lunes, 20 de mayo de 2013

LA FIERA DE MI NIÑA (1938), de Howard Hawks

Enseñar el trasero en público es algo, cuando menos, embarazoso. Ahora bien, el tratado de las buenas maneras permite taparlo con una chistera e incluso arrimarse con el paso acompasado para que no se vean las vergüenzas. Claro que si en la ecuación metemos a una chica que está como una moto sin frenos, a un guepardo y a un hueso de dinosaurio entonces lo que tenemos es ya una multiplicación del absurdo, concepto matemático altamente utilizado. La fórmula es fácil. Ser gracioso sin ser graciosillo. Ser fino sin ser melindroso. Ser brillante sin creer que eres el rugido de un león en celo. Ser romántico pero con la llave de la carcajada en la cerradura. Incluso, si place, ser absurdo sin llegar a ser ilógico. En el equilibrio está la virtud. Tanto es así que cuando uno pierde el equilibrio, el esqueleto se derrumba, el amor se construye y la comedia loca, loca, loca, no pierde comba porque, total, para una vez que se enamora el muchacho…
El caso es que todo empieza con una partida de golf…No, no. Todo empieza con una clavícula intercostal de un bicho prehistórico…No, no, tampoco empieza ahí. Todo empieza con un arañón en el guardabarros del coche…Pues no, la verdad. Todo empieza con un matrimonio en el que el trabajo va a ser el valor máximo…Ahí, ahí. Y, claro, ese enlace va a ser una prueba del nueve contra el aburrimiento. Más que nada porque ahí no va a haber otra cosa más que el estudio minucioso de las porosidades de los fósiles antediluvianos y el tema va a ser, apuéstense lo que quieran, monótono, insulso e insignificante. Lo que necesita un científico es divertirse, cantar aquello de “todo te lo puedo dar, menos el amor, baby”  y mientras, como quien no quiere la cosa, la chica se va adentrando en el corazón de ese paleontólogo de corazón conservado en formol. Una locura por allí, una risa continua, un intento ininterrumpido de colocarse en el ridículo más espantoso mientras toda la gente de alrededor es aún más espantosamente ridícula. Aunque hay que ser muy ciego para no ver el encanto que tiene esa chica llamada Kate Hepburn incluso con un tacón de menos y dos tornillos perdidos.
Y aún estoy preguntándome qué diablos he hecho yo para parecer una piltrafa sin gracia ni estilo cuando me pongo un salto de cama y ese individuo aburrido, Cary Grant creo que se llama, resulta que es lo más elegante del mundo incluso vestido de mujer. Es adorable hasta en el despiste más delirante. Además de ser el mayor seguidor de perros de la historia del cine. Tanto es así, que siento que mis huesos de dinosaurio se desarman, se desatornillan y tiemblan cual escalera balanceada de lado a lado porque, sencillamente, vivir con la ilusión de amar a alguien tan desaforadamente divertido hace que la vida, esa gran timadora, comience a ser apasionante después de tanto libro, de tanta racionalidad y de tanta compostura. Es lo que tiene traerse la juerga a casa, que nunca te cansas de ella. ¿Verdad, Howard?

7 comentarios:

Carpet dijo...

"Nunca te cansas de ella", esa es la perfecta definición que comparte con no pocas películas (o al menos para mi). Hay muchos clásicos que tienen esa condición pero creo que las comedías perfectas como esta lo tienen más facil. A lo mejor soy capaz de zapear ante la enesima visión de "Ciudadano kane", pero me es imposble con esta, con "Historias de filadelfia", con "Una noche en la ópera", con "Luan nueva"...

No es que te rías es que te lo pasas bomba. Y que bien dicho eso de que dentro del absurdo se puede ser lógico. esa es una carencia de demasiadas comedias que llevan el desmadre hasta extermos insoportables que te hacen desconectar. Por eso he mencionado a los Marx, porque ellos elevaron esa contraposición a la categoria de arte. Quienes hoy enaltecen "Resacón en Las Vegas" que puedo coincidir con Dex en que no es una comedia terrible, sino bastante pasable, deberían ver este a los hermanitos para aprender gamberradas con buen tino, o a Grant y Hepburn en esta para comprender que el desmadre puede ser hasta civilizado.

La cena en la casa de tia Elisabeth es alucinante.

Ahh...y que ganas de que llegue el jueves para coincidir plenamente ( no creo que esta ocasión haya muchas dudas) en la charla sobre la peli de la semana.

Abrazos imitando el sonido del leopardo.

Anónimo dijo...

