martes, 19 de marzo de 2013

TIBURÓN (1974), de Steven Spielberg

Sonríe, hijo de perra. Enséñame esos dientes que buscan la carne y jamás quedan saciados. Muéstrame hasta dónde eres capaz de llegar. Eres una fiera salvaje que tiene algo más de cerebro pero no tienes piedad porque has salido de tu territorio para buscar una comida que no te pertenece. Ni orden natural, ni equilibrio ecológico, ni nada. Solo merodeas en pos de la sangre. Parece que disfrutas causando terror. Eres tan brutal que estás por encima de nosotros en la cadena alimentaria pero eso no te otorga derechos. Deja a la gente en paz, aunque ellos no te dejen a ti. En tus ojos sin vida refulge un destello de ira. En tus dientes implacables aún persisten los colgajos de carne de tu última víctima. En la lucha, no hay cuartel. Quieres jugar y nosotros aceptamos la partida.
No es menos cierto que el hombre destaca por su estupidez. El negocio antes que la seguridad. Lanzarse a cazar al más peligroso de los animales a cambio de una inútil recompensa. Confundir a todos porque se quiere creer en esa confusión. Ni siquiera el profesional valora con precisión cuáles son los peligros de un escualo asesino. Lo peor no es el peligro de ser devorado. Lo peor es que no sabemos lo que eres capaz de hacer y en qué momento. Eso devora temples. Y sin temple, estamos desnudos, desprotegidos, indefensos y agotados. El territorio es tuyo. El agua te sirve de camuflaje y de trampa. Nosotros somos el banco de peces que va a parar a tu estómago. Más repentino. Más saciante. Más práctico.
Resulta increíble comprobar la maestría de un joven Steven Spielberg dirigiendo una película que hacía aguas por todos lados. Los planos espectaculares se suceden en más de una ocasión. Era capaz de acelerar la sangre de todos y, luego, de calmar los ánimos hasta dejar que la caza de la bestia quedara en un segundo plano. Tuvo una colaboración esencial en actores maravillosos como Roy Scheider, Richard Dreyfuss y, sobre todo, Robert Shaw que le escribió la escena en la que, comparando cicatrices, el viejo pescador cuenta el desastre del buque Indianápolis, hundido por un submarino japonés en unas aguas infestadas de tiburones. La película, en algún momento, se mueve por algún esquema manido pero Spielberg consiguió que ese tópico también resultara apasionante y magistralmente integrado en una trama que absorbía, aterrorizaba y fascinaba a cualquiera que tuviera ojos y corazón. La cámara siempre está situada en el sitio adecuado para ser testigo de todos los temores. Hay la impresión de que un resbalón inoportuno puede acabar con los héroes, de que un animal de esas dimensiones puede hacer cualquier cosa a poco que el instinto se le dispare, de que las persecuciones tienen la posibilidad de acabar con una brusca muerte, de que es muy difícil acabar con la persistencia natural al asesinato, de que hay un cierto lado turbio en el disfrute de algo relajante. Steven Spielberg nos dio su primer toque de maestro. Nosotros, entre tanto, solo pudimos tragar agua, tensar los músculos y reconocer que aquello era cine.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Casualmente, el otro día volví a recuperar "Lo imposible" con amigos, y volví a pensar qué hubiera sido de esa historia en manos del de Ohio. En especial porque Bayona parece especialmente imbuido en la filmografía spielberiana y porque el plano submarino de los bañistas garreando bajo el agua le delata. Señal evidente de que Spielberg no solo maneja el tópico como nadie, sino que también crea escuela al respecto.

Y es que no hay nada nuevo en "Tiburón", todo está inventado, es la forma en que está todo conjuntado la que la convierte en una experiencia única. El suspense, los personajes, los diálogos. Es una película perfecta, en su género ya no se puede hacer mejor.

Yo creo que algo de eso queda en algunas de las posteriores pelis de Steven, en especial de la primera "Parque Jurásico", para mí injustamente denostada, pero que contiene mucho y muy buen cine.

¡Tito Steven, no te mueras nunca ¡

Abrazos inmortales

César Bardés dijo...

Sí, creo que ya comentamos a propósito de su estreno que "Lo imposible" tiene todos los elementos necesarios para que fuera dirigida por Steven Spielberg. Obviamente creo que sería una película mejor que la que hizo Bayona, sin menospreciar sus resultados aunque sigo poniéndole peros al asunto.
Es cierto que la gran virtud de "Tiburón" es su conjunto, lo enormemente equilibrada que está a pesar de tener dos partes bien diferenciadas. Yo no la vi en su estreno (tenía ocho añitos y me encontré con la prohibición paterna, entre otras cosas, porque era para "Mayores de 14 años", circunstancia de la que se benefició mi dilecto hermano) y la recuperé muchos años después, allá por el 82, probablemente, en una de esas proyecciones que ya he comentado con los amigos, donde yo iba con la cámara y la pantalla cada fin de semana a una casa mientras todos poníamos veinte duros para alquilar la película en formato de Super 8. El caso es que, ya entonces, me pareció una película increíblemente bien rodada. Tiene planos de una belleza impresionante a pesar de ser una caza sin cuartel. Y el tiempo, ya con más criterio, me ha venido a dar la razón. Las películas de Steven Spielberg serán mejores o peores, te podrán interesar o no, tiene obras maestras y tiene truños pero sigo diciendo que es el director que mejor sabe rodar y más certeramente sabe dónde poner una cámara y cómo contar una historia.
Yo creo, sinceramente, que Steven Spielberg no morirá nunca.
Abrazos eternos.

