miércoles, 4 de diciembre de 2013

TESTIGO DE CARGO (1957), de Billy Wilder

Un ataque el corazón suele ser el fin de todo o el preludio de algo grande. Eso es lo que dicen los ingenuos. El caso es que tener un arrechucho cardíaco justo antes de presentarse un caso de asesinato en el bufete resulta, cuando menos, estimulante. Así se puede enviar a la enfermera a freír gárgaras y desarrollar un poco el intelecto. Además ese chico, el acusado, es un fulanito que cae bien. Es listo y merece una defensa.
En cambio, tal vez, su mujer no sea trigo limpio. Es extranjera, lo cual es un signo que invita a la desconfianza y, por si fuera poco, es irritantemente fría. En lugar de ser la típica esposa desconsolada porque su marido está siendo acusado de asesinato, ella exhibe una falta de escrúpulos que llega a ser espantosa. Los del continente, decididamente, son muy extraños. No sabes nunca qué es lo que está pasando por sus cabezas. Será que están aparte de todo.
Esa criada cotilla que oye menos que una puerta…Yo creo que, en el fondo, todas las casas acomodadas a esta orilla del Támesis tienen una criada cotilla que oye menos que una puerta. Envidiosa, sin duda, un poco ladina, también. De todas formas si el fiscal solo tiene eso para acusar al pobre infeliz, va a tener que buscar razones en otra parte.
El juez es un tipo que cae bien. Tiene ironía, como casi todos los jueces británicos. Impone silencio golpeando con la punta del lápiz en la mesa. Sabe cómo ejercer la autoridad. Hay justicia debajo de esa peluca. Eso es algo que siempre prepara el entorno para la esperanza. Todo acusado tiene derecho a tener algo de esperanza. Sin embargo éste tiene todas las papeletas para ser condenado porque tiene esa esposa, esa especie de serpiente de pelo largo que se muestra extremadamente distante.
La que es tan pesada como todo el código de leyes británico es esta fastidiosa enfermera, aficionada a dejar los traseros como un mapa lleno de puntitos negros como ciudades. Maldita sea. No se puede fumar. No se puede beber. Las pastillas…bueno, al menos, sirven para jugar como piezas de un imposible rompecabezas de orden y tiempo. Si fuera mujer, merecería que la golpeasen, desde luego. No hacen falta delitos cuando hay enfermeras…
Y así, Billy Wilder adaptó a Agatha Christie, añadiendo muchas frases nuevas, muchas actitudes en los espléndidos actores y arrancando prodigiosas interpretaciones de Charles Laughton, de Tyrone Power, de Elsa Lanchester o de Marlene Dietrich. El resultado es una obra maestra que resulta más apasionante en su desarrollo que en su desenlace porque el amor es el motor que inspira todas nuestras vidas… ¿o, tal vez, debería decir que el amor es el motor que inspira todas nuestras muertes? No lo sé. Eso lo decidirá el juez y, sobre todo, el ejecutor. Mientras tanto, hay que colocarse bien la peluca, atildarse la toga y llevar bien preparada la defensa porque todos tendríamos que defender lo que es justo.

6 comentarios:

dexterzgz dijo...

Uauuuu, de Tokio a la Corte Suprema de Hollywood. Esto es un no parar. Te doy la razón en que la película asombra más en su desarrollo que en su final (no, que no lo cuento, como decía la publicidad de la época). Y ese comienzo, el diálogo de Laughton con Elsa Lanchester, la enfermera, las escaleras, el motoricito, ohh, ohh, las sales, las sales, que me da.

En cambio lo que no coincido mucho es con la apreciación de Tyrone Power. El padre de Romina a mí siempre me pareció un galan algo limitado. Hace poco justamente me gustó como narrador de los cuentos de "La salida de la luna", qué maravilla del maestro.

Abrazos con acento

César Bardés dijo...

