martes, 15 de marzo de 2016

NETWORK, UN MUNDO IMPLACABLE (1976), de Sidney Lumet

“¡Estoy más que harto y no puedo seguir soportándolo!”
Es la televisión que manipula, atrae, envuelve y devuelve el pensamiento colectivo. Si no sales en televisión, no eres nadie. Y los índices de audiencia mandan. Tanto es así que son mucho más excitantes que una noche de pasión en un hotel con encanto. La vieja guardia debe jubilarse si no quiere reciclarse y la gente enciende el televisor con la esperanza de ver un nuevo crimen en directo, una nueva confesión en directo, una nueva denuncia descarnada en directo, un nuevo asesinato en directo. Eso es lo que lleva a que los anunciantes contraten porque saben que habrá gente al otro lado de la pantalla observando atentamente qué carnaza se sirve hoy. Todo sea por el negocio. Aunque sea con la coartada del marginal, del que quiere denunciarlo todo porque está harto de todo y tiene que destruir todo. ¿Dónde están los grandes profesionales? Están ahí, dirigiendo los gustos de todos los que se atreven a sentarse delante del aparato de televisión, diciendo lo que deben o no deben ver, ideando nuevas y peligrosas maquinaciones para la manipulación más burda y, aún así, efectivas. Así se fabrican las corrientes de opiniones, los grandes gurús que deben ser seguidos ciegamente en cuanto abren la boca y, por supuesto, el sabor inequívoco y enganchador de la sangre, que siempre vuelve para ofrecer otro trago. Sin darnos cuenta de que eso, como espectadores, nos convierte en fieras sedientas, en estúpidos devoradores de nada, en crédulos receptores de un millar de ideas que no llevan a ninguna parte.

La nueva televisión es la que nos ha llevado a la situación actual. Nulo rigor periodístico, reality-shows vergonzantes que restriegan la suciedad más infecta en nuestras caras y no somos capaces de volver el rostro, manipulaciones informativas de claro color amarillo que nos creemos a pie juntillas, bastardas opiniones de interminables tertulias que ahondan en cualquier herida hasta extraer todo el pus sensacionalista, concursos mentecatos que ofrecen oros y moros y son meros alargamientos de una emoción que, simplemente, está descuartizada, teleseries de rodaje rápido y consumo meteórico que dejan un pie dentro y otro fuera con tal de que el espectador esté ahí en el próximo episodio, humores zafios y grotescos que recaudan mucho sin dar nada…Esto, en su momento, solo podía pasar en América. Ahora el futuro nos ha alcanzado y la televisión ya no es un medio sino un instrumento de lanzamiento para bocas que deberían estar siempre cerradas, que utilizan la libertad de prensa como excusa para vomitar todo lo que sirva para ser, de nuevo, cabecera de noticia y servir la ración diaria de carne picada que todo público de bajo nivel exige puntualmente. Se nos avisó de un mundo implacable hace cuarenta años. Hoy vivimos en él y nos regodeamos de su existencia.

2 comentarios:

Raúl Gallego dijo...

Grandisimos visionario Chayefsky y Lumet queda claro que lasconocían bien el medio. Me encanta la peli y curioso que no tenga nada de música , ya lo hizo Lumet en Tarde de perros creo prescindir de la banda sonora. Espléndidos todos los actores y mención especial a Finch que murió de un infarto poco después y no pudo recoger el Oscar y a la Dunaway que está genial como tiparraca nacida con Bugs Bunny e incapaz de tener dudas primitivas ..y Holden como siempre vaya pedazo de actor . Esta peli tiene más diálogos y más rapidos cási que las de Howard Hawks ..lo peor quizá lo del comando terrorista por lo forzado aunque también da juego en muchos momentos y echa fuego a la sátira más inteligente al sistema que vivimos . Ah y Ned Beatty y su apocalipsis en la sala de reuniones ...genial Salud Cesar

César Bardés dijo...

Y no olvides ese tiburón de las finanzas que incorpora Robert Duvall, un tipo que solo mira el resultado del ejercicio sin importarle el rigor o el prestigio. Lo curioso, y es algo que diré en el programa, es que cuando se estrenó todo el mundo salió impactado pero muy escéptico. Recuerdo perfectamente que se decía que "eso en América tal vez puede ocurrir pero aquí nunca". Y mira dónde estamos. Creo que el reparto es enorme. Quizá un poco discutible el Oscar a Finch cuando Holden está como está pero así son las cosas en Hollywood. Creo que a Finch le benefició muchísimo morirse. Ya lo dijo Holden en la fiesta posterior a la ceremonia: "Si ese hijo de puta no se hubiera muerto, yo ahora tendría mi segundo Oscar".
Lo del comando terrorista no deja de ser forzado, cierto, pero no por forzado es menos cierto. Si se consiguieran las imágenes de un grupo terrorista cometiendo un atentado, ten por seguro que se emitirían, tendríamos monográficos sobre la actividad terrorista, una serie completa sobre terrorismo organizado y hasta un especial con algún terrorista parapetado detrás de un pasamontañas. Eso vende. Y hace morir. No solo la vida, sino también la ética y la moral.