martes, 12 de noviembre de 2013

SONATA DE OTOÑO (1978), de Ingmar Bergman



Debido al cumplimiento de un deber de carácter público e inexcusable, mañana no habrá artículo de cine en este blog. Volveremos el jueves. Mientras tanto, aquí dejo un aperitivo del apasionante debate que esta noche van a sostener en el programa Conversacines Chus de León, Raquel Jaén y Juan Caso. Dedicado a ellos.

 La carne que se va separando de la carne aunque el cordón umbilical siga ahí, bien firme, resistente, impasible. Una mujer que tiene demasiados vacíos en su vida porque prefirió estar sentada delante de unas teclas que atendiendo a su familia. Y son tantos los aplausos, tantos los vítores, tantos los elogios que se ha olvidado de que algo pudo hacerlo mal. Por ejemplo, ser madre. Con su arrolladora personalidad, aplastó la balbuceante adolescencia de su hija, no quiso saber nada de la terrible enfermedad de otra hija, dilapidó a sus amantes en unos terribles infiernos de mediocridad mientras se engañaba a sí misma creyendo que todo lo hacía bien porque el resto del mundo la adoraba. Y solo se encaminaba hacia una triste sonata de otoño donde la soledad y la tristeza se pueden tocar con los dedos, como un preludio de gotas de agua que caen sobre dedos ya ajados. Ella sembró las semillas del odio. Ahora, con las arrugas en el rostro, deberá recoger la cosecha.
La hija, siempre mediocre, siempre al borde del trauma. Perdió a una madre estando viva y a un hijo porque se fue a la muerte y trata de reconstruir su vida recordándose a sí misma que el cariño existe, que la gente se preocupa, que siempre habrá alguien que cuide de los que no se valen. Ella tragó con los arrolladores deseos de la madre solo por conservar un ápice de cariño que jamás recibió a pesar de que la madre cree que sí. La personalidad anulada, colocada a la izquierda para dejar pasar al torbellino que le dio la vida. El primer amor prohibido, las primeras frustraciones depositadas en algún rincón solitario…Nunca ha podido expresar sus sentimientos porque nadie la ha dejado y, cuando ha tenido la oportunidad, nadie la ha escuchado. El desprecio ha hecho nido y, por mucho que intente encontrar ese inconfundible olor de una madre en un abrazo que busca hasta la extenuación, no lo podrá hallar. Ella es carne de olvido, como una música que se lanza al aire con la esperanza de posarse sobre algún oído interesado.
El marido, siempre discreto, siempre silencioso. Sabe que el sufrimiento se revuelve en medio de la tranquilidad y, sin embargo, lo sobrelleva con calma. Está enamorado de la misma inocencia que su mujer, en una larga noche de charla y verdad, va a perder. Todo le parece bien porque es inútil luchar contra un destino que le parece inevitable. Su hijo murió y el dolor está ahí, latente, perenne, traidor y acusador. Viene la suegra y no tiene más salida que la retirada en silencio porque volver a sufrir, volver a sentir tanto el dolor no tiene ningún sentido. Él ya murió en algún lugar de unas aguas malditas. Solo quiere agarrarse a la madera de unos ojos azules que adora por su ternura.
Y Bergman se encontró con Bergman. A pesar de que dos personalidades tan potentes tuvieron que sufrirse mutuamente, supieron fabricar una película llena de sentimientos dispares que se colocan en las estanterías de nuestra alma porque los conocemos muy bien. Solo que lo hacen a través de las palabras  y de las sensaciones que emanan de unos rostros que creemos verdaderos. Como la misma vida, porque siempre hemos creído que la vida era verdad y, tal vez, solo es un teatro que nosotros mismos dirigimos para poder sobrevivir.

7 comentarios:

dexterzgz dijo...

Supongo que llegué al cine de Bergman vía Woody Allen. A través de dramas psicológicos como "Interiores" o "September" en los que se hablaba mucho de la influencia del sueco. Y ya te he dicho muchas veces que no me ha costado nunca mucho adentrarme en las películas de este hombre, que pueden ser mejores, peores, buenas, malas (que las hay) pero me parece que la fama de inaccesible del director (a ciertos niveles se entiende) no es del todo justa. Quizá también quede un poco así decir que en mi vida cinéfila hay un antes y un después de ver "Persona", una experiencia más que una película.

Esta la recuerdo como una película lenta, pausada, con un fondo de piano. Muy teatral (Strindberg anda por ahí), muy psicológica (Freud anda suelto también) con temas redundantes en la filmografía del sueco, o más bien SU tema por excelencia, la culpa. Sí lo de Bergman vs Bergman también debió ser antológico.

Abrazos gafapastas

César Bardés dijo...