Puntualicemos. A mí no me encanta Tyrone Power en general. Creo que tiene películas en las que sí da un poco más de sí. Una de ellas, desde luego, es "Testigo de cargo" porque creo que se hace cargo de un papel que, en principio, puede ser bastante rutinario pero que sabe dar todas las caras que requiere. Probablemente, eso no te lo niego, el mérito no sea de Power sino de Wilder, que sabía meterle por el sendero de lo que le interesaba. Otro ejemplo de su capacidad de hacer "algo más" lo tenemos, por ejemplo, en "Cuna de héroes", también del maestro. Ahora, que me dices que, por lo general, Power era bastante justito...sí, estoy de acuerdo.
Abrazos con habanos.

CARPET_WALLY dijo...

Era justito,si, pero como dicen en la peli, "ella no les gusta pero la han creído, el les gusta pero no le creen". Tyrone gustaba mucho, pero a veces, muchas, era poco creíble. Yo nunca he comprendido bien su fama.

Otra cosa es esta película en la que, como dice Wolf, da la suficiente talla, lejos obviamente de la de Sir Charles o Lady Elsa y tambien de la de Frau Marlene. Esta película y muchas más demuestran que Wilder podía hacer lo que le diera la gana, comedía, drama, suspense, negro, que todo lo hacia bien. esta es otra de las que me hizo aficionarme al cine siendo muy niño y de las que hizo que adorara el genero de juicios que tan buenas pelis ha dado: "Anatomia de un asesinato", "La herencia del viento", "vencedores y vencidos", "Algunos hombres buenos"...o escenas mágicas en otras "Matar a un ruiseñor", por ejemplo.

El jurado tendrá en cuenta estos abrazos.

César Bardés dijo...

Bueno, su fama comienza porque es el perfecto candidato que encuentra la Fox para hacer frente a las aventuras de Errol Flynn. Power manejaba muy bien la espada y eso hace que se coloque en una posición privilegiada para hacer películas como "El cisne negro" o "La marca del Zorro" (hizo otras muchas). Luego quiso evolucionar hacia papeles más dramáticos y fue algo más inteligente que Flynn porque, a pesar de que las trazas de la edad y de sus excesos pasaron factura por su cara Flynn quiso seguir explotando la fórmula del espadachín en películas ya muy tardías como "El señor de Ballantrae". Power, sin embargo, evolucionó un poco más dramáticamente. Ambos coinciden en "Fiesta" de Henry King y ahí se puede ver que, como actor dramático, quizá Power le ganó la partida a Flynn aunque por muy poquito.
En cuanto a las pelis de juicios, cuántas y qué buenas. También tenemos "Impulso criminal" en su parte final con Orson Welles dando una lección, o "La furia de los justos", con Glenn Ford intentando demostrar que el racismo no es para tomárselo por la faceta política; o "El justiciero", de Elia Kazan, donde Dana Andrews se esfuerza en buscar la verdad, sea cual sea incluso la que va en contra de su causa, con tal de hacer que la justicia no sea un simple trámite, o incluso "El sargento negro", de John Ford, prodigio de dirección y de luces.
Culpable de abrazar en primer grado.

dexterzgz dijo...

Pues hablando de Kazan el otro dia pude disfrutar de "Una carta para Elia" de Martin Scorsese, un documental de apenas 57 minutos donde Scorsese habla de cómo le influyó la obra de Kazan. Imprescindible, si podéis echadle un ojo porque no tiene desperdicio. Y sin nombrar apenas el episodio de la caza de brujas. Solo cine. Desde luego la labor del cejas en estos últimos tiempos en el documental redescubriendo lo mejor del cine y de la música del siglo pasado es impagable.

Abrazos ante el tribunal del senador McCarthy

César Bardés dijo...

El bueno de Marty es el máximo representante de los directores-cinéfilos y no solo es un artista también del documental sino que disfruta redescubriendo para la gente un montón de cosas que se creían olvidadas y que ya nadie se fija en ellas.
Me apunto lo del documental de Elia, parece muy interesante.
Abrazos sin listas.