jueves, 21 de febrero de 2013

UN PLAN PERFECTO (2012), de Michael Hoffman

A menudo el arte es ese objeto de ventajas añadidas que representan parcelas de poder, verdaderos escaparates de la vanidad que acompaña la posesión de la obra maestra. Hay poco sitio para la minúscula obra admirada que se adquiere con sacrificios. Lo que vale es la presunción acompañada de una buena dosis de arrogancia enmarcada en un desprecio tan hiriente como inútil. Y las venganzas tienen que ser planeadas hasta el último detalle. Más que nada porque el incauto millonario no se tiene que dar cuenta de la buena porción de billetes y belleza que ha perdido de la forma más humillante.
Pero en la mayoría de las ocasiones los planes nunca salen como están previstos. Quizá la chica que tiene que servir de gancho no tenga tanta clase, o tal vez haya competidores innobles que pretenden usurpar puestos a base de tonta palabrería, o incluso se pueden perder unos pantalones de la forma más ridícula y mantener la dignidad cual Cary Grant con gafas. Hay múltiples desviaciones del plan original. Tantas que es posible que el tipo que lo ha urdido todo no tenga tanta clase como se imagina y más bien sea un torpe redomado que huele desde lejos a carne de fracaso.
Las apariencias suelen ser una traición anunciada. La realidad se erige como una coartada que esconde las verdaderas intenciones y entonces el juego de vanidades comienza a girar con vertiginosa facilidad. Por otro lado, contraponer la consabida elegancia inglesa a la alocada informalidad americana siempre ha sido un juego atractivo pero, a su vez, también puede llegar a ser el disfraz de los perdedores. Todo se confabula en una farsa que tiene mucho de verdad y también alguna que otra mentira. Pero...¿qué más da? Siempre habrá la posibilidad de salvar el problema con el arma infalible del ingenio.
No bastarán las trampas con leones dentro o la inminente ruina que se deriva del asunto para echar atrás al héroe que decide cuáles son las pinturas adecuadas para los poderosos. Tampoco una mujer le hará cambiar de opinión. Llevará adelante su plan a pesar de los obstáculos y de las desviaciones. Bastará con poner un anzuelo en forma de obra de arte ansiada y el pez picará llevado a medias por la lujuria y a cuartos por agarrar lo que cree que le pertenece.
Todo se lleva con un extremo estilo en esta película. La dirección de Michael Hoffman es sobria y precisa, la interpretación de Colin Firth es una delicia y una demostración de la capacidad de reírse de sí mismo pareciendo el hombre más atractivo, y el conjunto revela una inteligencia que ni siquiera se intuía en el original de Ronald Neame interpretado por Michael Caine y Shirley McLaine con el título de Ladrona por amor. El rato es bueno, el guión de los hermanos Coen es brillante, el lujo abunda y los ladrones merodean por doquier. La película, al fin y al cabo, acaba robando un buen trato al tiempo mientras se dan pinceladas de comedia de enredo, de comedia loca, de comedia romántica, de comedia de intriga y de comedia aguda. Adivinen cuál es la auténtica.
El resto es un rato de disfrute, de saber que los poderosos también pueden ser vulnerables, de reconocer la genuina verdad entre un buen montón de engaños, de pensar que la inteligencia también es un objeto de arte, de creer que la intimidad, en el fondo, es un chiste de dudoso gusto. Eso es mucho en una historia que no pretende ir más allá y, en su territorio, coquetea peligrosamente con la excelencia. Reserven una habitación y tiren la casa por la ventana. Asegúrense de que sus conversaciones no tengan un doble sentido. Y sobre todo, hagan bien su trabajo. Sobre todo porque siempre puede venir un advenedizo que les confunda y les dé gato por pintura. Con firma incluida.

8 comentarios:

Carpet dijo...

Pues he de decir que no me atráia demasiado esta película a pesar de que los Coen estaban detrás (algunos les anuncian como directores incluso). El hecho de ser un remake y de la presencia de Cameron Díaz que se me hace inaguantable casi simpre, me echaban bastante para atrás.
Y eso que la escena del pantalón tan vista en la promoción de la peli me hacía pensar en una screwball comedy clásica, como comentaba Dex el otro día.

Lo que pasa es que con un guión de los Coen no tenía yo claro que eso pudiese ser así. Que los hermanos tienen una gracia muy ponzoñosa pero no la calificaría yo como de elegante.

