metido un poco en la onda de los músicos, el club de jazz al que van a tocar y eso. Pero, sin lugar a dudas, tienes razón. Si ampliamos el abanico (y teniendo en cuenta que con "El trompetista" sí estabas en esa onda), desde luego habría que meter "Música y lágrimas", de Anthony Mann, o una película que habla sobre el deambular de los músicos a través de clubs de mala muerte y de conciertos multitudinarios en "Alexander´s ragtime band", una de las pocas apariciones en el cine de la gran Ella Fitzgerald, o "The Benny Goodman story", o, si me apuras, cintas en las que el jazz es protagonista de la banda sonora a un nivel casi estelar como "Quiero vivir", con Johnny Mandel a los mandos de la banda.
Abrazos allí mismo, en el "Blue Note".