Yo aluciné, y creo que lo dije en su momento, cuando se comparó esta joya con "El lado bueno de las cosas" a raíz del estreno de ésta última. Primero, porque cinematográficamente no hay calor. Segundo porque en la peli de Russel los dos protas están como una puta chota, y aqui es Kate la que arrastra al recatado Grant en su locura.

Que consideremos "Resacón en Las vegas" como una comedia pasable da buena cuenta de cómo está hoy en día la comedia. Yo tampoco me canso nunca con la peli de Hawks. Añadiría a la lista de Carpet "Con faldas y a lo loco" o "Me siento rejuvenecer".

Abrazos desde lo alto de un brontosaurio

César Bardés dijo...

Bueno, veo que las fieras de mis niños han conectado con la película lo cual me alegra hasta límites insospechados, tanto que me voy a poner a imitar el rugido del celo de la leona de un momento a otro. Seamos sinceros. Quizá estamos ante la mejor comedia "screwball" que se haya hecho nunca. Luego hay otras muchas, muy buenas, yo también diría "Medianoche", de Leisen; o "Las tres noches de Eva" y "Un marido ideal", de Sturges, pero como esta ninguna. Y es que el maestro Howard las dotaba de una especie de punto de locura superior que desembocaba en esa lógica que ahora ya no cabe en ninguna de las películas que quieren ser algo parecido. A mí se me ocurren "Una terapia peligrosa" o "Los padres de ella" (la primera, no las demás que son inventitos para que Bobby se lo pase bien con sus amigos) que están mucho más en la onda "screwball" en un género que se ha confundido con el absurdo por el absurdo y así somos graciosos. No, no. El "screwball" era un absurdo inteligente, algo que te hacía vibrar porque sabías perfectamente que, en esa locura tremendamente hilarante, había un objetivo y que obedecía a las razones de un personaje para alcanzar lo que fuera. En este caso, un hombre. Si es que esto mismo ya esta pasado de moda, leñe.
Yo diré algo que puede sentar mal. Comparar esta película o, incluso, este género con "El lado bueno de las cosas"...me lleva a sospechar que, sencillamente, el tipo que ha dicho tal cosa ni siquiera se ha parado a ver "La fiera de mi niña". Esto, amigos, comienza a ser como los libros que todo el mundo debiera haber leído pero que ninguno ha leído. Todos han visto todo, pero en cuanto abren la boca delatan que no...que no...que no...que todo es boquilla, que cine moderno, mogollón y todo lo que tu quieras pero que los grandes maestros son para ellos puro rollo mesiánico.
Abrazos con la clavícula intercostal.

CARPET_WALLY dijo...

Bueno, no dejas de tener algo de razón cuando algunos hablan de cine (e incluyo críticos o al menos periodistas que les ha tocado en suerte escribir sobre el tema) tienden a tomar los clásicos como referencias cuando algunas veces se nota que no han ido más atrás del cine de los 80...como mucho.

Un poco a los chespir con aquello de que todo lo que se cuente lo contó primero el bardo, pillan cualquier estreno comparan sinopsis y en cuanto les cuadran cuatro genes ya tienen con qué comparar. El ADN de las pelis va mucho más allá de un punto de locura en algún personaje, de que transcurra en un viejo caserón, de que hable de un hombre rico que no tiene nada,...

Muchos ven el cine clásico en FilmAfinity o incluso Wikipedia, lo cual puede ser válido si no se dedican a teorizar sobre el particular.

Por cierto, para el jueves tengo pensado hasta el transversal...así nos divertiremos y todo.

Abrazos entre rejas

César Bardés dijo...

Ten por seguro que es así, Carpet. Es más, puedo dar fe de que muchos de ellos tiran sin vergüenzs alguna del "Diccionario del cine", de Carlos Aguilar, obra de referencia indispensable para todo aquel que se las quiera dar de que ha visto mucho cine y no ha visto aunque no lo reconozca los títulos más indispensables al menos para tener un mínimo de conocimiento de lo que se hsbla.
Asi quesus ejercicios literarios se asemejan mucho a aquellos pasatiempos del TBO en los que había que hallar diez semejanzas entre dos viñetas. Luego vas tu, dices dos cositas y, claro, eres el enemigo a batir.
Espero con impaciencia tus deliberaciones fitzgeraldianas teñidas del rojo Luhrmann.
Abrazos lujosos.

Marta Dg dijo...

¿Cómo se puede comparar "El lado bueno de las cosas" con "La fiera de mi niña"? No tiene sentido.

César Bardés dijo...

Ninguno. Por eso no hay que hacer demasiado caso a los críticos.