No obstante hay dos cosas que me pueden hacer cambiar de opinión, la principal es tu post que da a ebntender que te ha agradado bastante y la segunda es Hoffman, que tiene un buen tacto con la comedia aunque no haya logrado hacer una película de altos vuelos aun. Pero ahí están su: "Un día inolvidable" cercana a la Screwball que comentamos con Clooney y la Pfeiffer intercambiando los papeles clásicos; "Escandalo en el plató" película que no termina de funcionar pero que tiene muy buenos momentos; "El club del Emperador" que no es una comedia pero a mi me encanta o "El sueño de una noche de verano" que a mi me parece una muy buena adaptación al cine de una obra tan disparatada.

En fin, será cosa de darle una oportunidad.


Abrazos desde la cornisa

Anónimo dijo...

A mí me pasaba lo mismo que el Carpet. En primer lugar, por Cameron y por la posible química con Firth, un actor que me gusta incluso antes que "El discurso del rey". Vamos, que me pegan más Michael Caine y Shirley McLaine.

Por otra parte ver a los Coen ahí me suena a encargo.

Abrazos desde el toro mecánico

César Bardés dijo...

Yo vi la original y te puedo asegurar que ésta, por una vez, supera a "Ladrona por amor" a pesar de que en ella esta mi querido Michael Caine. Colin Firth está soberbio, con una elegancia extrema incluso en las situaciones más disparatadas.
Cierto es lo que comentas de los Coen, que tienen un humor ponzoñoso pero en esta ocasión tienen un humor elegante, admirable. Su sello está en la forma de contar la historia que, ya al principio de la película, da a entender que no estás ante una comedia cualquiera.
Lo de Cameron Díaz es perfectamente compartible. Nunca ha sido una actriz que me gustara y aquí se limita a hacer bien su papel, sin estridencias y lidiando, además, con que ese papel pudiera haber dado más para hacer el típico rol de chica alocada y sin cabeza. El show, en cualquier caso, no está en ella. Está en Firth y, en algunos momentos, en el estupendo millonario aristócrata y elitista que compone Rickman.
Lo que pasa es que la propaganda se ha encargado de hacer que parezca que Firth es el elegante y que la chica es la alocada que trastoca los planes con sus extravagancias fuera de clase. No es así la película (y ése era el miedo que yo tenía al ir a verla). El propio Firth se encarga de hacer que nada sea lo que, en un principio, pudiera parecer. Y no cuento más.
Hoffman lo hace bien, con elegancia también con la cámara. No hay planos mal realizados, no hay cámara al hombro. El tipo sabe lo que se hace. Creo que, como bien dices, "Un día inolvidable" estaba muy bien y también me gustó, principalmente porque me reí con ganas, en "Escandalo en el plató" aunque es verdad que no termina de funcionar en algunos pasajes. Buena "El club del Emperador" y no nos olvidemos de esa estupenda película que hizo con Plummer y Mirren con el título de "La última estación".
Muy, muy agradable. La gente se ríe. Ah, y la situación de los pantalones se prolonga mucho más de lo que en un principio puede parecer. Y una cosa más. También anda por ahí Tom Courtenay, que narra toda la historia y también tiene un par de momentos buenos, llenos de veteranía y de sabiduría, ante todo.
Dale la oportunidad. Es un buen trato.
Abrazos con paleta.

César Bardés dijo...

Pues no parece, Dex. (Nos hemos pisado mientras escribíamos el último comentario). Según mis investigaciones previas al estreno, los Coen escribieron este guión justo después de terminar "Un plan perfecto". Se aplazó porque tenían un guión anterior, "Quemar después de leer" y cuando ya se pusieron a ello, sus elecciones para los principales papeles fueron Sandra Bullock, Ben Kingsley para el de Rickman y, atención, Hugh Grant para el de Firth. Luego no tuvieron problema en aceptar la aparición de Firth y de Rickman pero coincidieron con Carpet en que lo de Cameron Díaz era un despropósito y cuando se les dijo que la Bullock se les salía del presupuesto, buscaron a Jennifer Aniston. Otra que tal. Se les dijo que Cameron Díaz y entonces dijeron que mejor lo dirigiera otro porque no querían caer en el error que supuso "Ladykillers", que tuvieron que tragar con el reparto que se les dio y les salió lo que les salió. Parece ser que esa es la historia.
Cierto es que Michael Caine y Shirley McLaine dan perfectamente el pego pero ya te digo, Firth no tiene nada que envidiar a Caine en esta ocasión y, eso sí, McLaine daba mucho mejor el tipo que Díaz. Hoffman la maneja muy inteligentemente para que no sea, ni mucho menos, el eje central del asunto.
Abrazos con whisky.

Anónimo dijo...

Lo del fiasco de "Ladykillers" no creo que se debiese únicamente al reparto. Los Coen de vez en cuando también la cagan y mucho.

