lunes, 23 de octubre de 2017

EL INOCENTE (The Lincoln lawyer) (2011), de Brad Furman

Si queréis escuchar lo que se habló en "La gran evasión" de Radiópolis Sevilla acerca de "Chinatown", de Roman Polanski, podéis hacerlo aquí.

 No hay nada como ser un picapleitos en una ciudad como Los Ángeles. Se suceden los casos como si fueran coches por una autopista. Por allí tienes a la cliente habitual que es prostituta y cada cierto tiempo acaba en el trullo. Por el otro lado, al proveedor habitual de droga de una panda de moteros que pagan su peso en oro. Eres amigo del juez tal y del juez cual. Te aprovechas de cualquier resquicio que deja la ley a su caso. Tienes éxito y estuviste casado con una fiscal que te dejó, probablemente, porque comprobó que tu ética no era la mejor del mundo. Hasta que llega ese punto límite que no estás dispuesto a traspasar. Esa gota que hace que te des cuenta de que hay un inocente pagando un asesinato que no cometió y de que estás defendiendo a un tipo con una sangre fría tan espesa que no duda en tomarte el pelo, tomárselo a la ley, al juez y a quien haga falta. Y las reglas son estrictas. El secreto abogado-cliente te obliga. No puedes decir a nadie que ese malnacido es una bestia que le gusta desahogar su ira mimada cada cierto tiempo asesinando a prostitutas. Es fácil. Solo tienes que acudir a tus habituales triquiñuelas y el acusado saldrá libre. Solo que esta vez no quieres. Y lo que es aún peor: tiene que parecer que haces todo lo posible para que la justicia no caiga sobre él.
Y es que su cliente, en esta ocasión, no se conforma con reírse de la ley. También te quiere atrapar en su pegajosa red de araña que incluye el asesinato de los más cercanos solamente para retrasar la verdad. Y, además, es tan listo que hace que todo te apunte a ti. Así que la encerrona está servida para el picapleitos y puede que la ley, en esta ocasión, sea tan ciega que deje escapar al verdadero criminal y apunte hacia ese abogado de éxito comprobado que tantas y tantas veces se ha aprovechado de los resquicios legales para liberar a sus clientes. Mala suerte, muchacho. Es el momento para que te estrujes el cerebro de forma definitiva y pongas en orden tu vida. Incluso es posible que tengas que echar mano de alguno de tus clientes habituales para que te ayuden en el trance. Tienes derecho. Les das todo cuando estás en el tribunal. Ahora hay que exigir favores de vuelta.

Espléndido trabajo de Matthew McConaughey antes de que decidiera dar un giro a su carrera con una película que pone en solfa el sistema legal de los Estados Unidos, basado en el soborno, la manipulación y las apariencias para dejar salir una y otra vez a los mismos delincuentes, incluso al más peligroso de todos, sin que la ley se inmute. Lo malo es que de éstos hay muchos y en todas partes. Se les reconoce enseguida. Son abogados y van en un coche que no se olvida con facilidad.

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