jueves, 1 de junio de 2017

WILSON (2017), de Craig Johnson

Wilson es un individuo que se ha situado al margen por elección. No le gusta la gente aunque intenta entablar conversación con todo el mundo. No cree en nadie aunque trata de caer simpático por medios bastante desconocidos. Su gracia consiste en que no tiene ninguna. No se sabe a qué se dedica. Probablemente viva de las rentas… ¿quién sabe? Lo cierto es que todas sus actitudes sociópatas y absolutamente carentes de empatía esconden una enorme frustración. Se llama soledad.
Por eso, el único momento en el que Wilson comienza a sentirse realmente cómodo en la vida es cuando comparte su existencia con otro puñado de marginados por elección. Mientras tanto, trata de volver a ver a la única chica a la que quiso realmente. Ella, en el fondo, era bastante parecida a él. Solo que caminaba sin ayuda ninguna hacia el pozo. Wilson nunca supo entenderla, pero ahora va a ser diferente. Va a intentar por todos los medios que ella tenga una razón para seguir adelante. Y, de paso, él también.
La gente es crédula y cae con facilidad en el engaño. En realidad, Wilson puede ser un dulce misántropo que va rogando cariño por los rincones, pero no tiene maldad. Tiene un puntito de insidia cuando se pone lógico, pero se le disculpa con facilidad. Al fin y al cabo, la vida también tiene que dejar que las risas salgan y la mala sangre se evapore. Wilson es tan ingenuo que ni siquiera sabe cómo hacer que su soledad se convierta en algo que merezca la pena.
Así que allá va Wilson, con su perrita, su ex – novia, su hija y su desprecio continuado hacia la raza humana. En realidad, es toda una aventura sin final. Las cosas encajarán en su momento y Wilson se dará cuenta de que ha merecido la pena pisar este mundo porque también ha hecho un par de cosas bien. Se sentirá acompañado. Se sentirá, por una vez, realmente feliz. Hay otras personas completamente normales que no lo consiguen nunca ¿no? Pues Wilson ya les lleva ventaja.
En tono de comedia sin cargar demasiado las tintas en las salidas de tono de un personaje que se presta a ello, Wilson circula por las venas de sus protagonistas Woody Harrelson y Laura Dern. Ellos le dan forma y cuerpo a toda la historia y el resto destaca por su debilidad de planteamiento, su nudo aflojado y su desenlace previsible. Todo se centra en el personaje principal sin dejar ningún respiro a la perplejidad por sus actitudes porque Craig Johnson, el director, trata de mirar al misántropo con la normalidad de quien mira con los mismos ojos que el resto de los mortales y no encuentra más que motivos de crítica, chanza, burla, desprecio y chascarrillo. Algo así como si cualquier persona normal diera rienda suelta a sus pensamientos más primarios como reacción ante cualquier acontecimiento. Mucha libertad y poco cerebro. Mucha iniciativa y poco resultado. Mucha mordacidad y poca carne.

Y es que no es fácil mantenerse cuerdo hoy en día. Son demasiadas sorpresas, demasiadas cosas nuevas que asumir. Tanto es así que, incluso, el pasado se transforma en una sorpresa que nunca se vivió. Y entonces ya solo queda restañar unas heridas que ni siquiera se sabe cómo se abrieron. 

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