jueves, 11 de septiembre de 2014

JERSEY BOYS (2014), de Clint Eastwood

Cuatro notas se juntan en la calle para formar una melodía inolvidable. Cada una de ellas ha tenido sus motivaciones, sus sueños, sus honestidades maltratadas, sus sentidos de la amistad. Lo que comienza siendo una aventura en el horizonte, poco a poco, se va convirtiendo en un paisaje ya visto y todas y cada una de esas notas saben que unos cuantos años atrás, por si solas, no habrían sido más que ligeras motas de polvo en un asfalto que no les iba a perdonar su arrogante intromisión en la partitura de sus vidas pero juntas...juntas hicieron que un farol se convirtiera en un foco, que una acera se transformara en escenario, que una melodía hormigueara hasta ser un bailoteo con los pies, que el recuerdo de las luces y de las sombras permaneciera a salvo de los oídos de un mundo que ansiaba música.

Y así, asistimos a la ascensión y caída de un grupo de leyenda que vendió millones de discos pero que, por el camino, también tuvo que pagar un precio. Quizá porque la amistad es un valor supremo que pocas veces compensa. Quizá porque la familia siempre queda en un segundo plano cuando se encienden las luces de neón. Quizá porque el castigo del éxito siempre pasa por el sufrimiento personal. La eterna justicia de los agraciados que ponen sus voces en los oídos adecuados, sí, pero hay algo más. Es algo que se llama uno mismo.
En el momento en que aparece uno mismo, el grupo, ese sueño de notas pegadizas que tarareará todo el mundo, comienza a resquebrajarse porque los errores se suceden, porque alguien no cuidó de lo que debía, porque el camino hacia el estrellato roza siempre los bordes ajenos y porque el egoísmo comienza a ser un batería molesto que lleva un ritmo totalmente distinto de los demás. Nadie es imprescindible y todos lo son. Si no lo fueran, esas cuatro notas aún permanecerían debajo de un farol, intentando llenar las solitarias noches de solitarias callejuelas con una sonrisa y un chasquido de dedos, con un principio de algo diferente, con un párrafo de arte en una hoja sucia.
Ya con las primeras imágenes de la película uno no puede evitar la sensación de que Clint Eastwood, a sus 84 años, juega a otro nivel. Dirige con vigor, con planos de precisión que deberían ser estudiados en la escuela de cine, con la seguridad de que está contando algo que a él le encantó allá por los sesenta, con un sentido musical envidiable y con una demostración de que, a esa edad, él ya sabe dirigir lo que se proponga y de la forma que él quiera. No, no, esto no es ninguna obra maestra, esto no es nada que deje boquiabierto y que estremezca la piel dejándola en carne viva como más de una vez lo ha hecho el viejo maestro. Es una película más...pero en uno solo de sus planos hay más cine que en películas enteras de la gran mayoría de los directores del panorama actual. Sabe cómo enganchar con una historia que, incluso, podríamos calificar de mediocre de tal manera que uno se introduce allí dentro e incluso baila con estas cuatro notas que pusieron romanticismo y rock and roll en los años sesenta. Y termina con una fiesta. Al fin y al cabo, la vida, en sí misma, tendría que ser una celebración. Esa misma vida que él intenta apurar al máximo, haciendo lo que más le gusta y, de paso, dando un par de lecciones sobre cómo se mueve una cámara, cómo se cuenta una historia y cómo puede tener encandilada a la gente durante las dos horas y cuarto que dura la broma. Y funciona. Y eso hay algunos que, simplemente, no lo pueden aguantar.
Es un buen rato en la oscuridad, con los pies inquietos y la mente ahí mismo, entre guitarras eléctricas y voces en escala, con el gozoso placer de ver a un Christopher Walken componiendo un personaje absolutamente atípico en la galería de mafiosos del cine...y de ver cómo un hombre de 84 años sigue teniendo ganas de contar la historia de una juventud que hace mucho que él ya vio pasar. Yo también me apunto.

4 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

Bueno, parece que el viejo Clint ha vuelto a acertar, como dices, aun en sus películas menos destacables tiene más cine que cualquier directorzuelo de nueva escuela que resulta elevado a los altares por la nueva curia. O tal vez nos volvamos viejos y no sepamos adaptarnos a los nuevos tiempos cinematográficos, amigo.

