jueves, 20 de diciembre de 2012

EL HOBBIT: UN VIAJE INESPERADO (2012), de Peter Jackson

El héroe débil, poseedor de virtudes que no alcanzan a ser vistas por cualquier ojo, elegido entre miles porque, en su interior, hay algo de pureza, de ingenuidad intocada, de honestidad de sentimientos, es el protagonista de una odisea con otros compañeros que son guerreros en estado bruto, sin patria ni hogar, que desean recuperar lo perdido, que quieren posar sus ojos en su tierra, enterrada bajo el fuego de un inmenso dragón que simboliza el mal que se entierra en oro, en avaricia constante, en un inmenso colchón de riquezas que a nadie benefician. Ni siquiera a él. Y la leyenda, siempre tornadiza, siempre esquiva, comienza a caminar en el abismo.
Batalla tras batalla, la leyenda bordea el precipicio. Por el camino, monstruos de todo pelaje, paisajes de belleza monstruosa, combates imposibles entre montañas que desean la supremacía del vacío y del tiempo. La magia enmarca la aventura, con viejos embrujos de salvación mientras un bocado apetitoso se escapa, un tesoro se pierde, una hermosura élfica teme por el equilibrio, una orgía de laberintos se derrumba y un desafío se consuma. Alas para volar en el inmenso cielo de la vuelta a casa. El héroe en el que nadie creía saquea los instantes para demostrar que la bravura no es patrimonio de los más fuertes.
Quizá hubiera que decir, no sea que alguien malinterprete estas palabras, que Literatura no es Cine. Será buena o mala, gustará o no gustará, será mejor o peor pero las sensaciones y los objetivos de un libro nunca se pueden equiparar a los de una película. Más que nada porque lo que tiene que hacer ésta es conservar el espíritu que inspiraron las imágenes, sobrevolar las aristas sobrantes, pulir el enorme botín de las letras impresas hasta convertirlas en sueños fotográficos de instantes cazados. Seguir paso a paso los rincones y explanadas del relato original puede derivar en un largometraje salpicado por el cansancio, que pierde la efectividad legendaria por el camino para añadir una espectacularidad que, si bien no es reprochable, sí que puede llegar a la repetición y al callejón peligroso de la gratuidad. Eso, y perdónenme los seguidores impenitentes de El señor de los anillos, es lo que pasó con aquella trilogía y eso, y perdónenme los seguidores impenitentes de Peter Jackson, es lo que vuelve a pasar en esta ocasión.
El don de Peter Jackson nunca ha sido el de la brevedad. De acuerdo que es muy difícil retratar la odisea de un grupo de valientes a través de una tierra jalonada de peligros y de criaturas impensables, que la imaginación tiene que estar alerta y que todo obedece a una razón previa retratada en los maravillosos relatos de J.R.R. Tolkien, pero no hay mucho detrás de tanto duelo, de tanta emboscada, de tanta carrera y de tantos planos de un virtuosismo técnico que merecería el aplauso con una mayor templanza en la narración. Ah, ruego que me vuelvan a perdonar. Al terminar la proyección sí hay gente que aplaude.
No deja de ser un placer ver de nuevo a Ian McKellen en la volátil piel de Gandalf, o a Cate Blanchett, mujer de rara belleza, encarnando la perfección divina de una reina de paz y tranquilidad. También lo es volver a visitar las increíbles tierras neozelandesas con el añadido de una dirección fotográfica excepcional, o, incluso, asistir al reto de volver a contemplar al Gollum de Andy Serkis con apasionamiento, pero espada tras espada, chasquido tras crujido, pelea tras escaramuza, se empieza a mirar a otro lado. Y lo peor es que no es que sea por poco interés, es por esa obsesión de hacer, del festín visual, una continua contienda en el que cada paso siempre es ir un poco más allá en lo imposible. Ahora cojan este artículo y échenlo al fuego de un volcán en erupción. Yo me quedaré frotándome las manos y diciendo en voz baja que es mi tesoro.

7 comentarios:

Dexter dijo...

