jueves, 19 de septiembre de 2013

LA GRAN FAMILIA ESPAÑOLA (2013), de Daniel Sánchez Arévalo

No debemos engañarnos. Descubrir los secretos de una familia, de cualquier familia, siempre es algo divertidamente patético. Más que nada porque hay algo trágico en el afán por mantenerlos escondidos y algo cómico en la misma verdad. Tal vez porque nos empeñamos con insistencia en mantener nuestras emociones en un segundo plano porque ellas son las que nos muestran como seres vulnerables, prisioneros de una vida que, por lo general, no nos suele gustar. Y por eso, también, buscamos la emoción en las películas. Todos tenemos alguna que guardamos en algún lugar del corazón porque nos gustaría haber vivido esas vidas tan desenvueltas, tan desenfadadas y que, además, suelen acabar con un maravilloso final feliz. Lo que pasa es que la vida rara vez suele ser una película aunque en alguna ocasión hemos creído que era así. Como en aquella final de julio del año 2010 y aquel gol de Iniesta que nos hizo saltar a todos de la silla para ponernos la emoción a flor de piel. Sin embargo, no nos damos cuenta y no recordamos que, para que llegara ese gol, Xabi Alonso recibió la patada de su vida e Iker Casillas paró aquello que parecía imposible. Para ganar, casi siempre, hace falta sufrir, sudar la camiseta, correr más kilómetros que una gacela, jugar prórrogas y quizás, solo quizás, llegue el gol al final, en los minutos finales. Es el premio por haber hecho precisamente aquello que se tenía que hacer.
Y así, en esos minutos de partido tan duros, hay un buen montón de frustraciones, de jugadas brillantes, de rencores por entradas, de gritos desaforados al árbitro pidiendo una expulsión que nunca se produce...Pero el partido hay que jugarlo y hay que jugarlo lo mejor posible porque si no, al final, llegarán los arrepentimientos y las seguridad de que se tenía que haber actuado mejor, de que el triunfo siempre asoma la cabeza y que hay que atraparlo con la rabia con la que se dispara y la disciplina con la que se defiende. Y no estoy hablando de fútbol.
Las decisiones que se toman demasiado pronto suelen ser erróneas, presas de un descontento que se adelantará en venir. La admiración es peligrosa porque se puede convertir en una inferioridad técnica que no sirve para recoger el trofeo final. El impulso juvenil es una jugada no pensada, no ensayada, no duradera. La inocencia y la ternura suelen arrancar sonrisas cuando parece que están todas sentadas en el banquillo. La búsqueda de un papel en el equipo no tiene más salida que la confusión. Y así todos los hermanos de esta gran familia terminan por abrazarse en ese gol que, muy posiblemente, jamás se repetirá. La vida es así. Las cosas, por lo general, solo pasan una vez.
Daniel Sánchez Arévalo dirige con agilidad esta comedia de ojos entornados y mima a sus actores arrancando interpretaciones creíbles (con especial mención a Roberto Álamo y Antonio Latorre), haciendo un especial hincapié en esa irritante vehemencia con la que muchas veces hablamos los españoles para llevar la razón incluso cuando el lío es por causa nuestra. Antes de aquel día, nunca fuimos campeones del mundo porque era muy difícil que tanta gente se pusiera de acuerdo. Después ya no lo seremos porque somos expertos en deshacer lo hecho y nos gusta empezar desde la desesperación. Y olvidamos que el cariño es el motor de nuestras vidas, que tenemos un miedo terrible a quedarnos solos desde que tenemos edad para pensar y que amar suele ser sinónimo de dar. Como aquel gol de Andrés Iniesta que nos dio un sueño, una esperanza, una alegría, un nuevo comienzo, una seguridad en el abrazo del que estaba al lado, una tremenda compañía, una sensación irrepetible, un salto de júbilo, unas lágrimas de emoción, una voz quebrada y un leve pensamiento por los demás. Iniesta de mi vida...

2 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

Tengo ganas yo de ver esta película. No es que me llame demasiado la atención el título (que será muy gráfico, pero poco prometedor) ni que en principio el planteamiento me pueda parecer atractivo. Lo que más me atrae de la peli es que su director ya ha dado muestras de mezclar la tragicomedia con bastante sentido, con buen ritmo y con una tención mayor de la habitual al guión y a los dialogos. No he visto "Gordos" (algunso dicen que una buena película), pero si "Primos" y "Azuloscurocasinegro" y ese cuarteto compuestoa por Sanchez Arevalo, Quim Gutierrez, Raul Arévalo y Antonio Latorre ha conseguido emocionarme y reirme en varias ocasiones en las dos cintas. Puede que Quim no sea el mejor de los actores pero encarna a la perfección ese hombre inmaduro que Sanchez Arevalo nos muestra en sus películas, un hombre-niño absolutamente inseguro de si mismo, un machote blandengue en el que algunos nos reconocemos más de una vez.
Pero vuelvo a recalcar que me parece que es, junto a los Trueba (más económico cada vez Fernando, pero muy expansivo David) el director español al que más le importan los dialogosd, soltar una buena respuesta, largar una buena frase, construir los personajes a base de sus palabras. Y si los hombres son como son, las mujeres son todo lo contrario, fuertes, saben lo que quieren, hacen lo que necesitan y sólo tienen un defecto el tipo duitativo que anda a su lado y que sólo parece admisible porque aun tienen instinto maternal.

En "Azuloscuro..." mostró una realidad en esos jovenes que han de optar por su futuro y tomar uina decisión, en "Primos" lo que supone en realidad para muchos hombres el pesame de un abandono, más cercanos a la necesidad que al verdadero amor. Espero que también en esta ocasión haya dado en la diana del retrato, que sea menos costumbrista que esperpéntica, que Valle Inclán dejó el listón muy alto.

Abrazos familiares

César Bardés dijo...

Yo creo, sinceramente, que el título es espantoso. Estoy de acuerdo, por otro lado, en todo lo que apuntas sobre Daniel Sánchez Arévalo lo que pasa es que se mueve siempre en una línea muy delgada por la que es muy fácil resbalar. De momento está salvando con nota los muebles pero, en cuanto se lo crea (que espero que no), va a caer del lado de la "españolada". Entre otras cosas porque hay un lado ciertamente trágico en todo lo que cuenta y su humor está teñido de una cierta mirada crítica que nos tilda de ridículos hagamos lo que hagamos. Es fácil caer en el astracán con esos ingredientes. De todas formas, hay que reconocerlo, de momento lo está haciendo muy bien.
En ésta Quim Gutiérrez es precisamente una segunda parte de lo que retratas: es el inseguro, el inmaduro que ha tenido que salir fuera del ambiente familiar para poder romper el cascarón y ver la vida de otra forma. Creo que Quim, efectivamente, no es el mejor actor del mundo porque trata de dar demasiada intensidad a cualquier personaje que interpreta, debería ser un poco más relajado. No todo son miradas que matan aunque, de vez en cuando, nos guste lanzar alguna.
En cuanto a las mujeres de esta película, sí, tienen su protagonismo pero está un poco velado por esa familia que, prácticamente, todos son hombres, todos tienen frustraciones (menos el personaje de Roberto Álamo, calco de su creación maravillosa en la versión teatral de "De ratones y hombres" aunque con mucho más sentido del humor), todos luchan por una felicidad que no saben muy bien en qué consiste y todos llevan consigo una parte de fracaso, como una mochila.
Está lejos de Valle Inclán y, quizá, bastante más cerca de Berlanga. ¿Preseleccionada a los Oscars? Me temo que este año nos quedamos otra vez sin calvo de oro.
Abrazos entrañables.