viernes, 23 de marzo de 2018

OPERACIÓN PACÍFICO (1959), de Blake Edwards

Todos estamos pensando ya en marcharnos de vacaciones y las visitas han bajado bastante, así que os voy a dejar descansar durante una semana para volver luego a nuestro ritmo habitual a partir del martes 3 de abril. No olvidéis hacer una visita al cine. Siempre es bueno dedicarle un rato a quien nos ha regalado tantas horas de disfrute. 

Despedirse de algo que ha sido una verdadera fuente de buenos ratos no deja de ser muy doloroso para quien ha estado al mando de ese submarino. Al fin y al cabo, gracias a él pasaron por sus minúsculos camarotes personajes tan dispares como el Teniente Holden, un individuo que sabía sacar agua de las piedras, pero que no tenía ni idea de dónde se hallaba el barlovento, o como una enfermera encantadora que sacó de la soltería al capitán con más torpeza que encanto, o, incluso, como una faja que actuó de elástico muelle para que un motor pudiera funcionar. Sí, era la guerra, pero alguna especie de encanto hacía que pareciera que no hubiese más que situaciones pintorescas. Tanto es así que se llegó a pintar el submarino de color rosa. El hazmerreír de toda la Armada de los Estados Unidos. Y más con ese supuesto nombre aguerrido de Tigre del mar. ¿Baja bien? Baja estupendamente, señor. ¿Y el marinero Hornsby? En la sala de oficiales, señor. Bien, echemos un vistazo.
No es fácil reflotar lo hundido. Solo el entusiasmo y el trabajo esforzado en equipo será capaz de sacar a ese montón de chatarra a mar abierto. Bien es verdad que no se ha podido hundir ni a un solo buque enemigo, pero, je, amigos, tenemos en nuestro haber un camión. De eso no pueden presumir todos los submarinos. ¿Qué se han creído? Lo cierto es que hubo que robar hasta el papel higiénico para que se pudiese zarpar. Lo único que se pedía es que el Tigre del mar tuviera una oportunidad para demostrar lo que valía…y lo que consiguió fue una oportunidad para hacer de lo imposible, un chiste. No está mal. No, señor, no está nada mal.
Capitán, si me permite, voy a enseñar a estas señoritas lo que hay detrás de las compuertas. Hágalo, se lo ruego. Pero cierre cuando ellas pasen. Porque van esparciendo la esencia del encanto por toda la nave y es muy difícil contener a la tripulación. Enfermedades fingidas, cerdos robados, balsas de goma pinchadas, dejen paso a la enfermera Cantrell, paso libre, por favor. Y así se va escribiendo un inolvidable diario de bitácora que es el reflejo de toda una historia que termina en el desguace. Mientras tanto, unos cuantos sentimientos en la cámara de torpedos, unas cuantas prendas íntimas femeninas como mensaje de socorro y a ver quién es el guapo que se atreve a hundirnos. Hasta el mar, con su espuma, parece que se ríe. No va a ser usted menos.

Una comedia fabulosa, con Cary Grant y Tony Curtis en estado de gracia, haciéndonos reír con un buen montón de elegancia en el periscopio y atisbando a la seriedad como elemento imprescindible para que el motor funcione. El desenfado es la contraseña. No hundamos al humor, señores. Avante dos tercios.

4 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

Blake Edwards otra vez demostrando como hacer bien una comedia. Y una comedia elegante además, que si nos ponemos, estando en el año que estamos hay mucho menos machismo del que podría pensarse a priori para aquella época. Un poco si hay, pero más como roles preestablecidos que como desigualdad real.

Lo cierto es que Tony Curtis está estupendo, pero lo de Grant es para nota, con esa cara de no dejar nunca de sorprenderse, con reacciones motivadas por un "ya que más da"...Es una película deliciosa. No está mal para empezar la semana santa con muy buen humor, desde luego.

Buenas vacaciones Lobo.

Abrazos con el motor que siempre falla

César Bardés dijo...

Fíjate si es elegante que ese machismo del que hablas es sólo aparente. Al fin y al cabo, durante todo el santísimo metraje, se hacen las cosas que quieren las chicas. Hasta convencen al maquinista (divertido Arthur O´Connell) para poner una faja como muelle del compresor del motor porque, al fin y al cabo, ella sabe más que él de motores, se hace la cena de Nochevieja a pleno día como un banquete porque ellas quieren...en todo momento, las mujeres mandan en ese submarino. Y es más, a los hombres se les deja la tarea, digamos, más fácil como es el buscar "la guerra" que, además, en ningún momento se consigue porque lo único que logran, de manera bastante inútil, es volar un camión con un torpedo.
Como bien dices, más como roles preestablecidos que como desigualdad real.
Buenas vacaciones para ti también.
Abrazos con el compresor.

Unknown dijo...

Hola,
Una comedia superdivertida, y en momentos, desternillante.
Saludos.

César Bardés dijo...

Sin duda, Suso, una joya de la comedia más elegante que se llena de sofisticación a pesar de que ocurra en los estrechos (y, a veces, convenientes) pasillos de un submarino.
Saludos.