A mí tampoco me ha costado mucho meterme dentro del universo de ninguno de los dos Bergman. Es un director que pide complicidad del público para que se pueda entender su mensaje y, nadie puede negar, que sobre mensajes habla muchísimo.
Sus diálogos son simplemente maravillosos, por lo general. Es verdad que tiene películas malas ("El huevo de la serpiente" es una de las mayores decepciones que me he llevado nunca y él, en sus memorias "La linterna mágica" dice que creía que estaba haciendo una obra maestra). Es cierto que, a veces, tiene una cierta conciencia de que lo que está diciendo es muy profundo y también a veces, eso le perjudica.
"Sonata de otoño" es una película lenta, que se centra en una noche de insomnio de la madre y la hija y que, más que una catarsis, es un intento por decirse la verdad. Una verdad, que al fin y a la postre, no sirve para mucho. Estoy absolutamente de acuerdo de que hay algo de Strindberg en esta película en concreto y que hay algo de Freud, sobre todo en lo que se refiere a la culpabilidad y al carácter extraordinariamente egoísta de una madre que cree haber cumplido sus obligaciones cuando, en realidad, no ha atendido a ninguna.
Ingmar Bergman se despacha a gusto con Ingrid en las memorias. Sabe que es una gran actriz y reconoce que la actuación fue antológica pero cree que era una mujer que, como decía Hitchcock, solo quería actuar en obras maestras y absorbía todo el tiempo del director, dejando a Liv Ullmann muy a solas con su personaje.
Abrazos sesudos.

CARPET_WALLY dijo...

Yo no soy muy Bergmaniano, me apasionó "El septimo sello" que vi en mi adolescencia en aquella tele tan culturalmente buena, y también "El manaltial de la doncella", sin embargo en un mal momento me encontré con "Gritos y susurros" que me bloqueó y mucho las ganas de ver más películas suyas...(cuidado que con Woody y "September" me sucedió lo mismo durante demasiado tiempo).

A mi Bergman me parece que es un autor total, de lo que yo entiendo como autor como definición.

Uno puede ir a ver una película como "Vertigo" o "Las uvas de la ira2 o "Dublineses" o "El padrino" o "Farenheit 451" o "Dersu Uzala" o... y pensar en la película sin pensar en el director, sin embargo yo creo que uno tiene que ir a ver una peli de Bergman pensando en que va a ver a Bergman y prepararse para ello (aunque sea liberandose de prejuicios) y vivir la experiencia, como dice Dex a propósito de "Persona", sin aditivos anticipados. En ese caso, puede fascinarte o parecerte aborrecible, pero será la sensación que te transmite debido a tu momento.

Hace poco volví a ver en la tele "Fresas salvajes", era un Bergman y me preparé para ello y me gustó bastante más que hace años.

Abrazos muy serios

dexterzgz dijo...

Es que Bergman lleva el estigma de director profundo, carne de cine forums y arte y ensayo. Pero comparado con los peñazos de Antonioni y Godard, las pelis de Ingmar son blockbusters de coca cola y palomitas. Por cierto, feliz conversacines a los conversacineros de hoy.

Abrazos y jaque mate

CARPET_WALLY dijo...

Si, eso es cierto, comparado con antonioni bergman parace un director de una peli de la Marvel.

Acompaño los deseos de Dex para los conversacineros, os escucharemos en diferido.

CARPET_WALLY dijo...

Se me cortó el abrazo, será cosa de los silencios bergmanianos.
Bardés fijo que está haciendo largos...como si fueran metrajes de una peli de Jackson.

Abrazos acuáticos.

César Bardés dijo...

Estoy de acuerdo en la predisposición mental que exige ver una película de Ingmar Bergman. Creo que es un director que un buen puñado de películas muy, muy interesantes. De hecho, te doy también la razón, Carpet, "Fresas salvajes" es una película que a mí me llega mucho más que "El séptimo sello" sin llegar a menospreciar ésta, que también me gusta. También estoy de acuerdo con Dex que "Persona" es toda una experiencia vital dentro de un cine o en el sofá de casa, según dónde la veas.
Y no me nombréis a Antonioni, por favor, que es el tipo más inaguantable de los inaguantables. Los silencios en Bergman, especialmente en su película "El silencio" tiene siempre a la sombra de Dios como espectador, de una forma o de otra, tiene un significado que siempre va más allá del mero acto de la incomunicación. En Antonioni es para expresar soledades e incapacidades y, sobre todo, mucho aburrimiento...De hecho, quien dice que el cine de Bergman es aburrido es porque no ha visto Antonioni o una de las películas más aburridas que he visto en mi vida como fue "Paisaje en la niebla", de Angelopoulos. Venga, ahora los "frikis" de turno se echan las manos a la cabeza. Parece que los estoy viendo: "Pero...¿qué dice?...Este tío no tiene ni p...idea de cine"
Los largos los dejé para mañana. Me esperaba un apasionante juicio en esa pantomima teatral que llamamos tribunales.
Abrazos con código.