No sé si has leído la crónica de la película en Fotogramas, me llamaba la atención que los actores se quejaban algo veladamente de que Eastwood daba por buenas tomas a la primera que ellos creían que podían mejorarse. EL viejo pistolero sabe cuando y como disparar y no gasta más balas que las estrcitamente necesarias.

En la linea de los nuevos tiempos y aunque no tenga nada que ver con la película, ni con el cine en general (aunque tal vez si de forma indirecta) leí el otro día algo que me gustaría comentar contigo. No sé si sabes que está a punto de lanzarse a la venta un nuevo videojuego "Destiny" (la promoción publicitaria es brutal). Decían que había costado 350 Millones de dolares, 180 más que la peli más cara "Piratas del caribe 3".
Me preguntaba si ese será el futuro. El cine, como los libros nos cuentan historias, este videojuego invita a crearlas y vivirlas. Hasta ahora, los juegos se basaban en una historia cerrada que por la que el jugador pasaba como portagonista. la idea de este nuevo juego es que seas el protagonista pero no haya historia cerrada, sino que la vas creando a medida que tomas decisiones: Acercarme a essa ciudad, ayudar a este grupo depersonas, luchar contra estos o favor de aquellos...
No sé como estará montado ni si tanto dinero ha servido realmente para crear un universo con infinitas posibilidades, pero el hecho es que por ahí van las cosas. Cuando yo veo cine (buen cine), me siento personaje, me creo la peripecia y la asumo como propia...pero ¿cuantas veces hemos soñado con ser Han Solo o Indiana Jones o Marlowe o Poirot o...? . Ponerte en la piel de un personaje y crear tu propia trayectoria y no la que pensó alguien por ti es un atractivo del que es dificil escapar. Tal vez para eso yo me haya quedado algo atrasado, pero nuestros hijos van a vivir esas experiencias sin duda. Contra eso tendrá que luchar el cine del futuro y no estoy seguro de que esté eligiendo el camino correcto porque lo único que parece proponer en general es un videojuego no juegable.

Abrazos a capella

César Bardés dijo...

Bueno, es muy interesante lo que propones. Sí, yo creo que desgraciadamente, es posible que sea como tú bien dices. Crear tu mismo el cuento según vayas tomando decisiones es un atractivo del que es muy difícil escapar. El cine dices que es un videojuego no jugable...yo creo que ni siquiera es un videojuego. Contar historias siempre ha existido y siempre existirá y creo que ese atractivo no se perderá nunca. Pero de lo que no cabe duda es que sentirte protagonista tú mismo de tu propia película puede que sea el cielo para una juventud que, cada vez, sabe divertirse menos.
Puede, efectivamente, que estemos en una generación anterior y que nosotros no podamos entrar en esa rueda tecnológica que te arrastra para formar tu propia ficción pero creo que hay un fallo en todo ello. Y es que, si no hay acción, el videojuego se queda en nada. No creo que la juventud de ahora, ni la que venga después, se dedique a resolver dilemas morales del tipo de "Mystic River" (por poner algo más reciente) que no el de cualquier otra historia cuyo telón de fondo sea la violencia, el dar rienda suelta a una rabia que, tristemente, está venciendo a la razón. Sigo diciendo que, a pesar del atractivo basado en la interactividad (anda que no me he cansado de escuchar que a los que nos gusta el cine somos eminentemente seres pasivos), eso no saca conclusiones, es solo un rato de entretenimiento más y ahí puede funcionar perfectamente como sustitutivo del cine o de la lectura, pero solo cuando te cuentan una historia en la que te introduces como un espectador sin voz ni voto puedes llegar a sacar conclusiones, a pensar que esto o aquello está bien o mal, mucho más allá sobre la idoneidad de una decisión o sobre si tuve que disparar a uno en lugar de a otro. La pregunta es si la juventud está dispuesta a pensar o solo son simples entes vivientes que pretenden pasarlo lo mejor posible en este valle de lágrimas, o si, incluso, son tan marcadamente existencialistas que no quieren pensar en nada porque saben que todo va a acabar mal. Una idea, un pensamiento, es un monumento mucho más grande que una catedral. Con un videojuego como el que comentas, no tendremos ni aceras.
En cuanto a Eastwood...bueno, él siempre ha tenido esa característica de ir deprisa en sus rodajes (también se quejaron algunos, como Richard Harris, en "Sin perdón") y, sin duda, esto no es ninguna obra maestra. Yo solo sé que, tal vez, en el artículo me haya dejado arrastrar por la historia y he estado ahí dentro, cantando con estos cuatro chicos, notando la incomodidad de unos tiempos que hacían que la amistad fuera un valor a la baja. Y también es cierto que dibujé una sonrisa con ese primer plano que sale en la película con el logo de la Warner y la música de "Oh, what a night" de fondo...desde ese momento, a poco que se sepa un poco de qué va la vaina, se tiene la certeza de que eso es algo diferente, juega en otra liga y a los jóvenes les revienta mucho que un viejo de 84 años les diga cómo se rueda un musical.
Abrazos con smoking rojo.

