lunes, 15 de septiembre de 2014

SEX TAPE (2014), de Jake Kasdan

Esta noche en La Gran Evasión de Radiópolis Sevilla hablaremos sobre "El buscavidas", de Robert Rossen. Ya está publicado un artículo en este blog, si queréis leerlo está aquí Y el último programa que se hizo en homenaje al cine negro está aquí. Fue un programa de esos que invitan a tomarse un trago mientras te miras al espejo y compruebas que no tienes muy buena cara aunque aquel día no la tenía mucho mejor.

 Ya se sabe lo que pasa con los matrimonios. Incluso con los mejor avenidos. Que llega un momento en que ya se han pasado todas las experiencias posibles y el aburrimiento, ese gran enemigo, comienza a aparecer. Ya todo se vuelve rutina, donde había pasión no hay más que repetición. Ya no apetece demasiado esa cosa tan cansada que se hacía por las noches porque el sueño y la edad son compañeros que también se meten en la cama. El trabajo condena a la mediocridad y todo lo que parecía una nube se disuelve de tal manera que uno ya no recuerda lo maravilloso que fue sentir lo que se sintió y cuán especial se cree uno cuando está al lado de alguien tan increíble como la mujer de su vida.

Y aún hay parejas de corto cerebro e imaginación larga que creen que eso se soluciona  con alguna locura privada que les ponga a tono. Por ejemplo, se coge un libro que está bastante cerca del Kama Sutra solo que en versión moderna, se imitan las posturas y ya tenemos una experiencia. Pero no, eso no es suficiente. No hay bastante excitación, no es tan peligroso como uno cree en un principio. Lo mejor es grabarlo…Sí, eso. Y así, alguna noche en la que los niños duerman profundamente o los hayamos enviado a casa de tus padres, nos ponemos el vídeo y verás…eso sí, sin palomitas ¿eh?
Pues a ello que se ponen y confían (permitan que me ría) en que la tecnología va a solucionar el problema de dónde esconder el vídeo. En una nube. Ja. Eso no se lo cree ni Bill Gates cuando va de marcha. A veces las nubes descargan y lo que forman es una tormenta de privacidad sobre un montón de gente a la que no le importa lo que hace una pareja en su casa de puertas adentro. Pero a la gente, ese gran monstruo que nos rodea por doquier, le chifla mirar. Les enloquece ponerse delante de una ventana y ver lo que hace el vecino. Les desquicia comprobar que, si ven a la vecina desnuda, resulta que no está tan buena, que la cicatriz de la operación que se hizo aún se nota, que su ropa interior resulta ridícula, que el marido es aún más ridículo con esos gallumbos de colores, que cenan en la cama y hacen el amor en el lavabo. No es un calentón, no. Es cotilleo que aún es peor.
El asunto se desmanda. Más que nada porque el vídeo está al alcance de tu padre, de tu madre, de tu hermano, de tu hermana, de tu mejor amigo, del jefe, del compañero de la mesa de al lado y de todos los santos que jamás reconocen ver porno a través de Internet. Y la pareja encuentra, de forma sorpresiva, nuevos motivos de pasión. No por el susodicho vídeo de marras sino porque el viaje para recuperarlo y las apariencias descubren que, debajo de ellas, hay todavía mucho amor para dar. Bonito ¿verdad?
Sería bonito si no fuera todo tan leve, tan ligero y tan fácil. Es curioso que Jake Kasdan, el director, sea el hijo de Lawrence Kasdan porque, aunque se ha dedicado al cine como su padre, no tiene ni una millonésima parte del talento de su progenitor. Todo se resume en la carne que pueda enseñar Cameron Díaz y en las supuestas gracias de un matrimonio que se pone al descubierto en su entorno, lo cual les coloca en una situación, cuando menos, incómoda. Pero todo tiene un afán demasiado evidente hacia la ligereza, hacia la vulgaridad, hacia una serie de chistes previsibles cuando ahí había una comedia que podría haber sido brillante, con mala leche a prueba de bombas.

