martes, 12 de diciembre de 2017

LAS REGLAS DE COMPROMISO (2000), de William Friedkin

Si queréis escuchar lo que hablamos en "La gran evasión" de Radiópolis Sevilla abriendo paso hacia "La senda tenebrosa", de Delmer Daves, podéis hacerlo aquí.

En una situación límite, no hay demasiado tiempo para pensar. Solo se actúa. Entre otras cosas porque en la diferencia entre hacerlo y no hacerlo radica la muerte. Y la seguridad es lo primero. Las balas silban alrededor y las miradas tienen que ser rápidas y precisas. Disparan desde enfrente pero la multitud también. Como dijo Teddy Roosevelt: “El mundo nos respetará…pero jamás nos amará” y, una vez más, en un rincón perdido de Asia, esa frase se hace más verdad que nunca. Porque el odio se impone en cualquier lugar y allí solo quieren al demonio americano fuera. A cierto soldado se le ha encargado la seguridad de la embajada y hará cualquier cosa para garantizarla. Incluso pasar por encima de las mentiras de los diplomáticos o el sensacionalismo de la prensa. Su país le exige sufrir el escarnio y no se lo piensa dos veces.
Una vez en casa, las cosas se van torciendo poco a poco. El soldado tiene un historial impresionante. Vietnam, Beirut, el Golfo…lugares calientes donde él fue a aportar su sangre fría y su razón objetiva. Cualquiera que ha sido militar lo puede llegar a entender. Ha tenido que hacer muchas cosas que no le gustaban. Incluso disparar a la multitud. Siempre mueren inocentes pero, en esas situaciones de tensión sin paliativos, nadie puede esperar cruzado de brazos mientras la sangre corre y la gente muere. Y nada hay más fácil que estar en la retaguardia y emitir juicios. Todos ellos parciales porque ninguno de los que se acercan ha estado nunca en situaciones de combate. No saben cómo la mente va a mil por hora. No tienen ni idea de cómo hay que tomar decisiones en décimas de segundo porque todo se derrumba mientras tanto. No son capaces de tener la suficiente empatía como para imaginar la tremenda emboscada que la guerra siempre tiene guardada. Y hay que juzgar. Hay que aplastar a alguien que tenga el suficiente prestigio como para que la apariencia de los Estados Unidos quede a salvo. Ellos hacen justicia con los que se portan mal. Así, a lo mejor, les aman un poquito más. Solo hay que seguir las reglas del compromiso de los marines. Es así de fácil.

Solo queda acudir a los amigos. Son aquellos que se alegran de tus éxitos y sufren con tus fracasos. Son aquellos capaces de jugarse su carrera por ti. Los demás no lo son. Quizá todo sea el pago de una deuda. Quizá todo sea una regla de compromiso no escrita que se fraguó hace muchos años, en medio de la selva. Pero nadie puede negar que es lo correcto. Tommy Lee Jones y Samuel L. Jackson lo dicen bien a las claras en esta película dirigida por William Friedkin. Atentos… ¡saludo! Un oficial se dirige hacia su obligación…

No hay comentarios: