jueves, 10 de noviembre de 2016

SULLY (2016), de Clint Eastwood

El factor humano es algo que siempre se busca cuando la catástrofe merodea por los titulares de prensa. Y siempre se olvida que es un elemento que puede causar el caos pero también puede ser fundamental para salvaguardar vidas. Desgraciadamente, vivimos en una sociedad en la que se pasa por alto la profesionalidad de las personas que saben hacer muy bien su trabajo y esas personas, en realidad, son los verdaderos ángeles. Son los que, con su experiencia, consiguen milagros de servicio público, de auténtica humanidad, de intachable comportamiento.
Cuando todo falla, es fácil entregarse a los brazos del destino y dejar que las cosas ocurran. Sin dejar de lado la vocación, se debe hacer todo lo posible por soslayar la rendición y seguir luchando, valorar las opciones y tratar de minimizar los efectos de un desastre. Y si para ello hay que sacrificar la máquina o cualquier otro bien material, bienvenido sea. Las casualidades se confabulan para que lo imposible suceda y la muerte ronda demasiado cerca en detalles que forman parte de la cotidianeidad de cualquiera. Hay que salir de eso. Hay que vencer a la rutina. Hay que dar con una solución en unos pocos segundos. Y si nadie lo ha intentado antes, es hora de que alguien lo haga.
Los héroes suelen ser reconocidos cuando sus hazañas salvan vidas comunes, aparentemente sin más importancia que la que afecta a sus seres más queridos. No es fácil encontrar ese tipo de conducta altruista y tan poco corriente. Siempre habrá voces que, espoleadas por los voceros sensacionalistas del momento, duden de la épica y comiencen a eliminar conceptos, a obviar elementos básicos, solo para mantener limpia la integridad de productos manejados por esos trabajadores del milagro. Meterse con un hombre es mucho más fácil que hacerlo con un mecanismo de ingeniería y ahí es donde entra la absurda lógica del laboratorio. Nadie, salvo los que estuvieron allí, sabe lo que es el pánico contenido, el temor ante la decisión errónea, la capacidad de elección en un instante, la destreza impensable del momento crítico. Nadie puede darse cuenta de la celeridad con la que acuden los que ayudan y tratan de conseguir la supervivencia para los demás. Es muy difícil de calibrar. Y es una negación continua de la inteligencia y profesionalidad del hombre en sí mismo.
Clint Eastwood ha querido personificarse en un espléndido Tom Hanks para decir bien alto que los que más saben son los que sirven. Y que la verdad puede ser tergiversada a conveniencia de unos medios que tienen que vender carnaza o de unas hipotéticas investigaciones de unos supuestos expertos. Somos lo que somos y lo que sabemos hacer, te viene a decir el veterano actor y director. Y consigue una película sin estridencias pero que llega a ser emocionante en un delicado equilibrio de sensibilidad, heroísmo, crítica algo despiadada y reivindicación. No es su mejor película pero nadie puede negar, con excepción de los mediocres que siguen esperando que a sus ochenta y seis años Eastwood vuelva a pegar tiros entre ceja y ceja, que está hecha con cariño, con sabiduría, con dominio, con experiencia. Y se sale con una sonrisa que, de forma un tanto misteriosa, se abraza con la de esos supervivientes que siempre estuvieron agradecidos a un hombre que les llevó de la mano tanto en el agua como en el cielo.

                 

5 comentarios:

dexterzgz dijo...

Yo creo que has nombrado las dos palabras que mejor definen a esta película, "equilibrio" y "cariño". El cariño se vislumbra ya en el propio título, "Sully" haciendo referencia al diminutivo cariñoso con el que se conoce al personaje. Y nadie mejor que Tom Hanks para interpretar a ese personaje con todos esos valores. Yo también pense mientras la veía que de haberla rodado 20 años antes, el protagonista hubiese sido el mismo Clint no me cabe la menor duda.

Y es una película muy equilibrada, hecha sin estridencias, como para no llamar la atención (no la llamará, como mucho Hanks rascará nominación y "no more"). Yo la veo una película "muy Hawks" con un "héroe" cuyo mayor orgullo es el trabajo bien hecho. Y reivindicar el factor humano en unos tiempos en los que parecen imponerse otros criterios está muy bien.

La escena del rescate consiguió emocionarme al igual que los títulos de crédito. Empiezo a tenerles manía un poco a esos títulos de crédito que se han puesto tan de moda en las pelis basadas en hechos reales en mostrarnos al final a los personajes de carne y hueso al lado de los actores. Aquí tiene mucho sentido ( y por ejemplo también en "Trumbo")

Abrazos (nada) simulados

César Bardés dijo...

Voy a ir aún más lejos. A pesar de que es una película que en todo momento está narrada en un tono menor, me resulta más compacta, más uniforme que "El francotirador". Creo que Hanks está eminente, que Eastwood dirige estupendamente bien y que no quiere hacer ninguna obra maestra irrepetible, sino una película...pues eso, con cariño y que es muy válida. Hay algunos que andan diciendo por ahí que es un estreno televisivo. O han visto pocos estrenos televisivos, o, desde luego, ni aprecian el trabajo de Hanks o la labor sorda de un director tranquilo, tan frío como el propio Sully, que sabe lo que quiere a cada momento y lo sabe poner en el sitio justo.
Cierto es que tiene un toque Hawks porque no solo es la película de un héroe, sino también es una película de camaradería (la relación con Eckhart es muy evidente en ese sentido) y de "ayuda mutua". Llega a emocionar cómo los que están en el río en el momento del accidente no se lo piensan dos veces a la hora de ir a ayudar y a prestar sus conocimientos. Y tengo que reconocer que yo me emocioné en diversas fases a lo largo de la película. El rescate, la inmensa preocupación de Sully porque estén todos los pasajeros bien (¿comparamos con el Capitán del "Concordia"?), la búsqueda de compañía en plena noche helada en Manhattan...a mí me parece que está llena de momentos mayores. Y sí, lo del final también tiene mucho sentido. Me gustó ese ambiente de gente que ha compartido algo que llega hasta la emoción y hasta la salvaguarda de las vidas ajenas.
Abrazos flotando.

dexterzgz dijo...

De Eckhart también habría que decir alguna cosa. No es un actor que suscite grandes pasiones - a mí me parece que en "Gracias por fumar", el papel en el que lo descubrí estaba muy bien- y que aquí hace gala de una excelente química con Hanks y si no le roba alguna escena es porque no hay tal propósito (aunque la película la cierra él con uno de sus chistes). En cualquier caso aporta la ironía suficiente a su personaje como para que no te acabe resultando el típico graciosete que termina cargándote. Y por cierto, bonito mostacho.

He discrepado con algún amigo sobre la idoneidad de repetir el momento del aterrizaje en dos momentos del montaje. No ha llegado la sangre al río afortunadamente, porque este es un amigo con los que se puede dialogar y discrepar tranquilamente. Pero yo si veo oportuno repetir la escena en esos dos momentos por la sencilla razón de que la perspectiva del espectador con respecto al personaje no es igual en otro momento que en otro. Y me parece un acierto introducirlo avanzada la narración, y arrancar la narración como la arranca, porque el fantasma del 11 S sobrevuela en todo momento y es una película hecha para cerrar en parte las heridas que causó aquel trauma ("la mejor noticia que tenemos en Nueva York desde hace tiempo... al menos con un avión"). Se respira sosiego en esta película, todo lo contrario por cierto a la voracidad y el amarillismo con el que los medios transmiten la noticia.

Abrazos desde cabina

CARPET_WALLY dijo...

Pues estoy muy de acuerdo con lo que decís (esta parece que si a a ser un 3-0 o más, en función de lo que veamos de otros comentaristas ilustres de este foro).

Equilibrio y cariño son grandes definiciones para este film, ahora que decir emotivo parece peyorativo. Pero si hay algo que me llegó a mi de la película es la capacidad de Clint de crear emociones a través de 4 planos que parecen simplemente descriptivos.

Hablo, claro está, del momento del rescate. Sin imponerlo con una banda sonora que fuerce la situación, muestra como héroes secundarios en un ejercicio de cotidianidad al conductor de la primera barcaza y a los operarios de rescate, para una vez producido y conocido el incidente veamos su rápida y decidida reacción para acabar con un plano general con el grupo de barcazas dirigiéndose al avión siniestrado. A mi ahí se me saltaron las lágrimas, no se puede hacer tanto con tan poco (pensé en Bayona y su monstruo que no lograron conmoverme demasiado).

Porque donde algunos críticos de renombre ven monotonía en la película, yo aprecio sutileza, donde algunos ven desgana con oficio, yo interiorizo capacidad y eficacia. Y donde algunos entienden que es la glorificación del héroe americano una vez más, yo lo generalizo y veo la valorización del hombre, del profesional cabal, yo siento que habla de mi que a base de experiencia laboral puedo resolver problemas que no se plantean en las soluciones de gestión global mimetizadas por los consultores de turno.

El héroe es en este caso precisamente lo comentado un trabajador que sabe resolver un problema (en su caso grave y de vital trascendencia para mucha gente) que no resolverían adecuadamente los modelos informáticos. Pero no es la exaltación del yo sino todo lo contrario la justa valoración de todos los individuos comunes, de todos ellos por su aspecto individual y no por el colectivo. Es la reivindicación de la importancia del número, ese que somos cada uno de nosotros en estadísticas, empresas, estados, informes macroeconómicos. Clint está diciendo que no se puede hablar de 10 sino del 1, del 2, del 3,...del 10.

Y cada uno de esos números duda, que es todavía más humano, pero no cuando su decisión es fundamental sino a toro pasado, cuando recupera la jugada y valora si pudo equivocarse, si la solución dada aun siendo correcta pudo aun ser mejor de lo que fue. Ahora bien, esa duda es intima, es propia, porque ante terceros, ante las máquinas que discuten su capacidad, no admite un posible error porque sabe, en el fondo, que ellos no valoran correctamente la ecuación. No es orgullo o vanidad, es convencimiento.

Grande y mucho Clint, por ahora la mejor película extranjera de las vistas en fechas recientes, grande Tom en un papel que administra esta vez con mucha economía de gestos (el cine son miradas dicen, y Hanks las domina bien) y muy bien Eckhart que habitualmente no logra convencerme pero aquí da una replica con gran soltura.


No es una película menor, es una película aminorada, hay que contar lo que hay que contar de forma natural, sin estridencias, sin grandiosidades, tomar las decisiones con sabiduría y sin darse importancia. Ser Sully y hacer lo que hay que hacer y que otro no sería capaz de repetir.

Abrazos preparándome para el impacto


César Bardés dijo...

Pues mira, Dex, coincido al cien por cien con tu comentario sobre la repetición del momento del amerizaje o aterrizaje en el agua. Cuando lo vi dije...¡qué raro! ¿Nos van a repetir lo mismo? Pero, claro, Clint, sabiendo muy bien lo que hace, resulta que cambia radicalmente el punto de vista y lo hace, si cabe, aún más apasionante. Y la crítica a los medios es estupenda porque realmente es así. Antes de que pueda ser de otro modo, la prensa ya arroja sospechas sobre la actuación del piloto. Y ahí es donde entra Carpet sabiamente, cuando resulta que el análisis de la película pivota sobre un profesional como la copa de un pino que resulta que todavía se plantea si pudo haber otras formas de actuar que hubiesen sido mejores (como si la increíble marca de salvar a los 155 pasajeros pudiera mejorarse) y eso es lo que reconcome a Sully en todo momento hasta que llega al convencimiento de que no, de que después de 42 años pilotando todo tipo de aviones, él actuó como tenía que actuar, hizo lo que tenía que hacer y ofreció lo que tenía que ofrecer que, ante todo y sobre todo, es seguridad. Su frialdad, en efecto, puede parecer en algún momento que es un caso rutinario de aterrizaje forzoso pero no es así. Sully aterriza en el Hudson con tensión pero sabiendo que, en el fondo, los daños van a ser mínimos.
Yo lo que sí creo es que Eastwood se reivindica bastante a sí mismo. El profesional que lleva media vida dirigiendo películas y sobre el que se arrojan dudas en cuanto el amarillismo de la prensa de espectáculos se cierne sobre él. Que si ya está viejo, que si no sabe dirigir como antes...Boyero ha dicho que de las peores películas que ha visto en los últimos años han sido dirigidas por Eastwood...¿De verdad, Boyero? ¿No crees que hay muchos que, con mucho más material y con mucha más energía, han hecho verdaderas mierdas muy por encima de lo que puede hacer este hombre? Qué rapido se nos caen los grandes porque haya periodistas que no saben qué decir para destacar.
Abrazos desde el ala.