CARPET_WALLY dijo...

Si, yo no creo que el cine o la novela (por poner el acento en lo de contar historias) tenga porqué desaparecer. Efectivamente ser espectador pasivo también proporciona placer y no obliga a tomar continuamente decisiones de las que puedes arrepentirte, más bien al contrario, aprendes a resolver dilemas morales, como bien comentas. No digo que el cine sea un videojuego no jugable, sino que los grandes estudios nos proponen ultimamente casi sólo eso, fijate en la cantidad de pelis estrenadas de ese tipo, algunas con mayor acierto y otras con menos (Las de Marvel, la última de Tom Cruise"Al filo de la mañana", "Ovlibion", "Prometeus, "Elysium", "Pacific Rim", Transformers",...). Videojuegos no jugbales.

El supuesto hedonismo juvenil es cierto, pero tristemente (lo digo por añoranza) serán adultos y tomarán decisiones aunque no quieran y asumiran responsabilidades necesariamente y tendrán ideas y pensamientos...eso es evolución humana y se daba desde el principio de los tiempos aun cuando no había cine, ni historias escritas...
No olvides que el cine nació, ha sobrevivido y evolucionado como fabrica de entretenimiento, aun cuando algunos hayan hecho mucho más que entretenernos, del mismo modo creo que el futuro de nuestro hijos, y no te digo ya de nuestros nietos, estará en esa interactividad y no tiene porqué ser eminentemente negativa. tal vez al cvontrario les imponga la lección de ver que cada decisión tiene sus consecuencias y muchas de ellas, como en la vida misma, no tienen porqué ser agradables.

Yo casi veo todo lo que comento con cierto optimismo, fijate. Peligroso, pero con muchas posibilidades.

Abrazos con focos (no focas)

César Bardés dijo...

Perdona el retraso pero ya me empiezan a liar un poco.
Estoy de acuerdo en la tendencia del cine actual...eso no quiere decir que lo apruebe aunque, mirándolo con perspectiva histórica, también podríamos decir que el cine se ha movido por modas que, en su momento, han pegado. Desde el cine de catástrofes (en el fondo, también un videojuego no jugable solo que con unas cuantas estrellas) hasta el "western" de los cincuenta. Esto no tiene visos de cambiar, de momento, aunque de vez en cuando nos venga algo que merezca realmente la pena y supere a cualquier videojuego por muy imaginativo que llegue a ser.
El problema del hedonismo juvenil es que, sin duda, serán adultos y tomarán decisiones pero...no tendrán demasiadas capacidades para tomarlas porque las decisiones se pulen cuando las cartas vienen mal dadas.
El problema de esas decisiones interactivas no está en las consecuencias morales que se pueden sacar de una decisión equivocada, sino en que solo quieren volver a intentarlo para ver si consiguen llegar al siguiente paso. Y eso también agota. Porque cuando se apaga el ordenador (o el aparatito de turno) ya no hay ganas de tomar ninguna decisión. Y, ojo, que vamos a ver las consecuencias de la primera generación que toma decisiones totalmente equivocadas creyendo que están en posesión de la razón a la vuelta de la esquina.
Yo creo que tengo el optimismo un poco de vacaciones. Quizá, cuando tenga alguna buena noticia o algo salga bien, mi visión será otra.
Abrazos con pentagramas.