Ya dije que no acudí a ver esta peli por miedo a Cameron, la de Bruce a pesar de la apuesta me daba pereza. Así que me decidí por otra que también me daba un poco de recelo pero de la que salí muy muy gratamente sorprendido, "Las ventajas de ser un marginado". La recomiendo.

Abrazos marginados

César Bardés dijo...

Por supuesto que no se debe únicamente al reparto y "Ladykillers" es la mayor cagada de los Coen pero parece ser que el hecho de contar con Tom Hanks era lo menod adecuado que ellos querían para un papel que había interpretado previamente Alec Guinness. De todas formas sigo pensando que son unos cineastas de altísimo nivel.
Apuntamos "Las ventajas de ser un marginado' para verla. Total ahora van a venir vacas flacas para aburrir.
Abrazos desesperanzados.

carpet dijo...

Bueno, pues animado por tus palabras me acerqué el sábado a ver a Collin y Díaz. Y he de decir que me gustó bastante.
Efectivamente el gran valedor de la película es Firth, aunque Rickman y Courtenay tienen algún momento de gloria, y efectivamente Cameron no deja de ser una secundaria necesaria que no molesta y que cubre con soltura.

A mi me trajo a la memoria dos señas cinematográficas, la primera fue "La pantera rosa" a la que juega desde los títulos de crédito pero sin dejarse llevar por el desparrame torpe de Sellers, estamos mucho más cerca de la sonrisa de Niven. Y la segunda del sabor clásico de la Ealling con Collin como revisión de mirada de Guinnes en algunos momentos (sobre todo al final).

El tema de la cornisa y el pantalón es sin duda el momento álgido de la película con un muy buen gag sostenido durante varios minutos. Eso me hacía pensar también en las comedias clásicas, con esos gags bien controlados y contenidos en ritmo, de forma que no se conviertan en chistes visuales cortos, ni en una absurda sucesión de torpezas que termina perdiendo la gracia.

El único pero es que es ese momento el que desgasta un poco la pelicla y me explico: no hay ningún otro gag de ese nivel (hay una posibilidad con las reuniones en el despachop de Rickman y las sillas que no terminan de explotar) y el resto no son situaciones cómicas sino una historia que te hace sonreir de continuo por la propia trama, por algún dialogo bien pensado, y por la eficacia de Collin para construir el personaje, pero no hay más momentos hilarantes (el sistema de alarma podría haber dado mucho más juego y se soluiona de una forma bastante simple) y eso hace que se te quede la boca con sabor a poco...a que la película está bastante bien, pero podría haber estado mucho mejor, que los que tenían la cosa entre manos podrían habernos dado una gran comedia, del nivel de los clásicos del género, pero que se han quedado en una de las mejores de los últimos años, lo que ya de por si podría bastar, pero que no es suficiente.

Aclaro que cuando digop que es una de las mejores comedias de los últimos años, lo digo porque es una comedia clásica, creoq ue es algo que apreciamos los cinéfilos, pero que quizá el público menos empapado del cine de tiempos pasados no lo aprecie tanto, sino más bien al contrario le pueda parecer una chorrada graciosilla sin demasiadas pretensiones...que mejor ver en la tele.

Abrazos con gafas.

César Bardés dijo...

Fíjate que a mí no me recordó tanto a la Ealing, aunque reconozco que la idea se me pasó por la cabeza, y sí mucho más a la comedia sesentera tipo "Billy el mentiroso", más propia del "free cinema" aunque esto lo digo con ciertas reticencias porque no era precisamente una generación de tíos graciosos.
Yo creo que tampoco busca ser una comedia que tenga varios momentos álgidos, ni que busque mantener el nivel alto de risa, no esperaría yo eso de una comedia escrita por los Coen, precisamente.
En cualquier caso, claro, es una película que no busca una pretensión muy inalcanzable y, desde luego, si el público no cinéfilo no lo aprecia, ellos se lo pierden. Yo, desde luego, con el acabado formal que tiene, bastante completito, no la vería en la tele y creo que merece la pena verse en pantalla grande. Ayer, mientras veía la ceremonia de los Oscars al lado de Ben y George, alguien me dijo que la cinefilia ya no existía y que las películas que tienen más de diez años, sencillamente, no existen para el público al que le gusta el cine. Quizá tenga razón. Y, precisamente, creo que los críticos y los que escriben sobre esto del cine tienen el deber moral y profesional de ser guías en nuevas búsquedas y nuevas formas de entender el cine basándose en los grandes maestros. Es como si los entendidos en pintura no hubieran visto nada anterior a Liu Yaming (existe) y creyeran que los Miguel Ángel y compañía (y entiéndase por "compañía" todo lo que se quiera meter) no hubieran existido. Es inconcebible en ese arte. Pero parece ser que en el cine, sí.
Abrazos con smoking.