martes, 14 de abril de 2015

AMERICAN HISTORY X (1998), de Tony Kaye

El debate del pasado martes en "La gran evasión" acerca de "Las aventuras de Jeremiah Johnson" podéis escucharlo, si tenéis ganas, aquí. Y hay que destacar el hecho de que el coloquio sobre "Tierras de penumbra" que sostuvimos en el mismo programa fuera incluido por Ivoox en la lista de los seis mejores programas de ocio de la semana. Si aún no lo habéis escuchado está aquí.

La cruz gamada sobre el pecho. Una bandera para que todos la vean. Un símbolo de movimiento, de que realmente yo hago algo para cambiar la realidad. Y no importa cuál sea el argumento de censura porque los argumentos se acomodan a las necesidades. Y la necesidad es echar a los negros, a los latinos, a los chinos y a todo aquel que no sea blanco y honrado. Orden por encima de progreso. Represión por encima de la democracia. Nadie puede decir nada porque la libertad de expresión no es más que un invento de los judíos liberales. Supremacía blanca. Eso es todo lo que hay que saber. Y si un negro te viene a tocar las narices, le rompes la boca, satisfaces el ansia por el odio y hay  que seguir adelante con los auténticos ideales de los nazis. Es así de claro. Pero hay que moverse, igual que la cruz gamada que tengo sobre el pecho.
La cruz gamada sobre el pecho. Un símbolo de orgullo cuando le meten a uno en la trena. Así se protegen los amigos. Porque todos somos un ideal y la palabra traición no existe en nuestro lenguaje. El que cree de verdad mantendrá su lugar en el pedestal de la superioridad. El que no, no es más que basura que no merece ni una mirada de piedad. Los negros son escoria. Aunque quizá el tipo de la lavandería tenga algo de persona. Da igual. Lo importante es que la cruz gamada nos identifica, nos eleva, nos hace ser diferentes y mejores y allí estamos. Dispuestos a darlo todo por mantener la pureza de América.
La cruz gamada sobre el pecho. Tal vez no sea tanto un símbolo de nobleza. Puede que todo ideal se corrompa en cuanto aparece el dinero de por medio. Y eso no es de recibo. Hay que mantener lo que uno cree aunque el dinero corra para otros. No se puede comerciar con latinos a cambio de hacerse amigo de ellos. Eso es tender puentes, estrechar lazos. El aburrimiento aparece y se queda. Solo el tipo de la lavandería es capaz de hacerme reír. Es negro pero es un buen tipo. Quizá sepa más de la vida que yo mismo.
La cruz gamada sobre el pecho. Habría que arrancar esa basura de mi piel. Los negros también son personas. El tipo de la lavandería me ha protegido cuando estaba solo y eso no se debe olvidar. Quizá yo no creí nunca en un ideal sino en la idea de poder. Vivir y dejar vivir. Hacer que esas ideas insanas sobre el racismo, sobre la supremacía de una raza que no ha cometido más que errores, salgan de los más jóvenes. Y, sobre todo, que huyan despavoridas de mi hermano. Extirpar el cáncer sobre la edad de más desorientación. Habrá que mirar hacia todos los lados por si aparece el coche que lleva las balas con mi nombre. Habrá que morir si se desea reparar todo el mal que he hecho. Lo que sea con tal de que mi hermano esté lejos de esta gentuza de las cruces gamadas.
La cruz gamada sobre el pecho. Late y me abrasa porque la sangre está esparcida por el suelo y yo no he podido hacer nada por evitarlo. El dolor es tan grande que sé que lo he hecho yo porque un día decidí tatuarme esta cruz gamada, decidí raparme la cabeza, decidí salir en busca de negros a los que dar palizas y negarles el derecho de existir. Decisiones de catástrofe en una mente triturada por el rencor. Y ahora, aquí, en el suelo de un urinario escolar, veo que esa cruz gamada que da idea de movimiento ha pasado por encima de lo que yo más quería. Y ha arrasado con todo. Las lágrimas no dejarán de caer. El dolor será, desde ahora, un compañero. La pena fue peor que morir.

Dentro de una película mediocre, puede que Edward Norton consiguiera una interpretación entregada, poderosa, de registros extremos y sentidos cercanos. Tal vez un gran actor, de vez en cuando, puede sostener una película llena de tópicos, de historias vistas revestidas de otras realidades. Y así podemos llegar a sentir el vacío de un personaje que quiso redimirse y lo que encontró fue el odio que él mismo sembró.

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