Lo que no dices es si al final la gente apluadía porque le había gustado o porque por fin se acababa. Hubo un famoso crítico y académico que en su día dijo que lo mejor de "El señor de los anillos" era que llegaba un momento en el que ponía fin (opinión que suscribo). Y desde luego, hay que tener un rostro muy grande para coger una novelita que no llega a 300 páginas y hacer de ella tres películas de 3 horas cada una. Yo me pregunto cómo se las arreglará el señor Jackson para rellenar los tiempos muertos que sin duda habrá, que batallitas, nunca mejor dicho, nos relatará. A mí desde luego que no me espere para comprobarlo.

La relación que esbozas entre cine y literatura es muy interesante y a falta de mejor que comentar se podría decir algo al hilo del artículo.

Yo desde luego hace tiempo que decidí que no me volvían a ver el pelo por la Tierra Media. En concreto desde que vi la primera parte de la trilogía anterior. No entiendo muy bien su éxito desmesurado como tampoco los once Oscars que recibió su capítulo postrero (en detrimento de "Mystic River").

Por cierto que yo esta semana pasé de hobbits y horcos y me fui a la última del tío Clint. Está bien. Y lo mejor, además de el factor nostalgia al ser la última vez que oígamos en pantalla a Constantino Romero, es él, la presencia y el carisma que aporta tanto delante como detrás de la película (es suya aunque su nombre no vaya detrás de "directed by"). Por supuesto al lado tiene a esa pedazo de ACTRIZ llamada Amy Adams. Tal vez no termina de encajar la historia de amor entre esta y Justin Timberlake, que tampoco es que sea precisamente Henry Fonda. Eso, y que quizá es demasiado localista con el tema del beisbol cuyas reglas no nos entran ni a la de tres.

Abrazos desde la primera base

César Bardés dijo...

Eso que comentas de "El señor de los anillos" se hacía más evidente aún en "El retorno del rey" que era larga y no es ése su pecado. Su pecado es que era innecesariamente larga (si no tendríamos que censurar también "Lawrence de Arabia" y, por mi parte, desde luego no haré uso de tal facultad).
Es evidente que la famosa frase de "El libro está mejor" es un tópico y una perogrullada. Por supuesto que el libro suele ser mejor. Hay honrosas excepciones, por supuesto. Ahí tenemos a James Cain que confesó sin rubor que "Perdición" de Billy Wilder contenía más atmósfera y albergaba más calidad que su propia novela; o también Vladimir Nabokov, que creía que su novela "Lolita" era inadaptable hasta que vio el trabajo de Kubrick y la alabó hasta la saciedad diciendo que "en algunos aspectos, mejora las intenciones de la novela" además de su pasión por esa estructura circular que se inventó Stanley. El caso es que, y es algo que tengo muy claro desde hace años, las sensaciones que uno tiene al leer un libro son muy diferentes a las sensaciones que uno tiene al ver una película simplemente porque son medios diferentes, y, por tanto, sus objetivos son distintos. Todavía no he oído a nadie diciendo que "tal cuadro es mejor que tal película" o las construcciones de Frank Lloyd Wright son mucho mejores que las que salen en "El manantial", de King Vidor. Sin embargo, la gente se empeña, una y otra vez, en comparar un libro con una película. Por supuesto, qué duda cabe, ambos pertenecen a artes que intentan contar historias con lo que conllevan de discurrir en el tiempo narrativo y demás pero ahí se acaba la similitud. ¿Es que no hay cuadros que cuentan historias? Y no hablemos ya de adaptaciones procedentes de la televisión...ahí ya gana el cine aunque, en muchas ocasiones, pierde el encanto. Caramba, si se adapta una serie...¿el objetivo de la película es el mismo que el de la serie?
En cuanto a lo que dices de Eastwood pues sí, también tienes razón. Eastwood es una presencia increíble en pantalla, aún con 83 tacos que tiene. Sabe rodearse de gente competente como Amy Adams que soporta la película a la perfección y, como bien dices, Justin Timberlake no es Henry Fonda. En cuanto a las reglas del béisbol, la verdad, tampoco me importan demasiado porque lo que me importa es la lección de la experiencia que te da la película y cómo se posiciona en contra de unos tiempos que han cambiado códigos y valores de una forma que puede parecer lógica. Una película muy agradable.
Abrazos con guante.