Carpet dijo...

A mi lo de Tiburón me parece magistral todo. me lo pareció en su momento y me lo parece cada vez que la reveo (es una de esas reposiciones habituales a las que me quedo enganchado como un pez en el anzuelo). Creo que es la película, con mucho, que más veces he visto en toda mi vida (y hay unas cuantas). Parce que ya no veo nada nuevo en ella ¿o si?, porque como bien dices cada vez te das mas cuenta de que todo está rodado desde el sitio adecuado y en la forma correcta, los momentos de tensión son tensos, lso momentos de calma también y la chispa del humor aparece siempre en el momento justo para darte un respiro y no pecar de excesiva seriedad...Y el ritmo, ese gran enemigo de tantos directores jovenes, Steven lo manejó como quiso y siempre bien.

Mucho se habla de el Spielberg como prodigio técnico pero es uno de los dietrctores de siempre que mejor maneja el ritmo de la historia que cuenta. Hay muy pocas películas de su filmografia que se hagan tediosas (no he visto "Amistad", ni aun "Lincoln"), pero cuando Steven cuenta te lleva en volandas de escena en escena sin que te dé mucho tiempo a relajarte más que lo estrictamente necesario.

Esta película se disfruta como espectador desde la entrada hasta el último plano, está cargada de emoción ( de varios tipos de emoción) y es imposible evitar engancharse a ella, desde el miedo, desde la carga de adrenalina, desde el sentimiento, desde la pasión...

Yo no tengo muy claro que en "Tiburón" estuviese todo inventado o que se mueva tan cerca de los tópicos, antes más creo que muchos de esos tópicos surgen a partir de "Tiburón" con más pena que gloria en su manejo.

Porque "Tiburón" es en cierta manera también un western.
Y la presencia del asesino que amenaza a la tranquila comunidad ya se nos había contado antes, y el sheriff que se enfrenta a él y la ayuda del "experto teórico" y del "experto práctico" y la caza y la lucha final...Eso es todo visto, si...
Pero Steven nos lo metió en nuestra casa, nos lo llevó a nuestra mente y así, cada vez que te metes en el agua en la playa recuerdas el movimiento continuo de un escualo nacido pra devorar, una colchoneta que no sólo protege sino que reclama al voraz cazador, que el agua azul que mece tu baño se puede convertir en encarnada sanguilonienta mientras una pierna se hunde desprovista del resto de su cuerpo...

No amigos ya no vemos al bandido despiadado bajo el sombrero negro disparando a los buenos, eso era otra épocva, otro lugar, eso no nos podía pasar a nosotros. El asesino que nos pintó Spielberg siempre estará ahí amanezando nuestro descanso...

Nada nos puede tranquilizar, ni siquiera decir eso de "Ya me marcho de aquí, bella dama española..."

Abrazos con un barco más grande.

César Bardés dijo...

Es cierto que muchos de los tópicos han nacido a partir de "Tiburón". Solo hay que ver la cantidad de bestias marinas que han tenido su película con menor fortuna, incluso las secuelas que ha dejado la original. Tenemos hasta "Tintorera" en algún sitio. El caso es que el ritmo, como bien dices, Carpet, está tan bien manejado que nunca más, en ninguna otra, hemos tenido ese miedo al agua que destila éste. Es más. Estabas viendo la película y tenías la impresión de que cualquiera de los protagonistas se acercan al agua y que algo iba a pasar. Recuerdo la exclamación de horror de todo el mundo (eramos unos veinte viendo la película en un salón) cuando Dreyfuss se mete con la jaula. Y ya no digamos cuando, momentos después, Shaw tiene la mala suerte de no poder agarrarse cuando el tiburón se sube a la popa.
En cuanto a la visión del western, bueno, no andas muy alejado. Podemos extrapolar el esquema aventurero a cualquier otro género, desde luego. En todo caso, que me pierdo como el cantares. Quería decir que hay que recordar que, en aquella época, el género de catástrofes estaba muy en boga y que algunos de los tópicos de ese género sí que salen en "Tiburón" (las escenas de masas en la playa, la descripción detallada de la locura que se desata cuando la pobre madre ofrece una recompensa por el escualo...) pero Spielberg los integra tan bien, lo hace tan nuevo que el ritmo no queda para nada desgastado por algo que está ya visto. Eso es maestría.
Abrazos desde la jaula.