Y es que no es fácil mirar por las ventanas ajenas. A menudo, los que se sienten observados sacan lo mejor de sí mismos para arreglar sus propios problemas y si un director solo quiere que la gente pase por taquilla, no se preocupa demasiado de la calidad, ni de la inteligencia. Puede que prefiera al espectador tonto y rico que al inteligente y pobre y por eso sirve este vídeo que no tiene nada de nuevo. 

2 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

Hace poco leí a propósito de esta película que no he visto que no es sólo que Cameron Diaz esté dotada para la comedia sino que pocas actrices se atreverían a hacer un filme como este. En teoría el comentario pretendía ser halagador, pero realmente creo que conseguía lo contrario. Hay que tener muy poco criterio para hacer un filme como este.

Porque efectivamente los puntos de partida de las comedia de los últimos años pueden tener un pase e incluso ser muy ocurrentes u originales, pero los desarrollos son en la mayoria planos, simples, cuando no, definitivamente desastrosos. Porque ya sabes lo que va a ocurrir y como va a ocurrir en todo los casos. Sea que Jennifer Anniston quiera reconquistar a su ex, que Owen Wilson y Vince Vaungh sean dos caraduras que se cuelan en las bodas, que el propio Vaughn se entere de la infidelidad de la esposa de su mejor amigo y no sepa como decriselo...nada de lo que sucede te llega a sorprender, todo es previsible y suele estar mal contado, sólo en algún momento aisaldo se logra un gag interesante y realmente divertido. Y estoy hablando de comedia pura, pero la comedia romántica tampoco va mucho más allá.
Se cuentan con las manos las películas que adquieren una cierta relevancia o un favor del público que las lleva más llá de la montonera. A veces por razones puramente románticas o que logran dar con la tecla emotiva de un sector del público, pongo por ejemplo "Holidays", pero también "Love Actually" o "La boda de mi mejor amigo". No son estas grandes películas pero aportan un algo más, elementos que las dignifican y que atrapan la emoción en una gran parte de público. Y eso es de valorar.

O eso o lo puramente gamberro, que luego es más zafiedad que propuesta de interés. Cosas como "Ted" de hace dos días o aquellas de los Farelli tipo "Algo pasa con Mary" (¿será casualidad que siempre esté Cameron Diaz por ahi?). Elevadas a los altares por la adolescencia no son más que los chsites del caca-culo-pedo-pis, los "Porkis" modernos, cine cero.

Pero ahí estamos una semana tras otra recibiendo el estreno de la película tonta americana y llenando salas, con este plan no es de extrañar el exito de "8 apellidos vascos", que a fuer de ser sinceros sólo es peor que estas comedias de gran bazar en su aspecto formal y en la carencia de medios. Al menos los chistes de andaluces los entendemos.

No sé si el estreno de esta semana sera el cine experimental o el homenaje postumo, yo me decanté por Hoffman. Y me gustaría debatir.

Abrazos en las nubes

César Bardés dijo...

Pues tienes toda la razón del mundo y más. Con esos planteamientos preclaros que has citado hay material para todo un libro que se podría titular "No tiene gracia". La comedia se ha convertido (salvo muy, muy raras excepciones como bien citas) en algo vulgar y sin interés, comedias hinchables que se desinflan en cuanto quieres buscar algo más de agudeza que de grosor, algo más de elegancia que de facilonería, algo más de estrujarse las neuronas y menos de ir a las hormonas.
La verdad, con esta película me despedí de vacaciones en el periódico y fui a verla porque no había otra. Y eso sí que me fastidia porque yo sí que he conocido semanas en las que era difícil elegir la película que más te apetecía ver. Ahora hay suerte si solo hay una. Y eso es lo que está matando el cine. Esa tendencia a la industrialización que lo único que consigue es hacer todas las comedias más o menos iguales atendiendo a unas fórmulas archisabidas que hacen las locuras de chavalitos de dieciséis años y que cualquiera con dos deditos de frente puede ver que eso ni es cine, ni es siquiera entretenimiento.
No te preocupes, el estreno del jueves irá con Hoffman dentro. Prepara la munición.
Abrazos sin sexo.