Carpet dijo...

A ver, que llevo hoy un día que para ser el penultimo del mundo pareciera como si toda la empresa quisiera conocer todos los datos posibles antes del juicio final.

No tengo mucho más que comentar a propósito de Jackson, tan magnífico en la puesta en imagenes y tan absurdamente empeñado en darle extensión a todo lo que cuenta. Hasta hace poco que me lo dijo Dex, no sabía que "El hobbit" era un trilogia, me resultaba impensable que una novela así tuviera que contarse en tanto tiempo. Voy a pasar mucho de estas aventuras de Bilbo...pa la tele, si acaso.

Me interesa más, eastwood aparte, lo que comentais sobre la literatura y el cine o cualquier otra adaptacion de otro formato para pasarlo a pantalla grande. Ahí está por ejemplo, el intento de trasladar un cuadro al cine de la reciente "El molino y la cruz", el tomarlo como excusa de "La joven de la perla" o del propio proceso creativo en "El sol del membrillo".
En cuanto a novelas propiamente dichas, los ejemplos son tantos que sería absurdo intentar ennumerarlos, pero lo que es claro es que hasta novelas tremendas se han adpatado con mayor o menor fortuna sin acabar como una saga interminable, pero si hasta "Guerra y paz" de más de mil páginas se convirtió en una película de 2 horas y media como mucho.

Otra cosa que comentas es el tema de las series y aquí lo enlazo con las adaptaciones de comic. En general, se están adaptando series o comics con una gran aceptación popular y comercial, casi todos conocen más o menos a Superman, Batman, Spiderman, al Equipo A, a los Angeles de Charlie, o a Scooby Doo, etc...
Si eso es así, ¿es ncesario que nos cuenten el origen de cada uno de los porotagonistas de cada película?. Podréis decir, que mucha gente no tiene porque conocer que a Peter Parker los poderes aracnidos le vienen por una picadura de una araña radioactiva, y es admisible, pero bno es nada que no pueda resolverse con dosfrases y una iamgen en flashback y no condicioanr medio hora de película a conocer el desarrollo del heroe. Y fijaos que hablo de Spiderman creyendo que Sam raimi hizo un buen trabajo en la primera de la serie. Además si es así, ¿porque no se cuenta también en la segunda parte, tercera o en las que sea necesario?, pues por eso mismo, porque no es necesario. Uno se ve "Los vengadores" y no necesita saber la hitoria de Thor o la de Iron Man o la de Hulk, la historia no lo exige. Es como si nos tuvieran que explicar la infancia de Scarlett O´hara para que entendieramos su comportamiento posterior.
Lo dicho, a veces no se trata de alargar es que no se sabe contar bien, la concisión es una virtud que ha dejado de adornar al nuevo cine.
Salvo excepciones, que hay muchas, pero ahoar mismo me ha venido a la cabeza el inicio de "Los descendientes" que en 5 minutos ya te había situado en la historia y los personajes, sin hacer un recorrido rutinario por cada uno de los eprsonajes previo al accidente.

Abrazos no breves

César Bardés dijo...

Pues es totalmente cierto también lo que comentas, Carpet. El origen de los super-héroes, algo que era habitual en las colecciones de cómic, se están tomando como excusa en su traslado al cine y resulta totalmente inútil. Parece que el cine ahí entra en una contradicción. Tan poco detallista, a veces, se mueve en una necesidad de explicar el sentido de unas imágenes a las que tampoco hay que buscar mucha profundidad. Evidentemente, "Los descendientes" es un prodigio de planteamiento, al igual que también lo es "Centauros del desierto", del maestro tuerto. Pero son los signos de ese cine que tenemos, tan poco valorable, tan inocuo que intenta ser trascendente de forma desesperada cuando no tiene mucho que contar salvo el mero entretenimiento (lo cual, como ya hemos dicho varias veces, no es poco).
Yo no diría que la concisión ha dejado de adornar al nuevo cine. La palabra exacta es "precisión". Hay que contar lo justo, y contarlo bien.
Abrazos en el blanco.

Dexter dijo...

Quizá el ejemplo más notorio de lo que comentas es la trilogía de los Batmans nolanianos. Yo es que lo siento pero no puedo con que se revista de una capa -nunca mejor dicho- de trascendencia a una historia que en el fondo no deja de ser una banalidad (y como tal debería ser tomada). Hace poco me pillé la última en Dvd y aguanté exactamente 28´31´´. Insoportable. Y retomando con el tema de Jackson y los hobbits, pues es mi opinión personal, pero creo que el cine norteamericano vive un momento general de infantilización, se está haciendo muy "friki" últimamente, en el sentido de que siempre incide en el mismo corte de historias. Luego está el cine llamado indie que cada vez es menos indi y al que por cierto tradicionalmente no he sido muy devoto, pero que es el último reducto donde podemos encontrar historias como las de "Los descendientes" o la de, se me ocurre ahora por ejemplo, "Winter´s bone" una peli, muy Eastwood, por ejemplo, que me gusta mucho. Y luego también claro las grandes producciones de siempre, "Los miserables", "Lincoln", "The master", "Django", que ya se acerca la temporada de Oscars y hay ganas. Que lo cortés no quita lo valiente.

Abrazos corteses.

carpet dijo...

Que curioso yo nunca habría dicho que "Winter´s Bones" fuera una película muy eastwood, auqnue tienes razón en parte. No lo hubiera dicho porque está falta de un referente masculino claro, aunque exista el personaje del tio no es preeminente, y el cine del tio Clint, salvo en "Los puentes de Madison" siempre tiene una visión muy machota de la historia. pero es cierto que ahora que lo mencionas se pueden encontrar ciertas similitudes en la historia y su tratamiento con el cine de Eastwood. de hecho Jennifer Lawrence se comporta como una William Munny apaleada y maltrecha pero tenaz en su objetivo....y el padre ausente, pero cuya relación con su hija planea por la película..que interesante apreciación, si.

Y si, efectivamente "Centauros del desierto" es un prodigio de planteamiento inicial, pero quise traer una película actual para que la comparativa fuera más evidente, parece que si uno menciona un clásico está confundiendo el culo con las temporas o mezclando peras con manzanas que diría Ana Botella.

Por cierto, otro inicio ejemplar es el de "Reflejos en un ojo dorado", que tuve ocasión de ver el otro día con esa frase de entrada: "Hay un fuerte en el Sur, donde hace pocos años se cometió un asesinato. Los participantes en esta tragedia fueron: dos oficiales, un soldado, dos mujeres, un filipino y un caballo.".
ya nos ha puesto en situación de una historia tan llena de complejidades, de engaños a uno mismo y a los demás, de oculatciones del verdadero yo, que cualquier director actual tendría que dar mil vueltas para encontrar la forma de abordarla.

Y me quedé con una reflexión de Brando muy a proposito de ciertas actitudes morales sobre la homosexualidad, obviamente sin exponerla directamente pero que me parece mucho más impactante que la mítica de "ostras o caracoles" de "Espartaco". Brando reflexiona en voz alta junto a Brian Keith y dice : "¿Que es moralmente más aceptable? ¿Intentar que un taco de madera cuadrado se introduzca en un agujero redondo, aunque sea a base de insitir hasta el que el orificio se adapte a la forma del taco? ¿O buscar un hueco cuadrado que se adapte al taco desde el principio?"

No podemos comparar dos mundos distintos, Huston o Ford están a años luz de Jackson, para algunos serán mucho peores.

Abrazos precisos

César Bardés dijo...

Coincido con Carpet en tu apreciación, Dex, de que "Winter´s bones" es una película muy Eastwood y también estoy de acuerdo en la falta de referente masculino aunque el personaje realmente atractivo para mí es el del tío.
Por supuesto que es válido el ejemplo de "Los descendientes" y también lo es el de "Reflejos un ojo dorado", una película áspera como ella sola y que a mí me fascina. Curiosamente no es de los trabajos más conocidos de John Huston y creo que debería ser reconocido como tal. También veo ahí una magistral interpretación de Brando (qué seguridad tiene que tener un actor para hacer esa escena del espejo).
Esto es lo grande del cine, que hurgas en sus entrañas y siempre sacas algo nuevo, excitante y fascinador.
Sois grandes, pequeños.
Un abrazos sin reflejos.